lunes, 31 de agosto de 2015

CARREREANDO LA CHULETA


*“EL QUE NO OYE CONSEJOS, O MÁS SABE EL DIABLO POR VIEJO”

POR RONAY GONZALEZ

En un año de la primaria, cuál es algo que me llevaré a la muerte, paso un evento increíble para mi vida estudiantil: saque medalla al mérito, estuve en el cuadro de honor, aunque desafortunadamente para mi ego, fuimos una gran plebe los que estuvimos en esa condición, como si un astro del cielo mismo nos hubiera tocado e iluminado la mente.

Creo que los profesores hasta fueron a ver a varios brujos para que le explicaran qué pasaba con ese grupo. Fuimos como 15 los que sacamos casi el 10 perfecto, bueno cinco de nosotros ¡sí lo logramos! Ni mi mamá, menos la filósofa de Xochiltepec lo creían, pero ocurrió.

Tan raro les pareció en la escuela que en los últimos exámenes nos traían con marca personal, llegaron maestros de refuerzo para vigilarnos, así como la Nasa vigila a la Luna o Marte, nos checaron todo, sólo nos dejaron sacar un lápiz, las mochilas estaban amontonadas en un rincón, teníamos las miradas clavadas en la nuca, nuestros movimientos estaban vigilados con lupa, las pruebas fueron calificadas casi al momento y la expresión en los rostros de los maestros fue inolvidable: un 10, otro, y otro, luego un nueve, seguido de más dieces.

No lo podían creer, estaban como aterrorizados, “¿estos desgraciados que están haciendo?” era lo que pasaba por sus cabezas, pues no era común que esto sucediera, no con semejantes candidatos al centro tutelar de menores, o sea un servidor y aquel grupo; pero ocurrió, fuimos llamados uno por uno con la maestra, la pregunta fue la misma y sin medias tintas: “¿qué están haciendo?” –estudiamos- respondimos todos… nunca nos creyeron.

A estas alturas ya puedo revelar el secreto. Resulta que un joven apenado, cabizbajo, fue reprobado por aquella misma maestra, un año antes, por lo que tenía lo que entonces era considerado la mejor beta de oro y diamantes del mundo: los exámenes. Como de volada le dimos cabida entre nosotros, que dicho sea de paso, éramos muy unidos, para todo. La maestra nunca se lo imaginó.

Lo curioso es que fue precisamente el morbo de saber qué podía preguntar lo que nos motivó a estudiar y confirmar lo que ya sabíamos. Aprendí como nunca, estudié como loco el examen secreto que guardé con sangre. En el primer examen apenas habían transcurrido unos 10 minutos yo ya lo tenía completamente resuelto, lo mismo sucedió con los demás, con calificaciones espectaculares. Cuando vi un 9.8, pensé ¡Santo Dios! Y escuché trompetas celestiales. Nadie dijo nada, de hecho nos pudieron haber infringido las perores torturas y todos estábamos seguros que ninguno diría nada.
No sé si por comodidad o por flojera, pero para nuestra buena suerte la maestra aplicaba los mismos exámenes, los cuales me aprendí hasta el tuétano. Nos gustó el camino y tratamos de conseguir los de los años subsecuentes; en algunos casos funcionó.

Es importante aclarar que no me avergüenzo porque en el fondo no fue un engaño, efectivamente sí estudiábamos, sólo que no todo, y son conocimientos que a la fecha tengo guardados en la memoria, nunca se me olvidaron. Creo que fue mi forma de entender aquello de que quien no conoce su pasado está condenado a repetirlo.

Viene a cuento mi escolar historia porque me encantaría saber qué pasaría si los alcaldes que estamos por estrenar, acudieran a los presidentes pasados, no para echarles la culpa, sino para pedirles consejos, de cómo sí y cómo no hacer las cosas; dónde hay más problemas, qué hizo para solucionarlos, o lo más importante cómo se podrían evitar, en fin, cosas que hicieran más fácil llevar el changarro para que nos fuera mejor a todos.

Porque pareciera que algunos sólo se dedican a echarle la culpa de sus desgracias a los anteriores, a decir que todo está mal, y yo creo que hay muchos, pero muchos ex alcaldes que siguen con vida y son un baúl de historias, consejos, aunque ojalá omitan lo de las mañas.

Aplica a todas las áreas, se imagina al nuevo tesorero preguntándole al anterior, en una charla amena, qué opina o cómo mejoraría su estrategia. Claro que tendrían que existir dos condiciones, la primera es que no quiere decir que le vaya a hacer caso en todo, pero una opinión de alguien que ya pasó por ahí es valiosa. La segunda es que estamos en el entendido de que los consejos serán para bien y en aras de que todo camine de la mejor forma, no para darle en la torre a los que llegan.

Otra forma sería documentándose y ver casos exitosos de alcaldes en todo el país, pero eso lleva más tiempo y las realidades en cada uno de los municipios es muy diferente.

Valdría la pena que ambas partes hicieran un intento, que los salientes dejaran a un lado el orgullo y la vanidad que los hace creer a veces que todo lo pueden y que van a inventar el agua tibia, y que los salientes no salgan literalmente huyendo sin querer no volver a saber nada de los municipios o de lo que no hicieron.

Hasta los que fueron a dar al bote tendrían algo qué decir, por ejemplo, el cómo evitar, precisamente, el ir a dar al bote, porque muchas veces es por ratas, pero otras tantas porque se los bailaron, desde líderes, “amigos”, colaboradores, en fin, enseñanzas debe haber muchas. Acuérdense que más sabe el diablo por viejo, que por diablo.

Cambiando de chuleta, en el recién concluido evento de ATMEX (Adventure Travel Mexico, evento especializado en turismo de aventura y naturaleza) en Palenque, quedó muy en claro que la apertura de espacios para la promoción de la entidad como un producto sólido en esa materia, deja buenos resultados. El análisis que el propio gobernador Manuel Velasco ha hecho es halagüeño: una derrama de 20 millones de pesos y una serie de negocios en los que operadores, promotores y medios especializados, tendrán una participación directa, que, lo que por supuesto, dejará buenos dividendos a la entidad. Con ello se demuestra que el turismo, bien manejado, es una fuente de ingresos muy importante para los chiapanecos.

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