martes, 9 de noviembre de 2010

Una historia sin tabúes

Carlos Morán
Un grupo de padres de familia del Colegio Cumbres y que integran la Asociación “Familia en Marcha A.C.”, además de sus actividades culturales, deportivas y de valores encaminada a los jóvenes, han tenido la estupenda idea de traer a Tapachula a Regina Kuri. Solo que antes de hablar de Regina, debo compartirles una anécdota que ocurrió hace varios años, y lo hago porque en esta ocasión la conferencia de Regina, no solo será para jóvenes, sino para los padres también que son quienes tienen la alta responsabilidad de que sus hijos crezcan, sino perfectamente, al menos sí, sanamente.

Hace varios años, una señora con buenas intenciones pero no del todo prudente y que manejaba a un grupo de jóvenes con buenas intenciones, decidió traer a Tapachula a un Hermano Legionario, un sacerdote brillante y sabio que se notaba por su capacidad extraordinaria de hacer reaccionar a los muchachos a través de una oratoria que cimbraba todos los corazones. Lo alarmante del caso es que, hablé días antes con la organizadora para hacerle saber mi inconformidad, a pesar de que yo me vería económicamente beneficiado, ya que después de la conferencia, aquellos muchachos que hubieran asistido a escuchar al Legionario, tendrían como premio una noche de discoteque.

Sí, le externé mi sentir a la dama manifestándole que, una noche de discoteque en donde por supuesto no vendía agua bendita y en un sitio que operaba en medio de la oscuridad, se antoja todo, menos orar y tampoco portarse bien, le expresé sinceramente que no era un buen premio para los muchachos, porque no había razón alguna para premiarlos, sobre todo porque la conferencia se basaría en temas de moral, la familia y muchos aspectos más, y que regalarles una noche de discoteque sería como alcahuetearlos.

Le apunté también que los jóvenes finalmente actúan así porque sus padres en medio de ese gran amor, permiten que los hijos hagan lo que quieran cerrando los ojos para no ver la realidad y, mi sugerencia era que, quienes necesitaban la conferencia eran los padres, porque son ellos las “cabezas” de familias, son ellos quienes están ausentes de dirección… Pero la dama no me escuchó y tanto fue el arguende entre lo que ella deseaba hacer y lo que yo había sugerido, que al final la dejaron sola y la conferencia no tuvo el éxito esperado, porque yo expresé que el evento “tenía doble moral”: No se puede evangelizar a los muchachos premiándolos con un boleto para un sitio non santo. De todos modos, fueron a la discoteque aquellos que le hicieron el favor a la señora de escuchar al Legionario conferencista.

Les cuento esto porque en esta ocasión la conferencia no va dirigida exclusivamente a jóvenes, sino a padres de familia, jóvenes y a toda la sociedad en general, porque un problema de “adicción”, como lo contará Regina Kuri, no es solo un problema familiar, sino un caso social que nos incumbe a todos directa e indirectamente.

Regina Kuri… Es una mujer que nació en buena cuna: Su terrorífica historia empezó porque desde niña, y siendo una chava “normal pero rara” -era líder, deportista, encantadora pero mala estudiante-, desarrolló un serio problema de autoestima que la llevó a sentirse “menos que los demás pero con más derechos” y con un “vacío” interior que la orilló a extremos que no midió y que sólo llenaba la droga.

“-Los adictos como yo-“, relata esta mujer que vivió presa de las drogas durante 14 años, “no tenemos sentido de pertenencia y generalmente vivimos con un vacío muy grande. Pensamos que el mundo está en contra nuestra cuando no hay nada que nos lo demuestre”.

Regina Kuri, es una más del resultado de unos padres que le dieron “todo” pero que durante años se hicieron de la vista gorda, se engañaban ellos mismos creyendo que tenían a una hija caprichosa e incluso Rodrigo, su hermano gemelo, también. Es más, los padres decían “Regina es así, rara.” Con su hermano se drogó algunas veces, pero nadie sabía que consumía cocaína. Prefería no hacerlo en público porque con los “cocos es un atascadero y a mí me gustaba metérmelo solita”, cuenta públicamente la conferencista.

Se sabe que en las comidas familiares, Regina “comía una sopa, algo rápido, para que vieran que estaba comiendo, y empezaba a tomar hasta cinco tequilas o dos botellas de vino, con constantes visitas al baño a inhalar cocaína”. No sólo bebía licor delante de sus padres, sino que también se emborrachaba. Es decir, hasta que empezó a consumir cocaína, que “quita la borrachera” cosa que hizo diario durante años. “Ella recuerda que pensaba que había encontrado el hilo negro de la felicidad porque ya no se emborrachaba”.

