viernes, 22 de octubre de 2010

Pepe Figueroa

Café Avenida
Con una airada ofensiva contra el Estado Laico y las libertades de las minorías (homosexuales, lesbianas y grupos pro abortistas) se ha venido “celebrando” el sesquicentenario de las Leyes de Reforma del Benemérito de las Américas, licenciado Benito Pablo Juárez García, que en su lucha por defender la legalidad, el poder político y civil de los ciudadanos (y la construcción de un nuevo régimen político, jurídico, social, educativo, cultural y económico) hizo el diseño constitucional del Estado Mexicano que se consolidaría después que Plutarco Elías Calles termina con los cuartelazos y asesinatos políticos al fundar el Partido Nacional Revolucionario que después sería de la Revolución Mexicana (PNR) y luego el PRI . Los diputados locales más vale dejen esta lectura. No van a entenderla.

A 2006 años de Apatzingán
A poco más de los 150 años de la expedición de las Leyes de Reforma (expedidas en el verano de 1858) por el Presidente Benito Juárez, desde el puerto y ciudad de Veracruz, procedente de Panamá-La Habana-Nueva Orleans, el Partido Liberal radicalizó sus acciones contra la jerarquía católica, expidiendo la Ley de Nacionalización de los Bienes Eclesiásticos, Ley de Matrimonio Civil, Ley Orgánica del Registro Civil, Ley sobre el Estado Civil de las Personas y la Ley sobre Libertad de Cultos, así como los decretos que cancelaban la intervención del clero en los cementerios y camposantos, establecían los días festivos y prohibían la asistencia oficial a funciones de la iglesia, secularizaban los hospitales y establecimientos de beneficencia y extinguían las comunidades religiosas. Esa fue la real independencia de México, o “la segunda Independencia” como la llaman algunos historiadores, pues la alta jerarquía de Iglesia (en vía de hechos) nos había gobernado más que los soberanos españoles distantes a miles de kilómetros cuando no existían ni el teléfono, los aviones, la internet y demás tecnologías que han empequeñecido el mundo a cuestión de segundos y universalizado el conocimiento de las ciencias pero igual de las más bajas pasiones, consumismos y estupideces como las que suelen alimentarse desde la red millones de “Jóvenes Net” incapaces de leer un libro o de trabajar porque se la pasan chateando o hablando por el celular cosas sin importancia alguna.

Las conocidas Leyes de Reforma de 1858-1859, tienen su antecedente en la Primera Reforma política de 1833-34 proclamada por del talentoso doctor Valentín Gómez Farías, vicepresidente liberal que alternaba el poder con el presidente conservador Antonio López de Santana, quien se propuso abolir los fueros e inmunidades del clero y los militares, desamortizar la propiedad territorial de la iglesia, romper su monopolio sobre la educación, y de posibilitar la igualdad de oportunidades económicas y políticas de los ciudadanos; además, la expedición de la Ley Juárez y Ley Lerdo, elaboradas por Juan Álvarez y promulgadas por Ignacio Comonfort, durante el proceso de la Revolución de Ayutla y el Congreso Constituyente de Querétaro en 1857. Y fue hasta el año de 1873, un año después de la muerte del presidente Juárez, cuando las Leyes de Reforma se integraron al cuerpo de la Constitución, con el presidente Sebastián Lerdo de Tejada. Las primeras décadas del México independiente, los años 30, 40, 50 y 60 del siglo XIX, el territorio nacional era tierra de nadie y de todos los grupos en pugna, de enfrentamientos político-ideológico-militares entre los herederos del sistema colonial y los sectores emergentes de formación liberal, quienes luchaban por sus ideales, por un proyecto de nación que habría de darle cause a los anhelos de la población, de ser libres, independientes y de ejercer el derecho soberano de elegir a sus gobernantes, pero sobre todo, se disputaban el poder en enarbolando un proyecto que no era más que el escudo de sus ambiciones.

México no existía
Así, mientras peleábamos y destruíamos los pocos avances, el país perdió más de la mitad del territorio nacional y no vendido por Santa Ana como se nos ha hecho creer, sino porque esas tierras jamás estuvieron pobladas y mucho menos gobernadas por el inexistente Estado Mexicano, que aún hoy en día, pareciera no existir o funcionar en amplias regiones o municipios del país donde el que gobierna es el narco, un cacique o sencillamente todo es anarquía: ahí donde hay baches, topes y líderes sociales que cobran peaje, no puede hablarse de Estado y menos de democracia. Por eso para el historiador norteamericano Hailie, lo mismo que para Ignacio Manuel Altamirano en su libro La Historia de México, lo que se conceptualiza como gobierno y sociedad en el México del siglo XIX vivían una tremenda inestabilidad por las frágiles, personalizadas y patrimonialistas formas de vida institucional y nula cultura de la legalidad (arriba y abajo) que si hoy es muy débil entre los mexicanos, para entonces (siglo XIX y entrado el siglo pasado) la cultura de legalidad y el sentido de pertenencia a México eran inexistentes. No teníamos arraigado el espíritu de nacionalidad, de identidad nacional o de universalidad del género humano, todo lo cual hacía demasiado complicado gobernar, pues además la recaudación de la riqueza la seguían haciendo los curas que cobraban diezmos y el Estado (antes de la leyes de Reforma sobre todo y considerando que no producíamos petróleo) era demasiado pobre que tenía que pedirle prestado a la Iglesia para subsistir o enfrentar las intervenciones militares del extranjero o las de los caudillos militares; no había un ejército nacional que dominara todo el territorio; no habían vías de comunicación y el aislamiento impedía los controles; tampoco había partido hegemónico ni mucho menos un régimen de partidos, pues a menudo las logias masónicas eran larvarias formas de organización y reclutamiento político; la casta militar y la clerecía estaban desacreditadas ante la población, y el proceso de organización de la sociedad era lento y complejo. Si hoy en día lo único que une a la mitad de los mexicanos o más es la Selección Mexicana, en aquellos tiempos ni la virgen de Guadalupe producía las peregrinaciones que Televisa incrementó al comercializarlas.

