lunes, 26 de noviembre de 2012

La seguridad en sus manos

Carlos Gilberto Rosales Amaya
Un líder debe ser alguien que no teme correr riesgos, un verdadero líder, es alguien que tiene un sueño y el valor para conseguirlo. Carlos Gilberto Rosales Amaya, es abogado de profesión, un tipazo fresco y espontáneo de actitud optimista que tiene la convicción y responsabilidad de dar paz y seguridad a nuestra ciudad; una tarea que requiere voluntad y pasión en el quehacer de la vida cotidiana.

Por Carlos Morán

Muchas historias de éxito comienzan trazándose una meta, delineando un camino a seguir en donde la profesión cautiva e impulsa a conseguir objetivos soñados. Carlos Gilberto Rosales Amaya, nunca soñó convertirse en Secretario de Seguridad Pública de esta nueva administración municipal, pero su vida y trayectoria fueron conduciéndolo en la dirección correcta que nunca planeó y hoy en día, su compromiso es mayor no solo por la oportunidad sino por el privilegio de servir, consiente que puede ser la única o el inicio de una extraordinaria aventura en donde el amor a esta tierra, es la enseñanza y el mejor pago a la vida.

Retomar mi trabajo de entrevistador encarna la privilegiada posibilidad de poder conocer a personajes increíbles que están escribiendo con sus acciones la historia de este girón de la patria. Poderse sentar frente a frente con ellos, en privado, para hablar de sus historias y qué les mueve en el momento de la entrevista, es la responsabilidad que he asumido desde hace poco más de quince años.

Cuando me enteré que Carlos Gilberto Rosales Amaya, había aceptado mi invitación para entrevistarlo, estaba equivocado, no era la persona que esperaba confiándome, por supuesto, que conocía al entrevistado y finalmente llegó a la cita un domingo, a las doce, puntual, como lo habíamos pactado.

Siempre me habían preguntado cuál había sido la mejor entrevista que había hecho. A veces he cometido el error de responder con uno y otro nombre. Ahora puedo decir que la mejor es la última, porque cada personaje tiene una particularidad especial, una vida qué contar y la fabulosa oportunidad de preguntar lo que quiera, con la grata experiencia de aprender cada día más.

Carlos Gilberto Rosales Amaya, hubiera sido arquitecto, pero su vida, historia y la mano estricta de su padre, le colocaron en el momento justo para estudiar la profesión que le ha servido como motor para desarrollarse profesional y realizarse humanamente. Nada es casualidad, su padre al convertirse en Procurador de Justicia del Estado cuando él era apenas un niño, lo llevaron a ingresar en un mundo maravilloso que más adelante marcarían su existencia.

Sí, es el mismo hombre que de niño tuvo la genial oportunidad de conocer todo el estado así como de rodearse de grandes personalidades y más tarde, es su padre quien lo ingresa a la notaria en donde aprende el oficio que marcaría su vida. A temprana edad Carlos experimenta la tarea especializada de quien ejerce una profesión en el campo del Derecho, a quien por sus cualidades humanas de honorabilidad, calidad, integridad, ética y desde luego, profesionales, el Estado le delega, previo cumplimiento amplio de requisitos legales, la fe pública para que en representación de este, intervenga en los actos y contratos que realiza la sociedad. Sí, Carlos se instruye, desde una trinchera distinta, siendo muy joven, sobre toda la papelería que rige a una notaría, sin saber que al culminar el bachillerato y tras rectificar un semestre después que la arquitectura no era su vocación, ingresa a la Universidad Iberoamericana para convertirse en abogado.

Solo que, todo lo aprendido en la notaría de su señor padre lo lleva a enfrentarse con catedráticos que le impartían clases generándole por supuesto un conflicto que lo hace regresar a Tapachula e inscribirse en el CEST., en donde se matricula nuevamente, solo que dos años más tarde regresa a Puebla y se titula como abogado en el año 2008 en la Universidad Iberoamericana.

Por supuesto que su vida no ha sido trazada en línea recta ni con pincelazos perfectos. Reconoce en la entrevista que como joven ha tenido las debilidades correspondientes de la edad que ha asumido con responsabilidad a castigos y facturas que su padre en su momento le dio, a pesar de que para un padre “no existe mayor dificultad que aplicar un castigo a su propio hijo”, comprendió años después que, esa mano dura pero con guante de terciopelo, le dio la formación que hoy presume.

