jueves, 13 de enero de 2011

El empréstito de Valls, en duda

Fichero Político
Angel Mario Ksheratto

Haciendo cuentas y recordando discursos, ayer encontramos una clara diferencia entre las millonarias cifras destinadas a la reparación de baches en la capital chiapaneca; menos de dos semanas antes que Jaime Valls dejase la alcaldía en condiciones nada claras, solicitó al Congreso del Estado,

la aprobación de un préstamo para el arreglo de las destartaladas calles tuxtlecas. Con todo y que la legislatura que aprobó la petición estaba a punto de ceder el paso a una nueva camada de diputados, se aprobó la solicitud de saliente alcalde.

El préstamo fue de 50 millones de pesos. Fue lo que publicitó el boletín del Ayuntamiento. Pasaron los días y Jaime Valls de pronto, se sintió carismático y competente para ocupar el cargo de Rector de la UNACH. Dejó la presidencia en condiciones del todo mal. La Cámara de Diputados no estaba debidamente organizada (las comisiones no se habían repartido, lo que derivó en la aceptación de la licencia de Valls bajo notorias violaciones a la Constitución y a las leyes secundarias) y sin embargo, le dieron licencia para violar todos los preceptos y alcanzar su nuevo capricho, alentado, sin duda, por su señor padre, el señor Ministro de la SCJN.

El alcalde que le sucede, un joven al que pocos le otorgan capacidad para enfrentar los retos de una ciudad desorganizada y con déficits hasta ahora bajo la alfombra, de inmediato empezó la búsqueda de maneras para subsanar —ahora sí, literalmente—, las heridas de una ciudad que sufrió el abandono y la estulticia de un hombre que llegó sólo para “hacer carrera” política y no para servir con eficacia y honestidad.

Yassir Vásquez, asumiendo la inconformidad de todos los capitalinos, decidió poner en marcha un programa cuyo nombre en sí, resulta tragicómico: “Caza-baches”. La inversión, anunció el edil, será de 30 millones de pesos. Veinte menos que los aprobados por el Congreso. Tomando en cuenta el estado catastrófico en que Valls dejó las arcas municipales, suponemos que fue todo lo que encontró la nueva administración para reparar las calles. ¿Dónde dejó el exalcalde los otros 20 millones de pesos?

Es una pregunta que no tendrá respuesta. De eso puede estar más que seguro. Cabe la posibilidad que todo se deba a una mala, pésima administración de los recursos públicos. Podríamos decir en descargo de la administración encabezada por Jaime Valls que las necesidades surgidas durante el inclemente temporal, fueron tantas que hubo necesidad de sustraer recursos de tal ó cual programa para atender las emergencias. Entendible. Pero inaceptable, en virtud de las leyes en materia de recursos públicos: éstos no deben ni pueden ser desviados para fines distintos a los que fueron originalmente destinados.

Ante ello surge entonces la exigencia de una explicación urgente por parte del exalcalde. Porque por muy curioso que parezca, ayer mismo apareció en al algunos diarios quejándose de un déficit, justamente, de 50 millones de pesos en la UNACH. Raro. Sospechoso. Porque quienes conocen a fondo la problemática financiera de la Universidad, saben que la cifra ofrecida por el rector, no corresponde a la realidad. ¿Trata de ajustar cifras entre una y otra institución espantosamente distintas? Todo cabe en lo posible. Todo, a menos que venga una explicación detallada.

Como administrador perpetuo, Valls Esponda debe saber que el dinero ajeno, es como una papa caliente. Y debe saber, además, que su buen manejo, deja satisfacciones a futuro. ¿Pagará acaso las deudas no aclaradas en el Ayuntamiento con dinero de la comunidad universitaria?

Tarjetero

*** Y nos dieron las diez, y las once, las doce y la una y las dos y las tres… Y parados al atardecer nos encontró el fastidio, el aburrimiento. Todos esperaban a Noé Castañón León que se presentara a comparecer ante los diputados, en el marco del desglose del Cuarto Informe de Gobierno. Hombres con pulcras guayaberas, mujeres enfundadas en costosos vestidos “de noche”; los más, con camisas del mismo color y el logotipo de la Secretaría de Gobierno. Estos, sin pudor, portando una que otra pancarta. ¡Ya sabe! La porra no puede faltar. Aburridos, cansados, varios periodistas nos largamos del Congreso. No teníamos qué esperarle. Por tanto, nada supimos de lo que pudo haber dicho ante los azorados diputados que, estoicos, dieron largas a su tradicional acatamiento de normas no escritas. Un colega, haciendo gala de su ácido humor, adelantó que el “Mercado de Las Flores”, como se conoce al mercado “20 de Noviembre”, trasladaría sus puestos de venta al Pleno del Congreso. “Le van a echar tantas flores a don Noé, que esto va a parecer un panteón en Día de Muertos”, dijo. Ojalá esté equivocado y tengamos un periodo de comparecencias lúcido, inteligente, eficiente, respetuoso, profundo. La retórica debe dar paso a la realidad. El gobernador Sabines ha cumplido con su tarea, sí. Pero él, personalmente él, ha sabido poner los pies en la tierra y ha podido reconocer sus fallas. Sus colaboradores deben hacer lo mismo y no llegar al Congreso a presumir justamente de lo que carecen. Y los diputados, a hacer su trabajo con dignidad. No vayan a ser como aquel tristemente célebre “Chunco” (sí, el racista del PRD) que se subía a la Tribuna para mandarle saludos al gobernador. O Mario Vega, que subía a pedir aplausos para el mandatario. Seriedad, por favor, mucha seriedad. Gánense el respeto. *** Los cintalapanecos, molestos; su alcalde, dicen, se ha encerrado a lodo y piedra. Memo Toledo, no recibe a nadie. Algunos creen que no es que no quiera recibirlos; es que se la pasa en Tuxtla y no atendiendo a sus gobernados. *** Luego nos leemos.

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