DEPORTE O COMIDA, DIFÍCIL DECISIÓN
Por Ronay González
A mí me encanta disfrutar, aunque sea por televisión, las gestas olímpicas, los mundiales, y todas esas “fiestas” internacionales que además nos permiten conocer a los mejore,s o al menos a los mejores que llegaron, en cada una de las disciplinas.
Sin embargo hoy día, tal parece que se trata de un concurso de gastos; algo habrá que hacer porque ya se han dado los primeros signos de desacuerdo, y es que no es para menos.
Imagínese por un momento que nuestro país fuera a ser sede de los Juegos Olímpicos y que se nos anunciara que se van a gastar el doble del presupuesto que se destinó para la llamada Cruzada contra el hambre.
No estoy muy seguro de que realmente nos moviera de nuestro plácido lugar a todos, pero seguramente (eso quiero pensar), muchos saldrían (saldríamos, eso quiero pensar) a protestar, porque si bien es cierto que son inversiones que traen beneficios económicos, ¿dónde se quedan esas ganancias?
Estamos ya inmersos en Sochi 2014, en donde se tendrá la justa deportiva más cara de todos los tiempos: más de 51 mil millones de dólares (póngale muchos ceros al 51) ¿para qué alcanza esa cantidad? Para que nos demos una idea, hace un par de años Barack Obama anunció que los países del G8 (los más poderosos del mundo) invertirían 22 mil millones de dólares en países pobres para la lucha contra la pobreza durante los próximos años, es decir, para el hambre del mundo se destinará menos de la mitad del dinero que se va a gastar en los Juegos Olímpicos de Invierno que inician este fin de semana.
Ya hubo protestas en Brasil, un país en desarrollo en donde las necesidades son muchas y no están muy convencidos de que valga la pena la “inversión”, y no es gratuito, pues si bien hay ejemplos de cómo puede lograrse un éxito económico, también los hay en donde años después, los ciudadanos siguen pagando una infraestructura innecesaria, y elefantes blancos por todos lados.
Según los registros, Barcelona 92 ha sido el mayor ejemplo de éxito si se habla de dinero, pues con una inversión de 6,728 millones de euros, tuvieron un beneficio económico de 18,678 millones; además dinamizó su turismo, remodeló su ciudad y tuvo un gran impacto internacional, a pesar de que en un principio fue un gasto importante para las arcas del Estado.
Claro que también están los casos de fracaso: Montreal 76, Atlanta 96 y Atenas 2004, de hecho hay quien afirma que el origen de la crisis económica de Grecia fueron precisamente los Juegos Olímpicos.
Se supone que para obtener una sede, se debe presentar una oferta en donde entre otras cosas se contemple que el impacto de los Juegos no será perjudicial para la ciudad y el país en cuestión, además de demostrar que la ciudad anfitriona logrará un beneficio y evitará una carga excesiva a los ciudadanos, mejorando su calidad de vida, pero suele pasar que entre los planes y la realidad haya un mundo de diferencia.
Los límites muchas veces ayudan, y creo que sería interesante que se comenzaran a marcar en estos eventos, que se note más la creatividad, que se haga más con menos, o que se estipule que una parte de las “ganancias” sea destinada a combatir el hambre de los países sede o del resto del mundo, porque los ceros a la derecha siguen aumentando, pero los seres humanos que no comen todos los días también. ¿No cree?
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