martes, 16 de julio de 2013

¿Fidelidad a prueba de bombas?

Magdalena era capaz de cometer adulterio por un lado, llorar por sus pecados por otro y disfrutar ambas operaciones a la vez. 

Por Carlos Morán/ Edición para internet 

Discúlpeme por escribir tanto, pero me llevó varios días cocinar, tanto que, mejor comencemos diciendo que: La fidelidad no es inseparable a la naturaleza humana. Inherente a esta puede ser respirar, caminar, ser vulgar, buscar alimento, refugio...tener la capacidad de comunicarnos mediante un lenguaje repleto de símbolos que nos sirven entre otras cosas -y a diferencia de otras especies de inteligencia considerable- para representar y transformar a nuestro antojo el mundo antes que simplemente adaptarnos a las condiciones que el medio nos ofrece. Ni la biología, ni la antropología ni la primatología sugieren que los seres humanos tengamos que ser monógamos por exigente genético o natural. Muchas religiones si lo sugieren o más bien lo imponen so pena de castigo eterno y mortal. Por suerte sus súbditos suelen ser bastante hipócritas y mojigatos, y a escondidas (sin que su Dios o su pareja se enteren) se divierten fornicando por todos los orificios de su sagrado cuerpo en secreto con otros creyentes traviesos, llenando los moteles y hoteles de una ciudad cualquiera o de la no menos santa “Tapachula es de Cristo”, un viernes o sábado por la noche e incluso entre semana escapados en horas de oficina...

Algunas religiones sugieren que el mundo fue creado hace cuatro mil años por ejemplo; o que la mujer proviene de una costilla carnosa de un varón imperfecto creado primero a imagen y semejanza de su diseñador omnipotente, que por la misma regla de tres, debe ser bastante imperfecto también para clonarse a sí mismo de manera tan lamentable pudiendo hacer un trabajo mejor. Sin embargo, no por eso la gente que no está anexada de manera fanática y acrítica a un dogma se lo tiene que creer.

“Oh, señor concédeme castidad, pero no lo hagas todavía”. San Agustín.

Al menos para alguien del montón como yo sin pedigrí espiritual, antes que esa fábula de la creación, me hace más gracia por decir algo la teoría de "Las mónadas" de Leibniz; o alguna ingeniosa y guapachosa leyenda creada por un santón místico harto de fiestas. Para alguien como yo que no milita en partido ni religión alguna (y Dios me libre de militar en cualquiera jamás) tiene muy poca importancia que haya un mandamiento que diga: "No fornicarás" (aunque los cristianos enredan este término adjudicándoselo a otros pecadillos para someterlos). Mandamiento que como es apenas lógico usted nunca ha cumplido ni piensa cumplir ¿O sí? Circunstancia que sin duda asegurará una condena asquerosa en el fuego eterno aunque pueda haber sido en vida mejor persona que millones de creyentes abstemios en materia de freno erótico.

La iglesia primitiva exageró las bárbaras opiniones de san Pablo con respecto a la sexualidad en pareja...y en solitario también. Por ejemplo, San Pablo prohíbe la fornicación, prohíbe el control de la natalidad y prohíbe la disolución del matrimonio entre otras bellezas, que ustedes dirán lo que quieran, pero desde luego ya han perdido vigencia y utilidad práctica en la vida actual. De forma rara a pesar de tantas prohibiciones de alcoba que no le deberían importar a San Pablo, ni a su tía Gertrudis, ni a la chismosa de Carmelita... ni a nadie más que al par de amantes en cuestión, y como mucho al marido o esposa "deshonrada", si, si, a pesar de que dichas prohibiciones hayan sido el fundamento de la normativa moral cristiana en materia de sexualidad, en los tiempos que corren cualquier persona medio sensata sabe que es absurdo mantener tales mandatos en un mundo injusto y abarrotado de gente como el que nos tocó vivir. O lo que es peor, prohibirle por "ley divina" a la gente controlar la natalidad o mantener un matrimonio infame "por los hijos o el qué dirán o miedo a la excomunión"..., o guardar castidad hasta un improbable e incierto matrimonio que cada vez se produce más tarde y dura menos..., si es que se produce, claro.

