LA MEJOR INVERSIÓN, JUNTO CON LA EDUCACIÓN, ES EL DESAYUNO DE LOS NIÑOS
Por Ronay González
Allá por ni natal Xochiltepec, doña Blanqui vendía unos pambazos únicos, cortados por mitad con frijol, les ponía encima crema, una ensalada medio agria de repollo y salsa de tomate (ahora le dicen Pepe’s –con apóstrofe y todo para que se ve más ‘nice’- en los restaurantes fufurufos); eran un verdadero manjar, también preparaba un pastel de galleta maravilloso, más simple que la sonrisa de un policía cuando le dicen ‘comandante’ con tal de disminuir la infracción; su menú tenía además tacos dorados, empanadas que incluían la emoción de encontrar la carne; en fin, tal vez no era la mejor comida, pero tu panza lo agradecía, y sólo así se podía aguantar el genio del maestro.
No hay nada peor que tratar de entenderle a los jeroglíficos de los maestros con el ruido de las tripas a todo lo que da; y es que cuando no se tiene qué comer hasta el recreo es insoportable, un verdadero tormento para algunos niños.
Por eso me dio mucho gusto enterarme que el Dif Chiapas está procurando que los chamacos coman algo de calidad antes de iniciar sus clases. Dice la presidenta, la señora Leticia Coello, que a la fecha el 90 por ciento de la población estudiantil de las escuelas primarias del estado se han incorporado al Programa “Desayunos Escolares”, esperemos pronto sea el cien por ciento; es un derecho de los niños.
Y no crea que les dan pambazos y empanadas, que lo delicioso nadie se los quita, pero honestamente son poco nutritivos; no, a los chamacos les procuran una alimentación adecuada: frutas, cereales, leche.
Claro que la chamacada preferiría una bolsa de fritangas y un refresco, pero la idea es que, además de que se les queden más cosas en la cabeza, padezcan menos enfermedades al estar bien nutridos, por lo menos en lo que a los primeros alimentos que reciben se refiere.
A mí me tocó en aquella escuela del pueblo, que yo, o alguno de mis compañeros, no traíamos nada de dinero para comprar, ni llevábamos comida, si bien nos iba nos daban algo antes de mandarnos a la escuela, y con eso nos aguantábamos hasta que regresáramos y pudiéramos comer; la verdad había veces que sólo te tocaba un tarro de café antes de irte, o… nada.
Siempre hay que encontrarle el lado bueno a las cosas y hasta eso, nos servía para practicar algunos valores, porque los que sí traían a veces compartían con los que no, pero además en un lugar privilegiado como ese, en donde seguro el Colocho tiene una casita de descanso, abundaban los palos de cuil, caspirol, mango, a veces hasta mandarinas y naranjas podías cortar. Los árboles quedaban lejos de la escuela, pero si le “metías pata”, apenas sonaba la chicharra alcanzabas a llegar, cortabas dos mangos y corrías de regreso.
Está demostrado que los niños que desayunan tienen mejor salud, disminución de caries dentales, mejor conducta y una mayor habilidad cognitiva, además de que se ven más “abusados”, sonríen más, se siente más felices; los padres también, porque a lo mejor ellos tampoco desayunan, pero tienen la seguridad de que sus hijos sí lo harán.
Ya no podemos permitir el hambre, y es bueno saber que al menos aquí, en este estado, los niños desayunan bien; estoy seguro que esta simple acción dará muchos buenos resultados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario