MI REINO POR UNA LATA
Por Ronay González
No en vano gastan millones de dólares en publicidad, mercadotecnia y todo lo que se le parezca, estos señores creadores de Santa Claus vaya que saben hacer lo suyo en tiempos de crisis.
La industria refresquera se quejó amargamente del alza en impuestos (yo también me quejé pero mi situación es muuuuy diferente), subieron sus precios y aseguraban que las más afectadas serían las tienditas, siempre lo son, así que no descubrieron el hilo negro, sin embargo, ellos ya encontraron la forma de “librarla”, y vaya que nos conocen: ahí andamos todos locos por tener una latita con nuestro nombre.
El mío me cansaré de buscarlo, no lo incluyeron, no sé por qué si es hermoso, yo quiero mi lata, bueno a decir verdad una docena, como todos los demás, quiero regalarle una a mi mamá, otra a mi mujer, otras dos para cada uno de mis hijos, otras más para mis amigos, para que me recuerden, para que sepan que los quiero, que me importan.
Se trata de un detalle único, inigualable, de gran valor, y no se vale que me dejen sin esa posibilidad.
Tal parece que así funciona esto y les funciona muy bien, no hay forma en que dejemos el refresco, somos el consumidor número uno, creo que lo seguiremos siendo, los niños siguen desayunando galletas o pan con una coca, y no es cliché, observe qué compran con más frecuencia en las tiendas (sobre todo los Oxxo) por las mañanas, desde las señoras que andan en los semáforos con sus críos, hasta las que se bajan de su camioneta del año; a la hora de la comida sucede algo similar.
Sólo que me sigo preguntando ¿por qué las campañas del Sector Salud no tienen tanto éxito? Si son muy buenas, como esa de… de… o la que… sí, aquella en la que…
Mismas en las que se gastaron en 2012 más de 2 mil millones de pesos, no tengo un dato más actualizado pero estos números nunca van a la baja, pero como diría la canción: ¿y todo para qué?
Dicen los que conocen las mafias del mundo que todos están coludidos, empresas, farmacéuticas, unos para crear los daños y los otros para “remediarlos”, y que nosotros sólo somos las marionetitas que respondemos a todas y cada una de sus ocurrencias.
Quiero creer que no es así, que somos capaces de ponderar lo caro, carísimo que nos está saliendo este asunto del excesivo consumo de refresco, mismo que se transforma en un montón de enfermedades, aclaro que no es el único culpable, pero sí el más influyente.
Para que nos demos una idea, el 15% del presupuesto total de 2010 para la salud pública se destinó a atender la diabetes: casi 8 mil millones de dólares. Para que se den una idea, lo que se destina a Oportunidades, el programa estrella para aliviar la pobreza en México (eso dicen), es la mitad de ese dinero.
Las personas se siguen enfermando, cada vez son más y no va a haber dinero que alcance, lo sé, pero doy mi reino por una lata que diga RONAY.
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