lunes, 10 de marzo de 2014

CARREREANDO LA CHULETA


SIN TALENTO, NO BUSQUEN GRANDEZA
Por Ronay González

Hay personas que quieren el mismo trato que los demás pero no se comportan como tal, quieren ganar igual, pero no tienen las mismas cualidades ni le echan las mismas ganas; tal es el caso de dos segmentos de la sociedad: la clase política y los maestros, a quienes pareciera los cortó la misma tijera (mal cortados dijera la filosofa de Xochiltepec y abuela mía).

La desigualdad es el principal problema en México, no hay que consultar al brujo del tubo para saberlo, y está más que comprobado que la principal herramienta para equilibrar a las sociedades es la educación.

Los maestros dieron de brincos, dijeron que no se dejarían, hicieron paros, marchas, tomaron carreteras, usaron garrotes, quemaron de todo, se decían ofendidos y hasta incomprendidos por una sociedad injusta que no entendía su lucha y no sé qué tanto más. Cuando dieron su “manita a torcer” dijeron que la lucha no acababa, que seguirían firmes por los derechos de sus compañeros, pero sobre todo se comprometieron a recuperar el curso; hoy, a 3 meses de que finalice el período escolar, no llevan ni la mitad, y mal enseñado.

¿Quién les dice algo? ¿Dónde quedó esa fuerza que sacaban en las marchas, el coraje que les motivaba a seguir adelante en su lucha? Por qué no la sacan ahora frente a los pizarrones, por qué seguimos teniendo las mismas deficiencias. Los maestros tristemente aplican la ley del azadón, todo pa’ dentro y nada pa’ fuera.

Cuando andaban en “su lucha” pidieron el apoyo de todo mundo, de los padres de familia, por qué no lo piden ahora para lograr que los niños terminen “decentemente” el año escolar, que de hecho pareciera todo lo contrario, y que entre menos se metan en sus clases mejor, quisieran que los niños aprendieran por ósmosis, pero no es así mis queridos haraganes del pizarrón.

Imagínense si el aprendizaje que reciben los niños de todos esos maestros fuera a través de los modelos pedagógicos más exigentes, competitivos, que realmente fueran formadores de capacidades para la vida y el trabajo, por supuesto que otro país tendríamos, pero lamentablemente nuestras primarias y secundarias públicas tienen carencias y limitaciones por todos lados, desde las instalaciones, las herramientas con las que disponen, hasta por supuesto la preparación de los docentes.

Con una mala educación no se puede combatir la desigualdad social, y la verdad es que aún no tenemos una reforma educativa que nos garantice eso: educación de excelencia. Se supone los maestros alegarían por eso, pero a la hora de la hora revolvieron el verdadero sentido de esta lucha con los intereses de los grupos, de los sindicatos, se convirtieron en delincuentes, y todo para que al final se quedaran callados, domados, tranquilos, eso sí, lograron más dinero para los de siempre, bonos y más prestaciones para algunos otros, pero que alguien me diga qué de bueno salió para la sociedad, para los niños.

Las escuelas particulares tampoco se salvan, están llenas de deficiencias, los mercenarios de la educación privada han podido lucrar y hacer fortuna porque las familias hacen hasta lo imposible porque sus hijos no vayan a “aprender nada” en las escuelas públicas.

Satanizamos a Elba Esther Gordillo como la principal causante de nuestro retraso educativo, ya está en el bote, ¿y luego? El país de burros y reprobados que lamentablemente somos no se modificó en lo más mínimo, ni lo hará por arte de magia. Ya se aprobó una reforma, denominada educativa, que atiende problemas políticos y laborales en el sector, que básicamente busca retomar las riendas de ciertos procesos administrativos otrora controlados por poderes sindicales, e incidir en el desempeño de los maestros a partir de un sistema de evaluación autónomo, pero transmitiendo la inquietud de algunos amigos pedagogos: ¿Y el modelo pedagógico, apá? Nada, ese no se ve en el centro del debate, ni en sus orillas ni por ningún lado.

Los padres de familia están más apurados en sacar para medio vivir y cierto es que poco se enteran y mucho menos participan en estos asuntos, ¿cómo podremos entonces ser una sociedad más pareja, próspera y participativa? si la gran mayoría de nuestra gente no tiene un manejo básico de la aritmética, la expresión comunicativa y la comprensión de textos, mucho menos de habilidades como el manejo de las computadoras o de otros idiomas como el inglés.

Los jóvenes no son culpables de la educación que se les da, lamentablemente son el resultado de ésta y no es nada halagador el panorama, situación que no se ve por donde vaya a cambiar, porque ni maestros, ni clase política, ni sociedad, hemos logrado nada en cuanto a una mejor educación pública.

Y es que se refleja en todo, si no, vean nada más a los que ya desde ahorita sueñan con un cargo, sin ninguna base o fundamento, simplemente porque le caen bien a “alguien”, y ya se sienten los elegidos, los ungidos, pero no deberían primero demostrar cuáles son sus capacidades, habilidades, sus logros, triunfos, porque desafortunadamente y escudados en la Carta Magna, se toman muy a pecho aquello de que “cualquiera” puede ser hasta Presidente de la República, pero siendo coherentes, cualquiera puede ser médico, pero para empezar tiene que estudiar como 5 o 6 años, y demostrar que puede ¿Qué no debería ser lo mismo en la política? Porque unos por brutos y otros por “listos”, el caso es que no nos sacan de ningún apuro.

Por ejemplo el Senador Luis armando Melgar, un hombre con tablas, con experiencia, pero que nadie sabe qué ha hecho por Chiapas a últimas fechas, no se le ha visto en la región, ni en declaraciones temerarias desde la capital, mucho menos con resultados; la última vez que se le vio fue en el concierto que ofreció en el parque Bicentenario y de ahí a la fecha, ¿chupó faros? como diríamos por acá ¿de qué sirve un político con todas esas capacidades si no da muestras de que las esté usando para beneficio de sus representados?

En fin, ojalá pusieran los pies en la tierra (aunque se les ensucien), que caminaran, que conocieran a las personas, que estudiaran, se prepararan, que fueran sinceros con lo que pueden ofrecer y no nomás’ piensen en lo que quieren sacar.

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