Por Carlos Morán
Sucedió que hubo una comida en donde varias señoras (ANSPAC)buscaron patrocinadores de regalos para un evento del día de las madres. Entre éstos estaba un ex candidato a la presidencia, un senador actual y otros caritativos que no pudieron negarse a ayudar. Al final del festejo muchas señoras al ver el descarado atraco se fueron contra las organizadoras, ya que los regalos no se rifaron entre las mamás como se había planeado, sino que se quedaron con ellos. Una práctica que sin duda comprobará que ese grupo debe ser investigado o de plano, que dejen solas a quienes manejan este movimiento para que no se salpiquen de estas actitudes que no precisamente son altruistas, sino de agandalle y que por debajo de la mesa, buscará en breve votos para la política.
Es cierto que ya no ingreso en terrenos personales ni escribo historias de ficción para que las señoras pecadoras y de alma oscura, se identifiquen gracias a la ligereza de conciencia que poseen, pero cuando varias señoras se acercan y me comentan estos atropellos y que en todas las mesas se comenta sin que nadie haga algo, da un poco de coraje porque a usted no le gustaría apoyar un movimiento pidiendo con sus amistades artículos del hogar para que las organizadoras se queden con ellos y los usen para regalos de bodas posteriores a donde asisten como “grandes damas”, ¿si me explico verdad?
Una de las señoras, que por cierto no había entrado nunca a esta tribu de santas y catafixia, llena de cólera y rabia somataba la mesa, con los ojos inyectados de coraje le exigía a una de las organizadoras que regalara los hornos de micro hondas que su hijo había donado. Otra más con la sangre caliente amenazaba con írsele al cuello a otra que decía que, “los regalarían en otro evento” ¡Así no fue la condición! Exigió nuevamente la esposa de uno de los patrocinadores, “¡se dijo que se regalarían en este evento!”… Pero finalmente como existe gente con mayor prudencia y educación que prefirieron callarse viendo la forma tan vil y descarada en que dos de las organizadoras escondían los regalos para llevárselos a sus casas.
Esto es el burdo remedo de lo que comúnmente llamamos “High society”, un peldaño al que muchas aspiran y sueñan con un día ascender. Un grupo maquillado de altruismo que en realidad está muy lejos de ser eso. En todas las sociedades muchas mujeres con buena voluntad y verdaderamente guiadas por un sentimiento natural que se agrupan para trabajar por un bien común, a la hora de invitar a “otras” para que participen, no revisan el linaje de las ansiosas por ingresar, y no se trata precisamente de valorar a las mujeres por el apellido y la sangre, pero sí por sus acciones y trayectoria moral:
Todas aquellas damitas que imitan a las grandes con sus ambiciones falsas y deseos de aparecer en la foto, deberían de pasar un examen de prueba, hacer méritos y comprobar con trabajos forzados y difíciles en donde se ponga a prueba su noble y humilde corazón, que demuestre realmente que desean pertenecer al grupo de esas damas bondadosas, porque bien dice aquella frase vulgar pero cierta que reza así “Una manzana podrida pudrirá a las demás” Y cuando una de éstas ingresa al grupo que tiene un fin común y que trabaja para los que menos tienen, lo único que llega a hacer la malvada, es a desintegrar el grupo.
En la vida cotidiana he tenido el gusto de conocer muchos grupos de mujeres, y es que el hombre no puede prescindir de vivir en sociedad, en comunión. Grupos sociales que desde hace treinta años se reúnen una vez cada quince días, grupo que ni con el paso de los años no ha perdido nunca su esencia por una simple razón, todas las que lo forman tienen distintos pensamientos, credos religiosos y hasta políticos, pero las mueve un mismo sentimiento: la amistad.
