“SOBRA MÁS DE LO QUE FALTA”
Por Ronay González
La frase no es mía, es el slogan de un banco de alimentos de algún lugar en este país y me pareció que podía aplicarse a muchas situaciones.
¿Cuánto tiramos, desperdiciamos, abandonamos, sin ponernos a pensar en los demás, en que alguien podría necesitar aquello a lo que no le damos valor?
Si hablamos de comida, ya se los había comentado alguna vez, nunca entendí por qué la dichosa Cruzada contra el Hambre no incluyó el aprovechar lo que finalmente acabará en la basura. Aclaro que no estoy diciendo que se les dé a los más necesitados aquello que ya no sirva, pero hay un punto en el que por ejemplo las frutas y legumbres están maduras (no podridas), perfectas para el consumo, pero para los mercados ya no son funcionales. Todo eso finalmente se tira, todos pierden, en cambio si se hubiera hecho un convenio razonable, con productores, bodegueros, supermercados, podrían comprarse a un muy bajo precio y así las pérdidas de todos serían menos.
Lo mismo pasa con los restaurantes. Muchos de ellos sólo sirven comida del día, y qué bueno, pero todo lo que queda, lo que perfectamente podrían comer muchas familias, se tira a la basura. Sería una excelente idea que se hicieran recorridos por las tardes para recoger la comida en perfecto estado y que se repartiera en colonias marginadas por las noches. ¿Se imagina cuántos niños, señoras, jóvenes, comerían bien todos los días después de un día de mucha chamba como seguramente tienen?
Así le puedo seguir con varias cosas. No es que no haya, de lo que carecemos es de gobiernos y sociedad organizada que se dedique a formar estos vínculos.
Y aunque a veces pienso que ya somos muchos, que ya no cabemos, que no va a haber tierra ni agua que nos alcance si seguimos con estos porcentajes de crecimiento, en el fondo sé que el problema es que todo está repartido inequitativamente, y cada vez es más notoria esta diferencia: los que más tienen cada vez son menos y tienen más, los que menos tienen cada vez son más y tienen menos.
En la educación también hay mucho por hacer. Las escuelas particulares han proliferado como chepilín en tiempo de lluvia y yo soy de la idea que con todo el dinero que sacan, perfectamente les podrían exigir un determinado número de becas dependiendo de la matrícula que manejen y de lo que cobren. Ha de haber más de un colado en la Secretaría de Educación que se dedique a buscar niños de bajos recursos con buenos promedios en cada zona escolar, para ubicarlos en las escuelas particulares, lo cual no es garantía de que vayan a salir del estado de pobreza, pero al menos las posibilidades serán mayores.
También aplicaría algo similar para el campo médico, debe haber alguna forma en que los hospitales privados, que no cobran nada barato, colaboren con los ciudadanos que quedan fuera de todo servicio de salud.
Es más, al borde del delirio, creo que deberíamos regresar al trueque. Ahora con las redes sociales podríamos hacer la comunidad del “yo tengo-yo necesito”. Por ejemplo, a lo mejor necesito cambiar una cama individual por una litera porque ya tengo dos hijos. Lo más común sería tratar de vender la cama que tengo, y juntar más dinero para comprar la litera que necesito, pero qué tal si hago mi anuncio y me encuentro con alguien a quien ya le estorbe una litera y necesite sólo una cama, las cambiamos ¡y listo!
O qué tal si soy un excelente médico y puedo ofrecer mis servicios en una comunidad que se dedica a la acuacultura, que me den al final de un día al mes unos kilitos de trucha y apoyo a la salud de las embarazadas por ejemplo, o de los niños.
Sé que sería mucho más complicado de lo que suena, pero de alguna forma habría que parar el avance de las diferencias, porque las posibilidades de que usted y yo brinquemos a la elite de los millonarios son muy pocas, pero las probabilidades de que terminemos en la pobreza son muchas, así que habrá que hacer algo, y pronto.
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