martes, 30 de julio de 2013

Carta a mis regidores

Por Carlos Morán/ Edición para internet 

Estimados regidores, todos hombres comprometidos, así quiero pensar, con nuestra bien vilipendiada Tapachula. Hoy me dirijo a ustedes y no vayan a pensar que me mueve la inquietante ironía de traspasar mi molestia, sino más bien, de clavar en sus respetables fibras sensibles (al menos de alguno), lo que muchos ven pero que nadie se atreve a decirlo por considerarlo una falta de respeto a las autoridades. En mi caso, me mueve la rebeldía y constante irreverencia por llamar a las cosas por su nombre con la más natural sinceridad exponiendo lo de hoy y sin ningún otro interés, bueno, muchos de ustedes saben de qué vivo y no como algunos que escriben para pasar la charola y guardar silencio.

Todos estamos conscientes y de acuerdo que Tapachula es una ciudad joven, con escasa cultura, con pocas tradiciones, costumbres y escasas cosas que nos identifican. Una de ellas y que nos muestra ante el resto del mundo es la calidad de nuestra gente, esa gente franca y poco o negativamente férrea para defender lo que deberíamos de rescatar cuando vemos que los responsables no cumplen ni con el puesto y mucho menos con la función encomendada por el edil.

Cuando estamos fuera de la aldea nos enteramos que muchos se imaginan y tienen la errónea idea de que vivimos entre changos, leones y toda una flora y fauna salvaje. Algunos más documentados saben de nuestro café y de la gran derrama económica que corre por las avenidas y el más culto se atreve a decir que poseemos la mejor comida china, esa que los chinos establecidos desde antaño, supieron darle el toque ideal al paladar que la convirtió en una especialidad que con el paso del tiempo se coronó de fama y prestigio.

Tengo más de treinta viviendo en esta mal nombrada Perla del Soconusco, la que muchos políticos han usado con el eslogan de “pulirla”, sin conseguirlo más que llevar el calificativo como lindo lema de campaña o trabajo de ficción, acostumbrados desde luego, que lo que hoy se publica y se canta con bombos y platillos, mañana el pueblo descerebrado olvidará. Debo decirles, y tal vez muchos de ustedes no tengan conocimiento o simplemente desconozcan de qué se trata. Siempre admiré una sala china que los primeros chinos, integrantes del Kuo Ming Tang, ofrecieron al ayuntamiento de los años 30’s como presente. Una piezas de fina madera que tenían como acompañante un hermoso comedor que alcalde alguno desapareció dejando solo la sala como pieza de museo que mucho tiempo se exhibió en el “h” Ayuntamiento.

No voy a aburrirlos con algo que ustedes conocen de sobra porque no voy a tratar de exponer mis escasos conocimientos contra la rica cultura de nuestra ciudad que ustedes poseen, no, simplemente voy a referirme a unas piezas que tal vez para ustedes carece de importancia porque poseen mayores proyectos urgentes que resolver, que conocer el destino que ha tenido esta sala china que, para muchos indoctos, tal vez gusten más de una de peluche, por razones lógicas al estilo de vida que están acostumbrados.

A fines del año 2010, pude sentarme en una de las sillas de esta hermosa sala que adornaba extrañamente el rincón del salón principal en donde despachaba el presidente municipal en turno. Le solicite al edil entonces que me la obsequiara, pero me dijo que estaba inventariada y no podía hacerlo. Hoy me he enterado que lo que resta de estas piezas únicas y dignas de exhibirse están abandonadas en el antiguo palacio municipal, del que sabe está en ruinas y en comodato al Gobierno del Estado por 20 años, por lo que mucho o nada se puede hacer por ese inmueble pues está en dominio del Gobierno del Estado y son ellos quienes se deben de encargar del tema aunque a ustedes exigir respetuosamente por tratarse de un inmueble histórico.

No sé a quién convenga, quién sea el indicado o quién esté interesado en recuperar esta sala, o bueno, las pocas piezas que aún existen, pero no se me hace justo que hoy estén como piezas inservibles, cuando son las únicas piezas auténticas de museo que nuestro ayuntamiento posee y que sería digno recuperarlas para exhibirlas en algún sitio. También he pensado, antes de escribir lo de hoy, que a lo mejor estoy exagerado y en realidad son unas piezas que no debe de importarnos porque no sirven para nada más que para leña de fogón.

He visto y he sido testigo del trabajo actual del Ayuntamiento y no puedo asegurar que sea el mejor de los últimos años pero voy dejando espacio y tiempo para que demuestren lo contrario. Entiendo que nadie nació para estar en el lugar indicado o de suerte y que muchos tienen como lema natural que, “echando a perder se aprende”, aunque en este pueblo ya no tenemos tiempo para aprender, sino que ustedes tienen que demostrar que están ahí porque son ustedes los mejores hombres que el pueblo eligió para que nos gobernara.

Tengo la confianza que al menos uno, sabrá hacerle honor al puesto que desempeña y tratar de no mostrar que el cargo “les quedó grande”. Siempre he sido respetuoso cuando alguien es electo para dirigir cierta secretaría y dirección, porque supongo que la capacidad de él compite y concursó con la de muchos y fue elegido por nuestro gobernante por ser el mejor entre miles de los que habitamos en esta aldea, así que, lo menos que esperamos de él, es que el director o secretario haga su papel con honestidad y entrega, y si su capacidad es enclenque, que le ceda la silla a otra persona que no busque solamente mejorar su alimentación diaria o ganarse unos pesos para comprarse un auto que nunca ha tenido ni hubiese tenido sino fuera por la diosa de la Fortuna, que no siempre es justa pero sí ciega.

He indagado pero nadie ha sabido darme el nombre o decirme quien es la persona que ha sido nombrado como “Director de Cultura” (vive en el anonimato), quiero pensar que es una persona muy culta, que debe contar con un nivel intelectual y de estudio envidiable o, al menos, el deseo de demostrar que la cultura, es algo que le interesa. Creo, sin temor a equivocarme, que esa persona es quien debería rescatar esta sala a la que hoy me refiero y de paso, dar mantenimiento a los vitrales, única belleza artística que posee nuestro palacio actual y que está también deteriorado y con alguna que otra pieza rota. Espero que ustedes sepan que este vitral no son simples pedazos de cristal de colores pintados y empatados, sino que la materia prima fue traída de distintas partes del mundo los que en conjunto ofrecen esta belleza a los pocos visitantes que abandonan un crucero en Puerto Chiapas y admirarlo.

Tal vez esté equivocado, pero sino vigilamos estos pequeños pero grandísimos detalles, entonces, ¿qué le ofreceremos al raquítico turismo que nos visita? ¿O cómo se le contará la historia a las nuevas generaciones? si quienes han estado en nuestro Palacio Municipal, han pasado de manera desapercibida, sin hacer algo o pagándole a escritor alguno para que les publique mameyazos que antes de finalizar el trienio se revierten en filosas navajas traicioneras, porque quien hoy alaba al político mañana se convierte en su mismísimo verdugo. Pero bueno, este es otro tema que no me importa y que ustedes conocen mejor que este irreverente.

Ustedes como regidores saben que quienes vemos a esta ciudad hermosa es porque la queremos, porque bebimos agua del Coatán, como dice la voz popular, un amor nos ancló o encontramos un sitio en donde la vida transcurre más feliz y sin menos sobresaltos. Ustedes saben que Tapachula se ha convertido desde siempre en botín de muchos (no de todos) que han tenido la única oportunidad de pasar a la historia como celebres hombres, pero que por razones ambiciosas, han terminado en correccionales, o lo que es peor, olvidados por el pueblo terminando sus días en completa penitencia por las deshonestidades cometidas.

Hay mucho más señores regidores, sé que muchos de ustedes y en especial Denise López Espinal, es una regidora que se ha interesado en promocionar y hacer de la cultura algo más que un simple compromiso de su regiduría. Ella, a través de su celular, por las redes sociales y por teléfono, no se cansa de invitar a cuanto evento inventa con la única finalidad, tal vez, de no pasarse los tres años vegetando y ampliando su guardarropa o adquiriendo inmuebles pues siempre ha tenido en donde pernoctar.

Hay mucho más señores regidores, pero no quiero robarles su valioso tiempo y tampoco deseo incomodarlos, que espero a quienes me conocen, no me retiren el habla por este atrevimiento como me ha ocurrido con el jefe mayor que canceló las invitaciones que me compartía por atreverme a hacerle unas recomendaciones en su nuevo quehacer inesperado y tan ansiado. 

(Por cierto, sí alguien escribe que el monumento que se está construyendo en la entrada de Tapachula y que no comprende el trabajo que realizan en otras rotondas, no hagan caso, pues lo más seguro es que está buscando un cheque o boletos de avión gratis. Dice una frase intelectual “Dejen que los perros ladren, es señal de que vamos caminando”)

Termino lo de hoy deseándoles que continúen trabajando por los tapachultecos y este jirón de la patria, y no solo les digo ¡Salud y larga vida!, que la misma vida les hará justicia al final de sus días de lo que hicieron o dejaron de hacer por cientos de tapachultecos que duermen con la esperanza de despertar un día y ver que todo el eslogan político, sea una realidad y no la típica farsa tradicional.

Para comentarios, escríbeme a morancarlos.escobar@gmail.com

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