lunes, 14 de julio de 2014

CARREREANDO LA CHULETA


LAS MORENAS DE MI VIDA

Por Ronay González

Tuve hace muchos años una novia morena, increíble mujer, era perfecta en todo, desde la manera de besar (bueno se suele exagerar en la secundaria), rebosante de salud, y por alguna razón creía todo lo que ella me decía. No tuve la oportunidad de ser su pareja en todos los sentidos, pero fue un amor tan limpio y hermoso que lo guardé para siempre en mi corazón.

Pláticas increíbles, fuimos novios, amigos, pero sobre todo confidentes, sin embargo algo pasó, exactamente no sé qué, pero deslumbrada por los halagos de más de uno, decidió ponerle fin a nuestro fugaz romance. Ninguno de los dos nos rogamos ni guardamos rencor, entendí que una mujer así, casi a punto de llegar a la prepa, se merecía algo más que el abandono de un estudiante que trabajaba, y al parecer, ante la insistencia de más de un bandido que le prometió la luna misma, mi morena sucumbió; desde ahí, la encontraban más veces en fiestas y borracheras, que en clases; la vi más en problemas en la dirección que en el cuadro de honor; vi mas a sus amigas que a ella, en fin, mi morena se perdió en esa alegría que tenía, la consumió.

Ya casado, con hijos, hace un par de años, yo con muchos kilos más, ojeras un poco (un mucho) más profundas, pero con una idea mejor definida de la meta a la que quiero llegar, me la encontré de nuevo, estaba igual de hermosa, no parecía haber tenido 4 hijos, una morena increíble, me atrevería a asegurar que si se ponía el uniforme de la prepa le quedaría igual, que fácilmente se confundiría con una preparatoriana, de esas que se quieren comer el mundo a cucharadas.

Ciertamente la noté más sensata, nos saludamos con mucha alegría, platicamos y nos dimos tiempo para tomarnos un café. La plática fue muy sencilla, llena de recuerdos, tenía enfrente a la primer mujer de la que me enamoré, sin embargo, confirmé en ese instante que por más amor, si hubiera seguido con ella, mi realidad no sería mejor que la que tengo.

En mi vida, tengo que decirlo, hay otra morena que causó la misma impresión; un amor que finalmente también me desilusionó, pero del que me da alegría saber, sin ella la pasión que me mueve en mi trabajo no sería igual, una morena que me ha quitado el sueño por lo que dice, pero que al igual ha sido protagonista de muchas decepciones, desde no estar de acuerdo con ella en lo absoluto, hasta decir: ¡qué bueno que tengo esa morena! (así de bipolar soy).

De la primera morena me reservo su nombre porque es una mujer casada (y felizmente según lo externó), pero la otra es una morena de todos, y hablo del nuevo partido político. Una corriente política de hace muchos años, que registró más de 130 mil afiliados, ya son muchos dijera mi abuelita, pero que, al igual que la morena de la prepa, me ha causado muchos pesares.

Efectivamente han tratado de ser una visión distinta de la política, pero también han caído en los absurdos radicales, en esos que no sirven de nada, porque ni logran su objetivo y sólo provocan una mayor división. Puede ser cierto que no compren votos, pero seamos realistas, sí compran manifestantes.

En Tapachula las cosas son como en el resto del país, sus fundadores y antecesores, antes perredistas, han tenido excepcionales candidatos y los que han ganado -como PRD- han sido de todo un poco; gente conocida, de trabajo la gran mayoría.

Un grupo de amigos me llamó para decirme que ya están en Tapachula, deseosos de trabajar para esta región, y como todo nuevo romance obviamente chambean todos juntos y en la misma sintonía. Román Reyes, Manuel Grajales, Enrique Mota, son conocidos míos desde hace algún tiempo y hasta el momento no les he sabido que sean malos ciudadanos, todo lo contrario. Ahora son gente de Morena.

Otro miembro de esta corrinte es mi amigo el doctor Óscar Gurria Penagos. –Qué hace acá- le dije después de una de sus increíbles pausas (que no sabes si van a terminar en regañada o en carcajada) y me dio una buena respuesta: “¿quieres cambio? Hay que trabajar”. Un extraordinario profesionista que cura enfermedades conocidas y desconocidas, de firmes convicciones, que le ha dicho –no- a más de uno, pero que también ha apoyado causas que buscan el que le vaya bien a Tapachula.

Me dio gusto verlo en las filas de Morena, seguramente esa forma de ser irreverente, con buen sentido del humor e ideas definidas, traerá cosas buenas al partido; con que logren que suba el nivel de la política, que haya más responsabilidad por parte de todos los partidos respecto de los candidatos que proponen, será ganancia.

Sólo espero que los caprichos de la cúpula no terminen convirtiendo a este partido en más de lo mismo, y que dentro de poco tiempo veamos a una Morena que es igual que todos; ojalá siempre sea igual que antes, como mi morena de la prepa, con la que no quiero estar, pero que me da gusto que le vaya bien.
 

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