viernes, 31 de octubre de 2014

CARREREANDO LA CHULETA


A LA ESCUELA PRESIDENCIAL

Por Ronay González
Ya se acerca la época de las campañas, luego las elecciones y a mí ya me están entrando los nervios, no porque me esté autodestapando, sino porque me da miedo el pensar ahora qué borricos van a tomar las riendas de los municipios.

De hecho en una de esas tardes en que me divierto leyendo y calificando las tareas de mis alumnos de Trabajo Social del CUCS, se me ocurrió una dinámica para aplacar mis nervios.

Uno de los principales problemas es que muchos de los que llegan a las alcaldías apenas van a experimentar qué diablos es eso de administrar un municipio, que, de una vez les digo, no es cosa fácil, mucho menos si se rodean de puro adulador tarado, que en lugar de sacarlos de algún apuro los va a meter en grandes líos, créanmelo, o no me crean, mejor revisen la historia.

Sigo sin entender por qué para ser médico te tienes que aventar como cinco años de escuela y al menos dos de práctica, para que puedas ejercer como tal, si quieres ser contador igual, en fin, todas las tareas requieren de tener teoría y práctica, esto para medio garantizar que el individuo no va a cometer una barbaridad a la hora que esté ejerciendo, pero ¿por qué cuando se trata de manejar el dinero del pueblo, de llevar las riendas de algo tan delicado como un municipio no se les pide nada?

Ya sé que la Constitución dice que basta con que sean mexicanos y tengan cierta edad, pero en algún lado deberían de establecer que se les obligue a tomar un propedéutico aunque sea.

Porque si bien es importante su cercanía con la gente, sus propuestas, su trayectoria, nada de eso garantiza que sepa cómo llevar las riendas de un municipio en aras del avance del mismo, pueden ser magníficas personas, con ideas muy buenas en el mejor de los casos, pero a la hora de estar ahí sentados se les hace bolas el engrudo y los que pierden son los ciudadanos; claro que en el peor de los casos ni siquiera tienen nada bueno y sí muchas malas mañas.

Los mismos alcaldes terminan aceptando su triste realidad, en más de una ocasión los he escuchado decir en el último año de sus gestión: “por qué no hice tal o cual cosa, por qué no apliqué esos recursos en otro rubro…”; el hubiera no existe.

Tiempo lo hay, no entran en funciones el día siguiente de haber sido declarados ganadores, pasan al menos seis meses, tiempo ideal para que tomen un curso intensivo, de 10 hora diarias, en donde se les explique absolutamente todo, que echen a perder ahí en lugar de llegar a improvisar en sus municipios.

¡Ah! y no necesitan invertir millones y millones como les encanta, que se le dé una pellizcadita a los presupuestos de los partidos y que de ahí salga, finalmente debería ser su obligación preparar a los futuros gobernantes ¿no esa es la máxima de un partido? Llegar a gobernar, pues nos harían un gran favor a todos si llegaran a gobernar BIEN.

La verdad es que lo mismo sucede en los congresos, en donde el primer año llegan a experimentar, el segundo a medio hacer y el tercero se dedican a ver a dónde van a brincar, así que bonita cosa, les pagamos porque chambeen tres años y resulta que medio lo hacen uno si bien nos va.

Ahí está la propuesta, ya no queremos improvisados aprovechados, nos sale muy caro, necesitamos profesionalizar la política, es más para que se emocionen, le llamaremos la “Escuela Presidencial”.

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