¿Y los padres de Regina? Es la pregunta obligatoria y como siempre, existe la misma respuesta, la que dan muchos jóvenes “-No, no se daban cuenta”. “Pero además, al principio estaban contentos porque siempre fui pasada de peso, gordita, vamos, y me empecé a adelgazar. Eso ayudó mucho. Pero la verdad es que la negación que existe en la familia puede ser más fuerte que cualquier síntoma-”. Expresa Regina en sus desgarradoras charlas.

Su primera experiencia alcohólica no la olvida. Tenía apenas 13 años y estaba en el cumpleaños de una amiga: “-Cuando despierto, estoy tirada en el piso con la cara helada. Abro los ojos. Un olor muy raro. Me empiezo a tocar la ropa y estaba toda mojada. No me acordaba donde estaba. Evidentemente caí inconsciente. No sé si me convulsioné o qué. Sólo sé que vomité”.

Los expertos aseguran que el umbral de “gozo” de un drogadicto, hasta que su vida se transforma en un infierno, es ínfimo. Pero a Regina “el placer” le duró un par de años, a pesar de las contradicciones. “Lo mejor que viví fue entre los 20 y los 23 años, cuando descubrí la cocaína, que me hacía sentir invencible. Aunque me veía físicamente mal -pesaba 48 kilos y me sentía como con 30 años más– la omnipotencia que produce la cocaína tapaba esa realidad-”.

Finalmente la historia de Regina no es única, se parece a la de muchos jóvenes. Ella a los 18 años ingresó a estudiar actuación. A los 19, Historia del Arte. Decía que iba a comprar libros y compraba drogas. Trabajaba como modelo, como actriz de repente y como mesera. Sus padres le daban dinero para Navidad, cumpleaños y siempre tuvo trabajo. No quería estar tampoco en su casa. No terminó de estudiar Historia del Arte. Llegaba a las tres, cuatro de la mañana a su casa. Avisaba que había llegado y volvía a salir, o llegaba trabada en la coca y no se dormía hasta las siete, ocho de la mañana. Obviamente tomaba pastillas para dormir, ansiolíticos.”

Pero hace 4 años despertó. Todo sucedió un buen día cuando los padres de Regina, finalmente la confrontaron, decidieron que ya debían de meter las manos en el caso. Era una adicta y tenía que internarse. Ella, quizá cansada de tanta euforia, tanta depresión, tanta manipulación, tanto insomnio, tanto vomitar, robar y mentir, no opuso resistencia. “-Estaba cansada de seguir manteniendo esa máscara. “Yo tenía una culpa tremenda con mis papás. Me sentía muy, muy mal. Siempre me causó una culpa tremenda ser quien era. Y andaba resentida con todo mundo,” reflexiona.

Ingresó al Instituto Monte Fénix en donde estuvo 35 días, tiempo para desintoxicarse y participar en terapias individuales y grupales, actividades terapéuticas y dinámicas con su familia, pláticas educativas y grupos de autoayuda para elevar su autoestima. Le dieron una estructura para comer tres veces al día y con horario, cuando ella pasaba días sin probar alimentos o comer cuando le diera la gana.

El final es maravilloso. Regina se regeneró y en medio de esa reformación de vida, encontró una luz, un hilo conductor que la hizo recapacitar y entender que su existencia y todo el paraíso falso en el que habitó, no fue en vano, así comenzó esta historia que llegará a Tapachula este jueves 11 de noviembre en el Teatro de la Ciudad. La entrada es muy barata: 100 pesos planta baja y 50 planta alta, compra los boletos en Cafetería Soconusco, Club Campestre y Ángeles, cafeterías y alta repostería.

La historia de Regina Kuri, tiene ahora como misión primordial compartir con los jóvenes y con todo el mundo su experiencia, su historia de voluntad y lucha en contra de las adicciones en donde ella empezó cuando tenía tan solo 13 años, pero sobre todo, compartir que esa obra nueva de vida no solo es de ella, porque sí fuera suya únicamente se hubiera matado cuando manejaba a 140 kilómetros por hora y se pasaba los altos o, hubiera terminado infectada de VIH… Con ese nuevo despertar a la vida reconoce que Dios operó en ella a través de la ciencia, que sin El, nunca hubiera vuelto a la vida.

Sí eres jefe o padre de familia, una madre comprometida con tu deber o eres joven, te garantizo que tendrás la experiencia más grata de tu vida, pero sobre todo, un curso, una vivencia que por pocos pesos te abre dudas y te da las herramientas para que en casa no exista nunca una Regina más…

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