jueves, 5 de diciembre de 2013

CARREREANDO LA CHULETA


SAKI NICHIM ANTSETIK

Por Ronay González

Esta es una de esas historias que me provocan sentimientos encontrados. ¿Han escuchado de Sakil Nichim Antsetik? Para empezar es triste que prácticamente nadie sepa lo que eso significa: Mujeres de las Flores Blancas, lo cual deberíamos saber, entre otras cosas porque se trata de nuestros orígenes como chiapanecos, de una maravillosa cultura que se está perdiendo, pero dejando a un lado las raíces lingüísticas y antropológicas, les platico que conocí esta organización curiosamente en un medio de información nacional.

Me dio gusto que se le diera difusión, que se conociera en todo el país lo que estas admirables mujeres hacen, sin embargo, no concibo que aún, en pleno siglo XXI, haya que luchar, tanto, por estas causas, que deberían ser tan naturales como el derecho a tener un nombre.

La fundadora de esta organización se llama Sebastiana y nació en Ujcumiljá, Ocosingo, lugar que dejó a los diez años para estudiar en un albergue del Instituto Nacional Indigenista (es la primera vez que veo el fruto de su trabajo, por cierto). Ahí terminó la primaria. Primer “detalle” ¿por qué no pudo terminar en Ujcumiljá, su lugar de origen? Porque no había escuela, porque no la dejaban al ser mujer, por ser pobre, porque debía trabajar…

El caso es que después huyó a San Cristóbal de las Casas y se inscribió en la secundaria. Empezó a trabajar como empleada doméstica ¡qué raro! ¿Por qué tendrán que ser nuestras indígenas las que muchas veces siguen siendo explotadas, ya no digamos sin prestación alguna, además con serios abusos?
Fue precisamente mientras trabajaba que Sebastiana comenzó a notar las serias violaciones a los derechos humanos que se cometían contra mujeres como ellas.

Madre soltera de dos hijos, llegó al Grupo de Mujeres de San Cristóbal con el fin de pedir ayuda para demandar una pensión alimenticia, y ahí mismo, un año después comenzó a trabajar como ayudante de investigación sobre salud reproductiva en mujeres indígenas.

Creo que ni ella misma se lo hubiera imaginado, y ahí estaba Sebastiana, quien tuvo que hacer de todo para tener estudios básicos, que limpiaba casas, y ahora acudía a talleres sobre sexualidad, violencia familiar y derechos reproductivos, con la gran ventaja de poder traducir todo este aprendizaje al tzotzil y al tzeltal; y aprendió sin duda a vivir la vida de una forma diferente.

Fue en el 2007 cuando Sebastiana fundó “Mujeres de las Flores Blancas”, una organización desde donde lucha contra costumbres y creencias, para que las mujeres que presentan complicaciones durante el embarazo, parto o puerperio pudieran recibir la atención necesaria, insisto, son temas que debieron haber estado resueltos desde hace décadas, pero parece que no ha habido a quien le importe.

No tendría por qué costar tanto trabajo algo tan básico, pero en palabras de la misma Sebastiana, su tierra” es uno de los municipios más conservadores del país, por lo que darles a conocer sus derechos a las mujeres, es en parte frustrante, ya que puede ser difícil ejercerlos y reclamarlos”. Pareciera película en lugar de nuestra terrible realidad.

Educación, salud ¿Qué no se supone que son para todos? Pareciera que sí, siempre y cuando no seas indígena, y mujer.

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