La reivindicación de Camacho
Por. Rodrigo Ramón Aquino
Hace dos días comentamos la versión salinista de 1994 y el desmentido a Manuel Camacho Solís. De las líneas más duras dirigidas por el presidente de México al actual senador de la República por el PRD se encuentra aquella de “… llegó un momento en el que él ya se había vuelto irrelevante”.
La entrevista concedida a El Universal, calificada como a modo por un significativo número de líderes de opinión, ha sido motivo de incontables textos, la mayoría de extrañeza, porque fuera del mundo maravilloso y reformador que plantea el polémico político, a Salinas de Gortari se le olvida que en aquél último año de su gobierno, su figura no podía pensarse sin su brazo derecho, un Camacho Solís con toda la legítima aspiración de ocupar la silla presidencial (por lo que se distanciaron), motivado por todo lo que había hecho por él.
Por ejemplo, Ciro Gómez Leyva, en su columna La historia en breve, le recuerda que el 29 de agosto de 1994, junto a Raymundo Riva Palacio, publicó en el periódico Reforma una entrevista donde habló largo y elogiosamente de Manuel: “Yo tengo un gran aprecio por la labor de Manuel Camacho. No solo por la amistad que tenemos entre los dos, sino por el trabajo que desarrolló (…) Su desempeño como comisionado para la Paz en Chiapas también contribuyó, de manera importantísima, a que la solución del problema se acreditara por la vía de la política”.
Pero más allá de la apreciación personal de un Salinas de Gortari 20 años más joven, la prensa del país tiene muy claro —gracias a lo que se llama hemeroteca, señor— es que Camacho Solís pudo ser cualquier cosa, menos irrelevante:
Carlos Ramírez, autor de Indicador Político, nos recuerda que Camacho Solís no sólo fue un personaje importante en el proceso de paz en Chiapas, sino que fue el salvador de la presidencia de Salinas. Como operador político, Camacho fue el encargado en 1988 de negociar con el Frente Democrático varias senadurías a cambio de no reventar el conteo (seguro recuerda la caída del sistema). Que también pactó en secreto con el líder panista Luis H. Álvarez intercambiar el voto del PAN en la calificación de las elecciones en el colegio electoral por reformas políticas y las concertaciones de gubernaturas a cambio de su apoyo.
Y si algo concede Ramírez a Salinas es efectivamente que ni la paz ni el cese al fuego fueron gracias a Camacho Solís, porque su gran victoria fue otra: la exclusión, en los 40 puntos acordados en San Andrés, del tema de la renuncia de Salinas por el fraude de 1988, principal demanda zapatista.
Los dichos de Salinas de Gortari alentaron una tercera entrevista, publicada ayer en El Universal, en la que el propio Camacho Solís, ya arengado, considera que el ex presidente Salinas de Gortari padece amnesia, ya que olvida la situación política y económica que se vivió en su sexenio, así como los casos de corrupción, en especial, dice, el de su hermano Raúl.
Considera que la pérdida parcial de memoria de Salinas es resultado de una "soberbia" que no aprendió a dominar, a pesar de haber sido jefe de Estado y haber vivido situaciones "muy dolorosas" cuando dejó de serlo:
“Su lectura del 94, la turbulencia como expresión de la lucha de los viejos intereses contra las reformas, de los ‘malos’ de entonces contra el ‘reformador’, no es más que un mensaje con el que busca congraciarse con el presidente Enrique Peña Nieto, a quien advierte: ‘cuidado, a ti —que eres un gran reformador— los malos te querrán derribar’”.
Finalmente, sobre lo dicho por Salinas, de que ya Camacho ya era “irrelevante”, éste también asoma el cobre de la soberbia:
—Si fuera irrelevante no me hubiera dedicado la entrevista...
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