Pienso que para ser un buen ser humano no hace falta ser un modelo de freno genital y castidad solitaria. Hace falta, eso sí, ser honesto entregado y franco. Pero esto no compite con no ser monógamo. Y creo también que hoy en día pensando como lo hago al respecto de este espinoso tema, casi ninguna mujer en su sano juicio se enredaría con alguien como usted (que no es tan grave). Da igual que les parezca "un buen mozo", sepa cocinar riquísimo modestia aparte, comprar en el súper, planchar..., sea honrado, se cambie de calzoncillos todos los días tres veces, sea muy trabajador y sea capaz de hacer (sin despeinarse) de manera eficiente todos los oficios de la casa... La desconfianza en torno a una imposible monogamia y mi poca credibilidad en las bondades de una convivencia asfixiante en pareja anularían cualquier posible virtud que yo tuviese. Como en efecto ha sucedido claro.

Tampoco creo que para ser una buena persona sea necesario prometer una exclusividad sexual imposible en el transcurso de una vida promedio, o una fidelidad erótica en la que no creo, ni le doy más importancia que la que si le doy por ejemplo a la LEALTAD, tan escasa ya, a la admiración sincera, la coherencia, la solidaridad mutua y la honestidad. Esto no sólo a nivel de pareja sino en la vida y el trato con mis semejantes y demás seres vivos en general incluida la hormiga culona y el atún rojo que devoran los desgraciados japoneses, los mismos que mantienen con su insaciable voracidad a este hermoso pez y a muchos otros por el estilo en vías de extinción.

Aunque les parezca increíble, mucha gente creyente, piadosa y devota, está convencida que es menos justificable o soportable tener una aventura extra marital, una "infidelidad", que por ejemplo, ser un político corrupto, un atracador de abuelas o un violador de niños. Si no me creen, pregúntenle a los Legionarios que abren escuelas en muchas provincias y son dirigidas por mujeres sin moral probada, a una dama glamorosa de uñas postizas con maquillaje y pastora o ministra de una iglesia pentecostal que cansada de que su marido mujeriego le de en la jeta borracho durante 20 años, un día decide ponerle los cuernos al desgraciado con un cartero mulato joven y bien dotado. Creo que el concepto de infidelidad tal como lo expone la inmensa mayoría de las personas no es más que un tabú, un prejuicio arraigado ancestral de origen patriarcal y religioso. Obviamente a mí nunca me lo aceptan en la cara y suelen concluir que el libertino o el perro degenerado soy yo, o en el mejor de los casos se burlan de mis posturas o intentan ridiculizarlas (aunque en el fondo me aplauden). Con lo cual la discusión muere por física falta de argumentos en la otra parte y profundo hastío y decepción por la mía.

La mayoría de las personas creen que una aventura o una infidelidad es intolerable más por tradición heredada, por contaminación temprana a través de las creencias que reciben de sus padres, círculo familiar o ideología, que porque tenga una base racional aceptable o argumental consistente en que se pueda sostener en los tiempos que nos ha tocado vivir. Esta misma gente que defiende (al menos de dientes para afuera y condena a muerte cualquier señal de infidelidad en su pareja o el prójimo incluso aunque ellos mismos lo practican cotidianamente o la hayan practicado varias veces) defenderían siempre diciendo que "los infieles son los otros"

Regresando a temas más de andar por casa en chancletas y calzoncillos, la fidelidad dentro de la pareja es más un ideal, una ilusión que muchos quisieran ver como real. Una gran farsa, una gran mentira en la práctica la mayoría de las veces. Obviamente es posible, como es posible ser fanático de Millonarios o de la selección mexicana de fútbol (a pesar de tener el sufrimiento y la decepción garantizada). La monogamia auténtica es posible en algunos raros casos en gente que la ha escogido de mutuo acuerdo con sus creencias o herencia como un modelo de vida que quieren seguir, respetable por supuesto.