Así también hay otros grupos en donde todas se buscan y se congregan porque destilan la misma filosofía, sin importar que en muchos casos sean parientes cercano o lejano, la intención del grupo no es precisamente congregarse para exponer cada una sus problemas y mejorar o crecer como seres humanos. No, ellas se reúnen porque destilan el mismo veneno y se unen entre sí porque consideran que el resto de la sociedad no está a la altura de ellas, aunque en el fondo, son ellas quienes no son bien vistas y frecuentemente generan pésimos comentarios, por la vida y el ministerio que ofrecen públicamente ¿Sí sabe qué es ministerio o se lo parafraseo? El ministerio es el resultado, la evidencia, los frutos, o sea: los hijos.
Pero en todas las sociedades siempre hay una mujer con sangre y corazón de líder, una mujer que sino tiene posibilidades económicas tiene un poder en su interior grandioso que le abre las puertas y consigue las herramientas para apoyar la causa que ha tomado como suya. Cuando esta mujer comienza a robar cámara y a ser motivo de buenos comentarios, muchas se suman convencidas del ejemplo y otras se cuelgan solo para escalar posición, vanagloriarse de ser una dama distinguida y en el resto no falta aquella que tenga la negra intención de derrotar a la fundadora, hacerla polvo y quedarse con el puesto o despojarla de lo que fundó para no padecer la sombra de la altruista natural y original.
Quisiera imaginarme que esto sucede en una tribu de Australia, en donde las mujeres todavía matan por celos, en donde la lucha por las bajas pasiones no es un pecado sino un estilo de sobrevivencia. Quisiera por un momento cerrar los ojos y pensar que no es cierto que existan mujeres que carecen de vergüenza y que sin pena alguna no les importa que su actitud las deje mal paradas ante las demás, pero sobre todo, que no tengan temor ni de Dios y menos de los golpes de la vida que van y vienen rebotando.
Sucedió también hace varios años cuando una señora de estas que estaba en el DIF, precisamente cuando el gobierno era priísta, en medio de una contingencia, una tienda departamental envió una caja de tráiler repleta de ropa para los damnificados. La misma señora no tuvo empacho en ponerse a elegir la ropa que le gustaba y hacer sus apartados. Todo esto ante la vista de muchas que se sumaron al agandalle pero que después lo comentaron con nombres y apellidos. Algo igual sucedió en la UNACH...
Por damas como éstas que nadie sabe cómo llegan a esos lugares sin que sufran una embolia o les caiga un rayo, cuando un grupo de mujeres se une y forman una asociación, a la hora de pedir y de tocar puertas, no faltan los comentarios y las negativas porque ya no se confía que, la ayuda llegue a las manos de quienes indica el estandarte del grupo. Esta es una de las razones por la que los grupos deberán de poner pruebas a mujeres de dudosa virtud que deseen sumarse al movimiento.
Sí, para que el grupo filantrópico tenga credibilidad, deberá de gozar de mujeres honestas, de corazón limpio, con buena trayectoria e intenciones; no importa que alguna sea promiscua o esté escasa de dignidad, lo importante es que su corazón tenga una parte sana que desea donarlo para la causa. Ya sabe usted que la ley victoriana es una que siempre he promulgado y abanderado “Virtudes públicas, vicios privados”. O sea, si la señora es alegre, eso no tiene porque chocar con sus verdaderos sentimientos, ya que al final de cuentas se va a apoyar a niños, enfermos, mujeres pobres y no a maridos traviesos que estén expuestos a un ataque.
Al final no se resolverá nada, los regalos ya se perdieron y no existe necesidad de mencionar a las culpables, mañana mismo estas personas sin miedo levantarán la mano y me llamarán lanzándome sapos y culebras, levantarán los ojos al cielo y jurarán por la vida de sus hijos, argumentarán que todo es falso, que la mamá del ex candidato está loca y que todas las de su asociación no las quieren porque les tienen “envidia”… De ahí que cuando el maquillaje se corre o es muy corriente o de plano el sudor es de la doña es tan fuerte que no disimula las arrugas.
Existe una ley que dice “que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha”. Pero después de lo de hoy, debemos de corroborar si el o los regalos o donativos que hicimos, llegaran íntegros al lugar indicado o en el camino, sufren una merma. Amén
Para comentarios escríbeme a morancarlos.escobar@gmail.com
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