Nacido bajo el signo de acuario, no niega ser un hombre que desde joven buscó la libertad, ser independiente y moverse sin ataduras para encontrar su independencia. En esa búsqueda nuestro entrevistado cometió errores, la prepotencia de la juventud e inquietudes naturales de la edad lo llevaron por caminos difíciles creándose un conflicto en donde él mismo pago sus facturas correspondientes que el tiempo y la vida le dieron. Así, entre la universidad académica y la universidad de la vida, nunca perdió de vista que el trabajo y el aprendizaje eran dos temas obligatorios en él.

Ingresa a un trabajo ligado a la profesión que estudiaba. Se regala a la Sub-Procuraduría, dependencia en donde recorrió todas las oficinas, circuló por todas las mesas de trámites hasta convertirse, gracias a su disposición, voluntad y conocimiento de la materia en Ministerio Publico, algo en lo que su padre nunca estuvo de acuerdo.

Pero en la vida de todo hombre siempre existe una gran mujer que llega en el momento justo a dar equilibrio a la balanza y en el año 2002, conoce a Dilsy Marlene Arévalo Díaz, mujer quien comparte con él la extraordinaria aventura de iniciar un negocio juntos en donde la vida los enfrenta con una nueva instrucción; a la par van aprendiendo y fincando un pequeño patrimonio en el ramo de la construcción. Y entonces usted se preguntará, ¿qué hace un abogado en la construcción?, muy simple, decidió no convertirse en arquitecto y más tarde el placer de la construcción lo hace navegar a la par de su pareja en donde mano a mano se van aleccionando en un negocio, desconocido para ambos que los coloca en terreno desconocido y difícil pero dispuestos a triunfar.

A pesar de ser joven siempre ha asumido la vida como un reto, con la firme idea de que hay que trabajar buscando que todos los días haya un paso nuevo, con algún avance. Asume que siempre habrá dificultades pero que cuando se hace con gusto y es algo que está dentro de sus planes personales se vuelve todavía mucho más ligero. Y es que su paso en la Sub Procuraduría, le muestran el lado obscuro que vive una sociedad a diario. Navega en estas aguas sin saber que unos años después tendría la dificultosa tarea pero grandiosa oportunidad de aplicar todo lo vivido.

En la entrevista, me comparte que tras varios años de estudios, una juventud con el corazón a mil revoluciones por minuto, ¡Como todos lo hemos tenido a cierta edad!, no pierde de vista que siempre aprende de todo el mundo, de la vida cotidiana, de sus compañeros de trabajo, de sus maestros a pesar que les causó dolores de cabeza, de sus padres, por supuesto; de la vida misma y de todo lo que lo rodea. Es así como nuestro entrevistado se va forjando un camino en donde a los errores y tropiezos, no fueron un obstáculo para que perdiera la brújula, al contrario, gracias a los principios inculcados por sus padres, rectificó y reaprendió a ser leal, honesto y sincero con lo que hace y con lo que quiere.

Nació en medio de las leyes del derecho, jugo al abogado de niño sin saber que siendo joven aprendería el oficio al lado de su padre, colaboró siendo pasante con grandes estudiosos de la materia como Carlos Arredondo Contreras, Marcos Escobar López y Mario Bracamonte, éste último con la responsabilidad jurídica laboral de VW, en Puebla. Con su esposa ingresa al mundo de la construcción afianzado en su conocimiento del derecho y reglamentaciones para la licitación de obra pública, sin saber que a sus 34 años, la búsqueda de obra lo colocaría en una trinchera distinta.

Va una pregunta y la respuesta obligada ¿Sí usted fuese Presidente Municipal a quien le daría la responsabilidad de la seguridad, de velar y dar confianza al pueblo que te eligió? Por supuesto que a quien conozca mejor del tema, a quien le tenga confianza, en quien crea y esté seguro de sus conocimientos, lealtad y honradez.

Así sucedió que, cuando Samuel Chacón, presidente electo para dirigir el destino de esta capital económica de Chiapas, Carlos Gilberto Rosales Amaya, lo acompaña en cumplimiento a una vieja amistad a la capital Chiapaneca , sin búsqueda de trabajo y mucho menos adquirir una responsabilidad de tal envergadura cuando Chacón Morales le dice –Tú vas a ser mi Secretario de Seguridad Pública- , por supuesto que mi entrevistado no le dio importancia y supuso no haber escuchado bien hasta que por segunda ocasión, le ofrece y le confirma la misma responsabilidad frente a frente.

Ante la sorpresa no sabe qué responder y simplemente se dirige a su padre quien le dice “Que es un puesto delicado, que debe valorar el paso a dar, pero no pierdas de vista que tienes la oportunidad de servir a tu pueblo, sí aceptas, hazlo como debe ser”, terminó apuntando Don Luciano Rosales. Su compañera simplemente resumió indicándole “-Para qué te haces, sí es lo que te gusta”, y lo demás no es fácil. Carlos se sumergió de nuevo a un mundo que no estaba en sus planes pero que por experiencia y compromiso aceptó.

