“HASTA LA CHI… DE TANTA HUMILLACIÓN”
Por Ronay González
Querido lector ¿cuál es su reacción cuando alguien erróneamente le dice indio? Lo cual es un equívoco porque no estamos en la India, en todo caso la palabra correcta es indígena. ¿Le agrada? Esperando con todo el corazón equivocarme, mucho me temo que no.
Yo no sé en qué momento se torció la historia y el significado de nuestro origen. Las civilizaciones prehispánicas eran realmente avanzadas, eran por mucho más civilizadas y sabias que los rateros y maleantes que nos vinieron a conquistar, y no lo digo despectivamente, la tripulación de las carabelas eran en su gran mayoría presos, lo peor de la sociedad y los que llegaron después honestamente se comportaron de forma muy similar.
El asunto es que nuestros indígenas, esas personas que aún conservan su lengua, su vestimenta, sus costumbres y tradiciones descienden de quienes fueron nuestros antepasados, o sea que tenemos el mismo padre pues ¿entonces por qué negarlo? ¿por qué apenarse?
Si hay algo que no tolero, además de las Chivas, es a las Chivas, después de eso, el que se siga utilizando la absurda frase de “es un indio” para referirse a alguien ignorante, inculto, cuando los incultos e ignorantes son quienes así se expresan, porque si leyeran un poco sabrían que los mal llamados “indios” tienen incluso más conocimientos que ellos, sólo que diferentes, el que no sepan usar una tablet no es sinónimo de falta de inteligencia, es como si a ellos les dijéramos estúpidos porque no saben calcular los ciclos de siembra o el significado de determinados comportamientos de la naturaleza.
Es tan vergonzoso el que no sepamos cuáles fueron nuestros orígenes, la grandeza de los mismos, pero más aún lo es el que humillemos a quienes se sienten orgullosos de lo que son, de lo que fueron sus antepasados.
A los indígenas los señalamos por su forma de hablar, de vestir, cuando ya quisiera yo hablar dos idiomas como ellos lo hacen, si a penas si puedo con el español, y ellos son ¡bilingües! Pero como no se trata del inglés o del francés, nadie se los reconoce, y más que un extra, un logro, se convierte en una razón de discriminación.
En Chiapas tenemos aún concentraciones muy grandes de indígenas, y es indignante que a estas alturas los sigamos menospreciando, marginando, pero el colmo es cuando mostramos nuestra total incultura y actuamos de forma completamente racista.
Hace unos días en San Cristóbal de las casas, Ali Roxox, joven estudiante de doctorado de la etnia maya k’iche’ de Guatemala, fue echada de un café porque la confundieron ¡con una vendedora ambulante! todo por la ropa tradicional que portaba. ¡Háganme el favor! Evidenciarse así internacionalmente (porque obviamente se comentó en redes sociales), en un estado que si de algo debe estar orgulloso es de haber albergado a una da las civilizaciones más grandiosas, objeto de estudios, tratados, libros, programas de televisión, y que sigue siendo en muchos temas un misterio: los mayas.
“No ha sido la primera vez que nos pasa. Estoy hasta la chingada de tanta humillación racista y violencia hacia las mujeres indígenas de este pueblo” escribió en las redes sociales su amiga Balcorta Sobrino tras este incidente. No era para menos.
El día en que nosotros hablemos una lengua indígena, entendamos sus costumbres, y comprendamos su cultura, ese día estaremos en la posición de “juzgarlos” y hablar de ellos despectivamente, antes, calladitos nos vemos más bonitos… y menos ignorantes.
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