El problema surge cuando uno bucea un poco en esa aparente "fidelidad a prueba de bombas", y comprueba que no es justa ni recíproca, porque no concibo a un pastor de protestantes con la mente en blanco cuando las doncellas de su iglesia le arrean los juveniles senos por los hombros... La mayoría de las veces es una fidelidad más de nombre, de ilusión, de temor y tradición heredada, de apariencias, de fuertes dosis de hipocresía que de otras cosas. Pregúntele si no usted a su madre o a su abuela que se jactan de llevar varias décadas en yunta con el salvaje de su abuelo o su padre (si es que las infidelidades no los ha separado aún...) si durante los treinta o cincuenta y tantos años de matrimonio su padre o su abuelo jamás le ha sido infiel...ave María purísima....¡ella sabrá que seguro se ha tenido que tragar su orgullo por allá en una lejana juventud más de una vez perdonando al viejo! O quizás haya sucedido al contrario y ella tiene su secreto bien guardado en el escote de su enorme sostén..., nunca se sabe. Pero eran otras épocas y la gente hacia de tripas corazón "por los hijos" y en particular se aceptaba socialmente de forma tácita la infidelidad masculina. Por el contrario se repudiaba de manera feroz la femenina aunque se diera en menor medida por la espantosa educación represiva que recibían nuestras madres y abuelas y la dependencia económica que ellas solían mantener debido a la diferencia en el acceso a la educación y el mercado laboral. Hoy en día por suerte eso cada vez más nos suena a historia.

Aun así, Es muy difícil que un hombre o mujer incluso de nuestra época y generación acepte un episodio de infidelidad. ¡Primero muertos que aceptarlo! Yo en algunas ocasiones he intimado, en buen plan, con mujeres que tenían novio o esposo en el momento de conocerlas, y que aun así estando en una cama con un extraño "como Dios las trajo al mundo" seguían defendiendo a muerte la monogamia y la fidelidad para siempre. Esto suena como a la esposa del ministro de la iglesia pentecostal que es sencilla y humilde pero goza de unas bubis y nalgas postizas porque Dios le pide que su imagen esté sexy ante el peligroso pastor que también puede fallar con tanta hermanita rebuena congregada.

El o la infiel intentará negarlo por muy evidente que sea. Sabe que si lo hace, si lo acepta, perderá "la autoridad moral", que lo hace jugar con ventaja para un día poner el grito en el cielo,| si la que lo hace es su pareja. Así de esta manera tan mojigata y malsana se mantiene una feria de apariencias, una sarta de autoengaños que convierten muchas relaciones en calderos de desazón y desconfianza mutua latente pero no aceptada. Las personas se van llenando de miedos, de motivos y resentimientos que no comunican por vergüenza de ser tachados como celosos, y esta saturación de mala leche termina por hacerlas completamente paranoicas e infelices o simplemente indiferentes y amargadas por desgaste. En el mejor de los casos se continúan "por los niños" por dependencia emocional malsana... por dinero o conveniencia profesional o social.