Carlos Gilberto Rosales Amaya, fue el primer hombre al que nuestro actual presidente invitó a colaborar, y lo hizo con certeza, sabiendo del potencial que posee pero sobre todo, de su capacidad que tiene para enfrentar el grave problema de inseguridad. Y es que Rosales Amaya tiene una radiografía de la problemática social, sabe de los tres ejes rectores de una sociedad que es: La seguridad, el trabajo y estudio.

Y a partir del 1 de octubre formuló un plan de trabajo convencido que la problemática de la inseguridad no se soluciona teniendo más policías sino atacando todas las causas que intervienen; muchas conductas ilegales que se instalan en la región, donde los jóvenes de los sectores populares son los eslabones más vulnerables. Patentizando que requerimos de mejores políticas sociales además de mejorar la forma en que trabaja, vive y convive un policía en la sociedad.

En esta responsabilidad que hoy comparte con nuestro mandatario electo, está seguro que para obtener resultados óptimos se requiere: Iluminar la ciudad, arreglar los jardines, mejorar las calles, la recolección de basura y otros aspectos más como la depuración y humanización de la policía, son los que esencialmente dan seguridad y confort a la ciudadanía, consiguiendo con esto a la vez, intimidar al delincuente. Una ciudad ordenada y con ambiente tranquilo, genera prosperidad y sobre todo paz a los ciudadanos que vivimos en ella. Esa es la filosofía del hombre que hoy tiene la seguridad de este paraíso con muchos años de olvido.

En nuestra charla que duró poco más de cuatro horas, no solo hablamos de su vida, seguridad, política y qué lo mueve a él para estar en este cargo; sino de su responsabilidad, toma de decisiones y estar en el momento justo antes de que las cosas sucedan, recordando que su padre siempre le ha dicho que, “lo que no hiciera por sí mismo nadie lo haría por él”.

Siendo un hombre joven, conocedor de las leyes que rigen a este país y de la gran problemática social que padecemos todos, tiene la firme convicción y el propósito de cumplir con todo lo que quiere hacer, solo que antes de dirigir la Seguridad Pública en Tapachula, primero piensa en su familia, en el compromiso que adquirió con su ciudad, una ciudad que está en transformación, en la recuperación de la confianza de los pobladores para dar certeza que en este edén del Sureste Mexicano, si sumando esfuerzos desde cualquier trinchera, si nos unimos, lograremos el confort y la paz que todos buscamos.

Él es Carlos Gilberto Rosales Amaya, un hombre sencillo, sin poses ni pretensiones vanas; un ciudadano tapachulteco que tiene hoy la grandiosa, pero difícil y no imposible tarea de dar certidumbre que en este rincón de la patria, los tapachultecos, pueblo de gente férrea, trabajadora y cálida, puede vivir en paz y en armonía.

Carlos Gilberto Rosales Amaya, nace el 6 de febrero de 1978, pertenece a una de las familias de mayor arraigo en nuestra sociedad, es hijo del reconocido Notario Público Lic. Luciano Filemón Rosales Tirado y Rebeca Amaya Cerdio. Cursó todos sus estudios en Tapachula. Es Abogado de profesión egresado de la Universidad Iberoamericana y un ciudadano que tiene la firme convicción de trabajar y transformar los anhelos en realidades, es un soñador, como usted y como yo, él está seguro que en esta bella Perla del Soconusco, no todo es discurso político, sino una realidad, una pasión natural que vibra en el espíritu creativo del tapachulteco que tiene la voluntad por vivir mejor cada día… Y en esa lucha, sueño y anhelo, está hoy.

Soy un aprendiz de la escritura que en cada historia que invento, reflexión, análisis de vida y divagaciones, suelo siempre quedarme con la sensación de algo que no pude compartir. Entrevistar a Carlos, me ha convencido, en primer lugar, de ser un hombre honesto, sensato, sencillo que sabrá darnos paz para vivir mejor en este sitio que yo considero un paraíso, pero sobre todo, me renovó la confianza para volver a creer en un funcionario público (espero no fallarme). Lo de su imagen viril y personalidad desenfadada, lo dejo para otra ocasión, porque el tema de hoy requiere de una suma exacta de seriedad y responsabilidad con quienes me leen y conocen de mi modestia para imprimirlo.

Para comentarios escríbeme a morancarlos.escobar@gmail.com

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