viernes, 11 de julio de 2014

CARREREANDO LA CHULETA


RESPIROS
Por Ronay González

Hoy (para usted) es uno de esos días en los que de haber sabido ni abro los ojos, quedé horrorizado con las imágenes de los bombardeos contra Palestina, más allá del morbo de muchas de las fotos, fue terrible ver a decenas de niños, de todas las edades, asesinados de forma tan cobarde ¿cómo pudieron haberse defendido? ¿de qué eran culpables?

Después, las penurias que viven los niños que pretenden cruzar solos hacia Estados Unidos, mexicanos muchos de ellos, me cuesta trabajo imaginar las razones que los orillaron a tomar esa decisión, a ellos, o peor aún, a sus padres; no es justo todo lo que sufren.

Continúo con los casos de bullying, de suicidios de menores de edad, de niños maltratados, total, que en momentos así es cuando creo que la única solución que tenemos como humanidad es que nos extingamos como los dinosaurios y sólo queden unos cuantos que puedan recomenzar, sólo hay que fijarse bien que no sean políticos, si no de nada va a servir.

La cara me cambió, bueno eso sería un milagro, digamos que al menos dejó de tornarse fúnebre cuando descubrí unos concursos que yo no sabía que se hacían en México y que se llaman diseña el cambio, quién lo patrocina es lo de menos, sinceramente es lo menos que pueden hacer, pero eso es otro asunto, lo que me devolvió la esperanza fueron las propuestas de los niños para solucionar problemas cotidianos.

A una autoridad le hubiera llevado meses, tal vez años, o mejor dicho no han sido capaces de darles solución, por eso siguen siendo un problema, en cambio estos niños y jóvenes sin mayores recursos que su fuerza de voluntad, lo hicieron y con excelentes resultados, le voy a dar sólo dos ejemplos, claro que con una doble intención, porque son problemas que también tenemos nosotros aquí y si copiamos la solución, qué mejor, supongo también de eso se trata.

El primer problema le sonará conocido: los niños se percataron de los estragos que ocasionaban en la vía pública los perros callejeros en su colonia, sus heces estaban en las banquetas, rompían las bolsas de basura lo que atraía a otros animales como ratas y cucarachas ¿qué hicieron? Primero que su comunidad tomara conciencia, empezando por su familia sobre lo que es ser un “dueño responsable”, es decir, tienes que cuidar de los animales que tengas en casa, alimentarlos, evitar que se enfermen, y si hacen sus necesidades en la calle, recogerlas.

Una vez que se eliminó el problema con los que tenían dueño, buscaron entre la comunidad quién apoyara con un lugar en donde se creara una especie de albergue para llevar a los que quedaron en la calle. Todos los alumnos donaron un poquito de croquetas y buscaron apoyo para que quedaran listos para ser adoptados.

Así, si los dueños de los perros se responsabilizaban de sus mascotas, y los callejeros que encontraron lograron ser adoptados, el problema si bien no desapareció, disminuyó notablemente. ¿Qué fácil no? Y todos se involucraron, vecinos, maestros, familias.

El segundo fue ponerle un piso digno a una cooperativa, sí, en todo nuestro México hay escuelas con pisos de tierra. ¿Qué hicieron? Organizaron una rifa entre toda la escuela para recaudar algunos fondos. Preguntaron quién en la escuela podía conseguir un buen precio para el material; comisionaron a algunos que buscaran apoyo de las empresas, una cementera apoyó y les regaló el cemento; un padre de familia dijo que podía vigilar la obra y lo hizo; el cemento no sólo alcanzó para el piso, también para mesas con bancas para que ahí pudieran comer los alumnos de esta telesecundaria.

Cuando uno lee estas cosas, le llega a pasar por la mente: ¡Qué fácil! Honestamente debe ser todo menos eso, pero lo han logrado, son realidades, son niños y chavos esforzándose, resolviendo problemas, participando, de la mano de los adultos como debe de ser.

Después de ver esto y a mi hijo que salió de la primaria lleno de ilusiones, con cientos de sueños y proyectos, me percaté de que definitivamente nos merecemos otra oportunidad.

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