miércoles, 12 de enero de 2011

LA MADUREZ

Por Carlos Morán
Ayer con el asunto de los “Pérez”, ya se podrá usted imaginar la cantidad de comentarios que me llegaron; todos dándome la razón y por supuesto que no faltó el despistado o que no sabe leer y escribió ofendido, casi mojando el teclado porque él se siente muy orgulloso de su padre, quien aunque pobre, sencillo y humilde, le dio todo lo que es.

Claro que le contesté al lector rogándole de favor que volviera a leer porque nunca generalicé, sino que me referí a unos cuantos y a otros que dentro de su ignorancia y falta de casta les ha pesado toda una vida apellidarse Pérez, porque en el fondo sienten que su actitud no va con apellido tan popular. Algo así como aquel ejemplo vulgar que dice “Los Pérez que comen frijol y eructan pavo”.

Pero dentro de todo, un lector que no conozco me envió un interesante artículo que se publicó en el New York Time y que es merecedor de una discusión, ya que hablamos de la vergüenza que puede causarle a algunos un apellido popular, en otros también es un problema no estar a la vanguardia y… ¿Son motivo de vergüenza los celulares sencillos?

El texto cuenta la experiencia de Chris Glionna, supervisor de restaurantes de una conocida compañía, con su viejo celular. Como el teléfono le daba el servicio necesario, no le preocupaba que estuviera fuera de moda. Pero... (siempre hay un pero), sus colegas lo molestaban y se burlaban cuando extraía su "pisapapeles" del maletín. Tanta fue la bula que llegó a sentirse tan avergonzado que hace un par de meses lo cambió por un Blackberry (el sueño de todos aunque no lo sepan usar o no lo necesiten).

Dice así el Dr. Alejandro Morton: la Crisis en el mundo se debe, entre otras cosas, a la INSEGURIDAD que las personas tienen en ellos mismos; su continua necesidad de comprar jamás será satisfecha porque esperan que la satisfacción personal venga de lo comprado, y jamás será así.

A nivel social no nos hemos dado cuenta de que ese impulso descontrolado por comprar es, en el fondo, la causa profunda de la crisis económica que ha cundido ya por todo el mundo, alimentada por un sistema financiero insaciable que facilitó recursos para que compraran quienes no tenían con qué" (tarjetas de crédito).

Pocas cosas hay más tensionantes que tratar de mantenerse a la moda en ropa, calzado, accesorios, tecnología, viajes, comidas, restaurantes, casas, muebles, autos y todo lo añadible. Quien tiene dinero en exceso puede comprar, usar y desechar, pero quienes vivimos sujetos a un presupuesto debemos cuidar qué compramos y entender por qué y para qué lo compramos.

En efecto, la presión social existe, pero debemos preguntarnos ¿cuánto nos presiona y cuánto nos dejamos presionar? ¿Cuál es el problema de que se rían de nuestro celular viejo? La risa es buena y si no les gusta el celular pueden bromear a costa de él y criticar el aparato, a su dueño o a ambos. El problema es de ellos, no del dueño del celular, a menos que éste lo acepte.

Desafortunadamente hoy en día uno se refiere a las personas por sus posesiones: "Es el chavo del convertible rojo" o "La señora que se acaba de poner bubis nuevas, la misma que usa ropa de marca y tiene una casa enorme en Valle Dorado " o "Es el director que siempre anda a la moda". Es decir, su personalidad no emana de lo IMPRESCINDIBLE, sino de lo PRESCINDIBLE. Lo primero no se compra en ningún lado; lo segundo en cualquiera, si se tiene los medios para hacerlo.

Un amigo muy cercano es multimillonario, pero nosotros lo averiguamos por accidente tras años de conocerlo. Es sencillo, generoso, adaptable a todo y disfruta lo disfrutable. Jamás presume y nunca hace alarde de nada porque tiene muy claro qué cosas son importantes en su vida.

Las trampas de la presión social siempre han estado ahí. Caen en ellas quienes no se conocen a sí mismos y tienen una escala de valores centrada en lo social y en su desarrollo han tenido CARENCIAS afectivas.

El VACÍO personal no lo llena ni los closets repletos, ni los carros lujosos, ni las joyas exclusivas, ni los accesorios de lujo. La satisfacción de los consumidores insaciables no viene de poseer las cosas, sino de PRESUMIRLAS ante los demás; ese es el alimento de diario de ellos, sin el, están fritos.

¿Tiene usted un celular del que sus "amigos" se ríen cuando lo usa? Ríase con ellos y úselo hasta que guste. ¿Le duelen las burlas?

Entonces CAMBIE de AMIGOS, NO DE CELULAR... Es lo justo. Y creo que con esto dejamos resuelto el tema de “Los Pérez”, para quienes no lo comprendieron ayer.

Para comentarios escríbeme a morancarlos.escobar@gmail.com

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