La fidelidad en forma de monogamia es posible, pero no por eso debemos decir que es natural; ni que es lo único honesto o deseable. Son construcciones sociales que han tenido validez por imposición durante siglos, pero que no es imperativo mantenerlas si son injustas o hipócritas. Yo la Poligamia la veo igual de improbable, absurda e indeseable para mi vida como veo la monogamia al estilo falso mojigato actual. Creo que hay muy poca justicia en los dos modelos y para mantenerlos hacen falta fuertes dosis de hipocresía por un lado y mucha plata, cinismo y sumisión por el otro. Si la monogamia fuera efectiva, real, honesta por elección y mutuo consentimiento en ambos miembros de la pareja, seria pasable, aunque esa especie de castración emocional me parece innecesaria mantenerla por sistema para una vida entera. Si fuera real y bilateral vale, se pasa. Pero casi nunca lo es y si no miren el cancionero popular o los millones de páginas de poemas y libros que tienen en el desamor, la traición amorosa...el despecho un filón inagotable y monotemático. Se supone que todo el mundo tiene que sufrir así y a la gente parece encantarle porque no hacen nada para intentar cambiar la pésima educación sentimental que origina tanta absurda desazón. Esto me recuerda a “La otra”, la poesía popular que Pepe Athie, que declama en casi todas las reuniones, aunque muchas damas moralinas tuerzan la boca, y es que no pueden hacer otra cosa más que tragarse la saliva envinagrada de sus deshonrosas vidas ausentes de dignidad, porque la poesía las retrata no solo a ellas como indignas o bárbaras, sino como cortesanas finas que, por plata, soportan..

Si usted pasa por un table-dance (marinero, jacalito morenitas, etc) un viernes por la noche, puede estar seguro que la inmensa mayoría de la clientela son hombres, tienen pareja o están comprometidos a pesar que su novia o esposa no lo sepa jamás, no por eso deja de ser real. Cuando los hombres van a la guerra se “cogen” con todo lo que se mueve, pero aun así le exigen castidad a sus mujeres... ¡así ha sido siempre! Y deberían considerar el hecho de que cada vez más mujeres actúan de la misma forma, no veo por qué no puedan hacerlo, si es monogamia unilateral no tiene sentido "contenerse". Dejo al margen discusiones estériles de si fue primero el huevo que la gallina: que si es por factores biológicos, que si es por las diferencias neurológicas en el uso de los hemisferios cerebrales, o si es como se empeñan en afirmar las feministas más radicales: "única y exclusivamente por condicionamiento cultural", o por culpa de las canciones de Paquita, el rock machista de Led Zeppelin o las rancheras... o por lo que sea. Me dan igual los verdaderos motivos. Sólo digo de manera objetiva que es un hecho que hasta hoy ha habido más tendencia a la promiscuidad (estando ya inmersos en una pareja) en los hombres que en las mujeres. Ya sea por factor educativo, cultural o biológico evolutivo o por una mezcla de todo lo anterior. En fin, que la monogamia hipócrita, con trampa no vale, y eso es lo que abunda en la tradición judeocristiana. Y eso no lo quiero para mi vida ni para la vida de mi perro "Benjamín" tampoco.

Lo natural en una pareja (de hoy) no de la época de nuestras madres y abuelas donde ellos podían tener diez aventuras o amantes y ellas ninguna so pena de ex comunión, escarnio social y muerte. Digo que lo natural en una pareja que por ejemplo lleve cinco o diez años juntos, es que haya sufrido profundos altibajos, dudas, crisis esporádicas, episodios furtivos y no descubiertos o explícitos de infidelidad en uno o ambos miembros (eso si siempre negada aunque se tengan todas las pruebas en contra) También es natural que haya desencuentros, que haya épocas donde baje la libido, periodos de disgustos o separaciones aunque se sigan queriendo, o simplemente épocas en que todo anda en teoría bien pero no podemos evitar sentirnos atraídos por un compañero de trabajo o un vieja amiga o un gran amor de juventud que aparece de repente o se mantiene latente. Porque simplemente nos hace sentir bien al menos para conversar aunque nuestra realidad haya cambiado y cada uno viva historias y compromisos al margen. Lo natural es que de vez en cuando ella o él en el transcurso de una larga relación de muchos años, decidan darse un beso o un abrazo íntimo o tengan sexo con un extraño o una amiga o ex novia..., ¡y jamás lo cuenten! Y según la lógica absurda de apariencias que se suele manejar, "si a uno no lo descubren es como si no hubiese pasado..." Porque señoras y señores, la vida no se puede enmarcar en la perfección de una figura geométrica ideal euclidiana (Euclides, padre de la geometría).

La vida tiene arrugas, recovecos, cierres, pliegues... curvas, aristas. La vida y las relaciones de pareja en particular no son lineales, son fractales como lo es una costa, un árbol, un bosque...como lo es un río que corre de manera caprichosa e impredecible a pesar de la rectitud monótona e imposible con que los dibujantes trazan las fronteras, las montañas y los ríos en los mapas. En lugar de sufrir por estupideces disfrazadas en prejuicios inamovibles, lo que deberían hacer los grandes amores imperfectos es plantearse unas reglas imperfectas pero sensatas ajustadas a la realidad y no a lo que debería ser. Pactar unas concesiones donde ambos aceptaran sus carencias, aciertos y limitaciones, y que por algo tan estúpido como una simple aventura o divagación erótica, una relación no se fuera al garete por física incapacidad emocional de aceptar que la vida no es un pentágono de lados simétricos y perfectos que se puede trazar con fronteras imposibles.

Algunas personas dicen que lo que le duele más no es el hecho físico en sí de la probable cópula de su pareja con otra, sino más bien el hecho de pensar que el objeto de su deseo le pueda dedicar más tiempo, pensamientos o cariño a otra..., aunque sea poquito, aunque ese amor o cariño no compita y no se pueda comparar con el que ella misma recibe (aunque en realidad se teme que el dinero se vaya a la otra cama). Eso me parece muy infantil, egoísta, muy mezquino. Es como si uno quisiera reservarse el ejercicio de gobernar la llave del cariño de la pareja. Como si uno tuviera asegurado el monopolio de la administración de los afectos de los demás. Si a uno no lo descuidan, le siguen deseando y amando, qué carajos importa que la persona que uno quiere pueda querer un poco de alguna manera a un amigo, un ex novio una amiga o a quien su libre albedrío y mundo propio interior le invite a hacerlo. ¿O es que acaso usted estaría dispuesto a dejar de querer a sus amigas entrañables que nunca le han hecho nada malo, a su ex novia que tan especial e importante es en su vida, o a borrar de un plumazo a todas las personas por las que siente gusto, atracción o cariño anterior o paralelo aunque con distintas jerarquías, tan sólo porque su nueva pareja no lo soporta. ¿A que no es bueno verdad? Entonces no pida lo mismo que usted no estaría dispuesto a hacer o que aunque niegue sigue haciendo a escondidas.

Me inquieta para mal la gente que afirma que estando con su pareja no necesitan de nada más y de hecho lo hacen, y se lo creen. Acaban con su mundo interior, renuncian por completo a sus amigos de toda la vida, se encierran en una sola persona, se vuelven dependientes emocionales y el día que esa persona les falla o les falta, ¡el mundo se acaba o se van en por el túnel negro y profundo de la depresión! porque no saben vivir por sí mismas. No saben hallar momentos de felicidad al margen de su pareja. Eso me parece poco sano y demasiado peligroso. La dependencia hace surgir un miedo exagerado a perder a nuestra pareja y de ahí, a los celos enfermizos y el sufrimiento diario, sólo hay un paso.


Me parece más honesto y sincero estar con alguien sin necesidad de amenazas explícitas, ultimatums preventivos o prohibiciones tradicionales. Sin vivir bajo la espada de Damocles (figura de la mitología griega) y el fantasma de catecismos rancios redactados por curas y ministros que aparentemente nunca se han acostado con una mujer...con niños sí, pero con una mujer supuestamente no, aunque tengo mis dudas con aquel par de damas de nalgas protuberantes que viven alrededor de un sacerdote viejo bajo el sello de la guadalupana.

Me parece más sensato amar de manera generosa sin que se sea obligado ni advertido con frecuencia. Amar por voluntad propia, de manera espontánea. Total uno jamás puede tener el control absoluto de la otredad por más que quiera y crea conocer a su amada o amado en cuestión. Hoy en día al menos entre la mayoría de los que tienen acceso a una educación mínima, un trabajo decente y buenas dosis de información, nadie aguanta estar en una relación injusta por mucho amor que haya. Hacen bien. Y buena parte de esas relaciones que con un poco de inteligencia, trabajo arduo en combatir nuestras mezquindades y mano izquierda podrían reciclarse, transformarse evolucionar, ofrecer buenas dosis de satisfacción para ambos, se pierden por la imposibilidad de abandonar unos esquemas mentales rígidos, unos patrones hipócritas que en la intimidad todos reconocen que son absurdos e inútiles, pero que en la práctica ante una negociación, una concesión o simplemente llamar a las cosas por su nombre, la mayoría de las personas suelen reaccionar con histeria, violencia y victimismo. Suelen abandonarse a la nefasta inercia del magno peso de la tradición. Incluso las que son en apariencias más liberales y "modernas" en otros aspectos de la vida.

Conozco (y ustedes también) cientos de casos en familiares, amigos y amigas íntimas, ex novias o personas cercanas en general, de gente que en público defiende con uñas y dientes que "jamás perdonaría una infidelidad" y de hecho ante algún episodio circunstancial o aventura por pequeña que sea de su pareja montan en cólera y hacen el numerito del traicionado, herido y maltratado, que orean a los cuatro vientos el pleito y si es posible en redes sociales, etcétera. Indisponiendo a todo el mundo durante seis meses para terminar perdonando al final porque ya con cabeza fría ve que no era para tanto y valora más lo bueno que tiene su denigrado galán que una aventura o desliz como le llaman por ahí. (...) Pero la gente suele reaccionar así, cuando yo mismo sé y me consta que ellos o ellas lo han hecho una o varias veces también y tan sólo han tenido la "buena suerte" de no ser descubiertos.

No sé ustedes, pero al menos sé que la mayoría de las veces que se empieza un relación, por corta que haya sido con una mujer que le gusta, ellas como es apenas lógico, arrastraban un pasado generoso al igual que usted. Incluso un presente complicado, o estaban de separación, o habían roto con su pareja hace poco, o estaban solas pero tenían un par de amantes esporádicos...etcétera. ¡Siempre pasa igual! Después de las primeras y novedosas experiencias de la adolescencia es casi imposible empezar una relación de cero: en condiciones óptimas de soledad y disposición total. Cuando no hay ex marido o ex esposa aún amada por ahí, hay hijos o las dos cosas. O despecho, o dolores recientes mal curados, o desconfianza en uno o ambos por golpes del pasado... o ansiedad, o lo que sea. Y éste peligroso cóctel de fragilidad suele entorpecer el comienzo o el rescate de cualquier historia de amor por más entusiasmo que haya.

Cuando uno ya tiene más de cierta edad es imposible encontrar alguien "puro", sin cargas emocionales ajenas y antiguas o incluso sin cargas físicas en forma de críos y pedorros. O a lo mejor ella o él aún están inmersos en una relación que naufraga o no les satisface. ¿Y qué hace la gente? ¿Abstenerse? A lo mejor negarse y decir: no gracias es que necesito estar cien por ciento despejada... Que va...¡no, nadie hace eso en la vida real! La mayoría de las personas con un poquito de sangre en las venas nos lanzamos aún a sabiendas que a lo mejor vamos a salir escaldados. ¡Eso sí, que es parte de la naturaleza humana! y no una fría racionalización "a posteriori", a toro pasado en forma de moralina chocante del tipo: "como yo ya me he quemado no quiero que tú te quemes". Es inútil señora madre o señor padre o señor amigo...su adorado retoño también se quemará, como nos hemos quemado todos hasta que algún día se enderecen las cargas o ¡eureka! damos con la buena, aprendemos a sufrir con cabeza y a darle importancia a lo que en verdad lo merece; y si no...¡al menos se intenta!

