miércoles, 23 de febrero de 2011

Proyectos para SCLC

Desde Los Altos

Fredy López Arévalo
En San Cristóbal de Las Casas hay voces interesadas en que los árboles impidan a la ciudadanía ver el paisaje. A todo se le quiere ver peros. Pocas veces se reconoce, en su justa dimensión, las buenas intenciones que pueda tener un gobernante como Juan Sabines Guerrero. Es así que el pasado 12 de febrero anunció un plan multimillonario de inversiones para mejorar la imagen urbana de la ciudad y la calidad de vida de los sancristobalenses, proteger el medio ambiente y sanear los ríos Fogótico y Amarillo que atraviesan la ciudad. Pero el pero fue que el anuncio lo hizo a puerta cerrada y ante un reducido grupo de empresarios locales.

La elite coleta, los dueños del dinero, de los hoteleros y restauranteros, de los propietarios de agencias de viajes y bares… Se bloqueó la trascendencia del anuncio y se exaltó y sobredimensionó el que haya sido a puerta cerrada. Pero eso no quita la relevancia que tiene para la ciudad los 21 proyectos que el gobernador Juan Sabines Guerrero anunció. La cosa es que hay personas interesadas políticamente en buscarle peros al anuncio de lo que se dijo y se desmenuzó será una inversión multimillonaria.

Se trata de minimizar la importancia y relevancia de las obras anunciadas, y en cambio se busca inculcar entre los sancristobalenses una especie de fobia antisabinista. Pareciera consigna política denostar un plan ambiciosísimo, que implica focalizar en San Cristóbal de Las Casas millones de pesos del erario público federal y estatal. Pero eso parece no bastar a algunos comunicadores, que sobredimensionaron el que no se les haya permitido ingresar a la reunión, de petit comité, dejando de lado lo más trascendente: que muchas de las obras anunciadas por el mandatario deben quedar listas antes del mes de octubre de este año, cuando se celebrará la Cumbre Mundial de Turismo de Aventura, cuya sede será, precisamente, San Cristóbal de Las Casas.

Por lo visto se trata de denostar la imagen del mandatario estatal a toda costa. Poca atención se le dio al hecho de que los 21 proyectos de obras anunciadas por el gobernador Sabines pretenden cambiar el rostro urbano de San Cristóbal de Las Casas. Pero no solo un cambio cosmético, de embellecimiento de fachadas y guarniciones, de ornato, de jardinería. Se busca eso y más. Por ejemplo, contempla una inversión de 122 millones de pesos para la instalación de una planta de tratamiento de aguas residuales, y 332 millones de pesos más para la construcción de un relleno sanitario que, se pretende, beneficie, también, a los municipios indígenas aledaños de Tenejapa, Zinacantán y San Juan Chamula.

Entre los 21 proyectos de infraestructura urbana, se programaron otros 65 millones de pesos para la remodelación del Centro de Convenciones El Carmen y el mejoramiento de la imagen urbana de la avenida Insurgentes, el acceso principal de San Cristóbal de Las Casas, incluyendo la construcción de un estacionamiento público subterráneo en la plazuela de San Francisco, que también será restaurada. Eso sí, para el embellecimiento de la imagen urbana. Al presupuesto programado para la construcción de la planta de tratamiento de aguas residuales, 62.5 millones de pesos, habría que sumar la inversión estimada para obras de alcantarillado pluvial, y el colector general de drenajes, lo que en total suma 122 millones de pesos.

Estas últimas, hay que precisar, son obras que no se ven, pero que son necesarias, dado el crecimiento urbano que ha experimentado la antigua Ciudad Real de los Españoles y la constante amenaza de padecer una inundación por la falta de desagües para el agua de lluvia. Se trata, pues, de un plan muy ambicioso –ambiciosísimo, diría yo- que tiene tiempos fatales, y que sin duda son para mejorar la calidad de vida de los sancristobalenses. Con los 21 proyectos de obra anunciados por el gobernador Sabines queda constancia de la importancia que tiene San Cristóbal de Las Casas en la agenda del mandatario estatal, aunque algunos interesados políticamente pretendan desviar la atención de la ciudadanía y generar una especie de fobia antisabinista. No hay que ir muy lejos para indagar cuál es el trasfondo: son grupos que han perdido el poder en el municipio y que buscan reposicionarse.

QUE HÉCTOR GARCÍA QUIÑONES, delegado nacional del PRI en Chiapas, ya anunció que será hasta después del 4 de marzo cuando se haga pública la convocatoria para renovar la dirigencia estatal de ese partido, que hay que insistir, en Chiapas está reducido a su mínima expresión, con menos de 420 mil votos útiles, y con espacios muy reducidos de poder: una de tres senadurías; cuatro de 12 diputaciones federales; siete de 24 diputaciones locales; y 38 de los 118 Ayuntamientos. Pero aun así, la rebatinga interna podría generar confrontación entre los grupos de poder y provocar una mayor división, más allá de las caras visibles de Roberto Albores Gleason y Aquiles Espinoza García, que son quienes buscan dirigir al PRI en Chiapas. En torno a ambos hay dos posiciones encontradas y al parecer irreconciliables sobre el método que debe emplearse para renovar dirigencia: elección directa, con consulta a la base, o asamblea general de consejeros. Es exagerado pensar que en la disputa del CDE del PRI en Chiapas se juega el futuro de la elección para presidente de la República para el 2012, como lo es también pensar que Enrique Peña Nieto o Manlio Fabio Beltrones garantizan el retorno del PRI a Los Pinos.

Son mariguanadas priistas, chaquetas mentales, que solo buscan levantar el ánimo de los militantes priístas, de capa caída desde que perdieron con Vicente Fox y el PAN la posibilidad de seguir gobernando México. El PRI continúa en debacle a nivel nacional, y Chiapas es la mejor expresión, aunque también sirve de ejemplo Oaxaca, Puebla, Sinaloa, y más recientemente Guerrero y Baja California Sur. Pero los priístas quieren minimizar la tendencia, o por lo menos, levantar el ánimo de la militancia, minimizando la aplastante realidad por la que atraviesa el PRI a nivel nacional. Pero la debacle se engendró en el propio PRI y eso es algo que los priístas se niegan a aceptar… y si no aceptan el mal, no encontrarán el remedio.

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