¡CÁLLATE CHAMACO! TÚ QUÉ SABES
Por Ronay González
Hace poco escuche a un niño, justo enfrente de la plaza que está al sur de la ciudad, decirle a su mamá que pasaran por el puente que está ahí. La mamá le contestó, acompañado de un delicioso coscorrón por supuesto, que si estaba loco, que era más fácil por abajo.
No pude evitarlo y me metí a defender la postura del niño; la respuesta fue inmediata: “y usted qué se mete viejo panzón”. Lo de panzón se lo pasé, pero lo de ¡viejo! El caso es que la señora jaló a su chamaco y se aventó a la calle. No pude evitar gritarle: “para eso está el puente ‘muca’”. Más de uno soltó la carcajada, pero también se sintieron agredidos como 15 que estaban pasando, o pretendían hacerlo de la misma manera; me recordaron a mi mamá, no faltó el que me dijera abusivo, grosero.
La señora con el niño en mención cruzó la calle y se quedó ahí por un buen rato, como lanzándome maldiciones con la mirada y un tanto con palabras. No le salían muy bien porque en el fondo sabía que yo tenía razón; cuesta mucho aceptar cuando se está equivocado.
En la zona hay un perro callejero que ronda por la plaza y es el que utiliza ese puente, de ahí en más, los seres “pensantes” prefieren hacerlo por abajo. Sé que no es el mejor lugar para caminar, está todo sucio, lleno de basura, hasta parece la Central después de un desfile; hay quien incluso dice que asaltan, pero si se usara como se debe, también podríamos exigir.
Conozco más de un lugar que necesitaría de un puente peatonal, por ejemplo los de la otra plaza, con una hermosa calle nueva de cemento y banquetas limpias, una calle enorme, que se tiene que cruzar toreando los carros porque no hay respeto al peatón. Afortunadamente no ha pasado una desgracia, y todos los que cruzan diariamente dicen que urge un puente, sin embargo, estoy casi seguro de que si lo pusieran, (ojalá así sea de cualquier forma), la mayor parte pasaría por abajo.
Todos recordamos la desgracia que ocurrió en el km 10 de la carretera a Tuxtla Chico, cuando un atarantado se llevó a una familia entera que estaba parada a media carretera, murieron dos si no mal recuerdo; pusieron después de este fatal acontecimiento dos puentes, pero las personas siguen corriendo como conejos a media carretera, brincan las barreras de contención, vuelven a correr, y ya están del otro lado. Deberían de multarlos por lo menos.
Los niños están queriendo cambiar el mundo y somos nosotros los que los estamos echando a perder (a ellos y al mundo), transmitiéndoles nuestros traumas, cansancios y malas mañas. Niñas que quieren crecer para poder cobrar Oportunidades; otro niño al que le encantaban los lunes porque su maestro los ponía a leer en voz baja casi todo el día y pedía que no lo molestaran.
Los niños son el reflejo de los hogares de este país, y ver a su papá echado en a la hamaca casi todo el día curándose la resaca es un ejemplo para él; lo mismo que ver que su vecino en cuanto se metió a las pandillas, ya trae lana siempre.
Seguimos haciendo creer a los niños que estudiar, leer, es un castigo, y luego nos preguntamos por qué no les gusta, porque México no es un país de lectores; incluso hay niños que se ponen e a llorar si tienen que agarrar un libro, porque prefieren estar en la calle, ver la tele o jugar videojuegos.
No es sólo el que no queramos cruzar por los puentes, es qué tan responsables somos como ciudadanos, lo comodinos que nos hemos vuelto, queremos que nos resuelvan todo, y a la vez no queremos que cambie nada.
Escuchemos más a los niños, aprenderíamos mucho de ellos: el amor por el planeta, la importancia de seguir las indicaciones que no son sino para cuidarnos, el decir las cosas sin máscaras ni disfraces, lo que sentimos, lo que pensamos, así que por favor, antes de callar a un niño, peor aún, de maltratarlo de alguna forma, trate de abrirse a ideas nuevas, mejores, tienen todo el derecho de luchar por este mundo en el que van a vivir más tiempo que usted, que yo, y la valentía de querer hacerlo.
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