Los conservadores
A más de 150 años de estos momentos álgidos de la vida nacional por el vacío de poder en casi todo el territorio y eso sí, la demasía de intereses en disputa abierta por el poder político, es importante estudiarlos, analizarlos y difundirlos entre los niños, jóvenes y adultos, para no olvidar el proceso de formación de las instituciones civiles que hoy tenemos los mexicanos, para que no crean que la historia nacional y la democracia comenzaron con Vicente Fox y el PAN en el 2000 como lo están tratando de simplificar: antes del 2000, dictadura (perfecta o imperfecta), después de la alternancia, el México moderno, democrático y justo. Esto y más despertó en la memoria la disertación del senador Manlio Fabio Beltrones que ha venido proponiendo una Reforma del Estado a quienes no sabemos qué es el Estado (lo confundimos con el concepto de entidad) ni menos alcanzamos a valorar hechos lejanos cuando el movimiento de Independencia Nacional en 1810, donde los insurgentes entregaron sus vidas a la causa de la libertad y la independencia que no se podía lograr sin desmontar el poder económico, político, cultural, religioso y hasta militar de la Iglesia, por lo que hubo de explotar una sangrienta Revolución Mexicana para que México entrara en un proceso de organización sistémica que le diera paz, progreso y mejores condiciones de vida a millones de mexicanos al consolidar las estructuras sociales, jurídicas, políticas y económicas, que los ciudadanos por consciencia (no por biología) debemos conservar, para el presente y el futuro del país. Sin duda, la Revolución Mexicana debe ser estudiada y reivindicada por la población, que producto de las políticas públicas generó programas de gobierno por décadas, que hoy están en el olvido o simplemente, los otrora conservadores, hoy ostentan el poder público federal, y desde allí, van por la revancha de lo que ayer perdieron sus antepasados. Por esto es importante reflexionar sobre la celebración del sesquicentenario de la promulgación de las Leyes de Reforma, porque éstas transformaron las relaciones de poder a mediados del siglo XIX, sentaron las bases para la organización y funcionamiento del Estado Mexicano laico, federal, republicano y democrático que tenemos desde el siglo pasado y es el principal legado de Juárez que (por lo mismo) debe estar en la conciencia de todos los mexicanos, para su defensa, vigencia y su proyección hacia el México del futuro ahora que el conservadurismo panista está de bruces en el suelo ante su negligencia para gobernar y su impotencia para detener la caída política que se les avecina para el 2012 en que el PRI pinta parea ganar sin competidores de peso en el PRD y mucho menos en el PAN que no tiene un Peje ni al menos a un Marcelo Ebrard.

Hay que reformar
Traemos estas reflexiones porque un 22 de octubre como hoy (pero de 1814) fue aprobado en Apatzingán el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, conocido como la Constitución de Apatzingán, que es el inicio de una lucha que tenía un perfil de proyecto (el más acabado de patria que hasta entonces se había enarbolado) y porque en efecto, el senador Manlio Fabio Beltrones tiene mucha razón cuando propone que el diseño del Estado Mexicano que nos legaron los independentistas, los liberales de la Reforma y que el Constituyente de 1917 hizo proyecto nacional tras la Revolución Mexicana, tiene que ser revisado para ser modificado, pues en efecto las instituciones, leyes y políticas públicas que entonces eran aplicables, justas y necesarias, dejaron de serlo, otras se pervirtieron o dialécticamente rindieron frutos inesperadamente dañinos. Un solo ejemplo puede serlo el reparto agrario que en su cara bonita al crearse más de 20 mil ejidos liberó a millones de mexicanos que vivían en condiciones de casi esclavitud en las haciendas (con tiendas de raya, derechos de pernada y como animales propiedad de sus amos), hizo posible que muchas familias campesinas e indígenas no solo vivieran mejor al ser propietarias de un pedazo de tierra, sino que al tener acceso al sistema educativo y sistemas de salud por las modernas vías de comunicación que se hicieron bajo lo que los ignorantes y acríticos llaman “el priato”, hicieron posible el advenimiento de las clases medias que terminarían sepultando el dominio priísta y catapultando al conservadurismo vencido en la Independencia, en la Reforma y en la Revolución, al ponerlo con sus votos en la presidencia de la república, en varios gobiernos estatales y centenas de municipios, solo para terminar advirtiendo a diez años de alternancia que al conservadurismo solo le interesa el dinero y la gente del dinero, no el pueblo empobrecido.

Oficio Político.- Juan Carlos Gómez Aranda más conocido como el caballero de la política presentará su libro Comitán, su apasionante historia. El gobernador Sabines al referirse a esta novela gráfica, sostiene que trata de alguno de los valores universales que Chiapas ha aportado a México y que los chiapanecos “estamos empeñados en preservar: democracia, justicia y libertad… Sobre la simbiosis que se da entre un médico y un poeta habla en www.bureco.com.mx (video) el prestigiado urólogo chiapaneco Hernán León Velasco premio estatal de poesía Enoch Cancino Casahonda…

Finalmente: “En el momento en que los gobernantes se sienten no representantes, sino dueños de los pueblos o dioses de la comunidad, dejan de ser políticos” lo dijo Mauricio González de la Garza. Recuerde No es nada personal

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