-LOS DESPROPÓSITOS PARA EL 2015
Por Ronay González
No ando bolo, aclaro que sé perfectamente que después del 13 sigue el 14, y que faltan más o menos cinco días para que se termine este año, pero si va a estar como el pasado, mejor me lo brinco.
Todos los fines de año me imagino lo mismo, que ahora sí van a mejorar los sueldos, que los impuestos que pago los voy a ver en calles transitables, carreteras decentes, mejores servicios, pero la verdad es que nada de eso sucede, por ende, tampoco suceden mis buenos propósitos.
Que si quiero bajar esta panza, y no a las rodillas, pues hay de dos sopas (bueno tres, con la de verduras), o dejo de trabajar un poco para que me pueda levantar a hacer ejercicio, aunque sea a caminar - lo cual no es posible porque implica dejar de recibir ingresos- o me inscribo en un gimnasio, que obviamente me va a cobrar por ir, por lo que tampoco es opción, así que sólo queda la sopa de verduras, y de las que no estén muy caras.
Ahorrar, ¡oh! dulce tormento ¿quién carajos puede ahorrar en estos tiempos? A penas hace una generación, es decir la de mis padres, las mujeres podían darse el lujo de no trabajar, y quedarse en su casa a cuidar de la familia si así lo decidían, sólo trabajaba el señor y sacaba hasta para salir de vacaciones, ahora si no trabajan los dos, no hay forma en que alcance la paga, y de vacaciones, pues será cada dos o tres años y no muy lejos.
Se supone que son doce propósitos los que debemos hacer, uno por cada campanada del reloj que estrena los primeros segundos del Año Nuevo, pero si todos parecen imposibles ¿cómo le hace uno?
Que hay que aventar las maletas por la puerta para que viajemos, yo no pido tanto, yo quiero disfrutar mi ciudad, quiero salir sin encontrarme una bolsa de basura en cada esquina (una es un decir), caminar por calles iluminadas y seguras, que no se ponchen las amoladas llantas de mi coche en los baches. ¿qué avienta uno para que eso suceda?
Otro imprescindible son los chones según la prioridad, que rojos pa'l amor, amarillos pa'l dinero; ya deberían inventar unos bicolores porque curiosamente cuando se va el dinero se va el amor y cuando llega el dinero también llega el otro como por arte de magia. He visto tantas parejas desintegrarse por el mugroso (pero muy necesario) dinero. "Eso no es amor" diría la filósofa de Xochiltepec, me atreveré a contradecirla esta vez, porque hasta ahora no he visto tienda, tortillería u hospital que reciba amor como pago y mucho menos que dé cambio.
¿Qué nos espera para este 2014? De lo que puedo asegurar: nuevos impuestos, nuevas enfermedades; lo que no puedo asegurar pero es lo mínimo que esperamos: menos inseguridad (pero con que siga igual ya nos dieron en la torre), menos pobreza (y sucede lo mismo que con la inseguridad), menos corrupción (más ya sería el colmo). Entonces ¿para qué?
Y si mejor hacemos de cuenta que el 2014 ya pasó y que gobernantes, ciudadanos, organizaciones, estudiantes, todos hicimos lo que teníamos que hacer y entonces sí, sigue un año lleno de buenas noticias, de menos impuestos, de índices de inseguridad y corrupción a la baja, de gobiernos que cumplen y ciudadanos organizados.
Entonces sí puedo hacer no doce, hasta 20 propósitos. Me voy a ir a un gimnasio en donde me dejen con el "lavadero" de Moreira (no el de dinero), voy a leer, leer y leer, es más, hasta voy a escribir un libro, a plantar muchos árboles, ¡ah! pero antes me voy a cambiar de casa, si no pos' dónde; ahora sí me voy a tomar unas vacaciones de unos 15 días, voy a cambiar de coche y hasta puedo proponerme irme de parranda todos los fines de semana.
Ven, cómo suena mejor el 2015 para hacer propósitos y hasta despropósitos. Así que ustedes me disculparán, pero creo que voy a hibernar como oso, y cuando este desgarriate de país haya tomado forma, entonces y sólo entonces me despiertan; no me avisen si resultan despilfarros en más estados de la República, si le encontraron cosas chuecas a tal o cual funcionario, si ya hay más grupos de autodefensa, o de narcos, o más militares que civiles en las calles; si aumentan las cifras de secuestrados, desaparecidos o muertos.
Si no hay una buena razón, despiértenme hasta el siguiente brindis, en donde sí alcance pa' las uvas, el cochito ahumado y pueda darle la bienvenida a un gran año.
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