La gente se ha acostumbrado a vivir así, a esconder sus verdaderas intenciones, a ocultar ya sea por: prejuicios de crianza, religión o medio en que se crío. A ocultar sus vergüenzas y a escandalizarse cuando son otros los que se atreven a ir de frente o simplemente se encuentran con "la mala suerte" de no ser tan hábiles para ocultar sus secretos de alcoba. Es visto por madres que se escandalizan chompiponamente, cuando su nena en Puebla, mientras estudiaba, mantenía dos novios con quienes copulaba y acabó cansándose burlonamente de blanco y con ninguno de los dos.

Como ya imaginaran, intentar ser coherente y medio honesto en este tema hace que a uno le vaya como un perro callejero en materia de uniones duraderas, incluso en pasajeras también. Decir que uno no cree en la monogamia y que duda que la convivencia en pareja sea sana para preservar "el amor verdadero eterno" no abre propiamente muchas puertas... Y en efecto, así le ha ido a mucha gente, como los perros en misa de gallo, aunque el favorable esfuerzo de vivir más de una década larga en pareja que no está nada mal. Normalmente le suelen mandar a la mierda aunque eso sí, con mucho cariño...De forma extravagante le dicen que lo han querido mucho y que "lo amarán toda la vida" como en el bolero, y que es muy buena persona y tal, y que como él no hay dos que baile una salsa, etcétera. Con tanto golpe bajo de la vida, hay que ir con bastante recato en eso: no me creo mucho ni los halagos ni los madrazos que me dan. Me los tomo con calma.

Algún día alguien me dijo que yo hablaba así porque jamás me había enamorado de verdad...¡que manía la de la gente por ponerle un rótulo a todo! Y que manía la de la otredad por creer que todos debemos vivir bajo el mismo patrón...como dicta la ley, aunque "la ley divina" en materia de monogamia haya demostrado con creces durante miles de años ser injusta hipócrita y asquerosa, en suma, una mierda. Algunos dicen que el amor no es sincero porque cuando su pareja o novia o lo que haya sido se ha acostado con alguien, se vuelve una miseria y se quiere morir...No sé, no veo por qué la exclusividad sexual y las reacciones pasionales violentas deban ser el termómetro que mide "la calidad" o valía de un amor. Yo he podido y he tenido la suerte de amar a unas personas durante pocos años, porque no había forma ni espacio ni tiempo de más....y a otras durante toda la vida, con mayúsculas, y quienes me conocen de cerca saben que es así. Pero nunca le he guardado castidad a nadie, ni lo pienso hacer. Como tampoco la he exigido ni mucho menos suplicado "fidelidad genital o mental" en los ojos en los labios, o en los sueños o pensamientos íntimos de nadie. Nunca he conocido a fondo una mujer "fiel" en ese sentido absurdo ni espero conocerla.

A lo mejor puede ser también que la mayoría de la gente esté en lo cierto y el que esté meando fuera de la bacinica, el que esté absolutamente equivocado sea yo. Puede ser...quien sabe. Pero cuando veo como terminan los grandes "amores eternos" a mí alrededor..., cuando veo como sufre la gente de forma innecesaria por nimiedades absolutamente evitables si se eliminara la hipocresía y se hiciera un pequeño esfuerzo por mitigar la mezquindad y el deseo de poseer... Cuando miro a mi alrededor y veo gente súper inteligente y con éxito llorando por las mismas tragedias sentimentales de siempre... siento que puede que al final termine solo, sí, pero lo que me ahorro en calma, en tranquilidad y en evitar momentos asquerosos no tiene precio.

Así es la vida, no creo en la fidelidad pero eso sí, soy leal. Ojalá un día aprenda aunque sé que con lo de hoy muchas señoras moralinas, esposas de ministros hipócritas de cultos falsos, querrán mandarme a las pilas del infierno. Amén.

Para comentarios escríbeme a morancarlos.escobar@gmail.com

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