POR. Rodrigo Ramón Aquino
Un himno es una composición musical o poética que generalmente expresa sentimientos de alegría y celebración. Busca, entre otras cosas, hermanar e identificar a una colectividad, una región, un pueblo o una nación.
En nuestro país, el himno mexicano, obra poética épica del potosino Francisco González Bocanegra, cuya letra es acompañada por la composición musical del español Jaime Nunó, exalta la defensa de la patria y el calor de la batalla:
Mexicanos, al grito de guerra
El acero aprestad y el bridón;
Y retiemble en sus centros la tierra
Al sonoro rugir del cañón.
Ciña ¡Oh Patria! tus sienes de oliva
de la paz el arcángel divino,
que en el cielo tu eterno destino
por el dedo de Dios se escribió.
Mas si osare un extraño enemigo
profanar con su planta tu suelo,
piensa ¡Oh Patria querida! que el cielo
un soldado en cada hijo te dio.
En Chiapas, a diferencia del canto bélico nacional, nuestro himno, compuesto por José Emilio Grajales y musicalizado por Miguel Lara Vasallo, conmina a la paz:
¡Compatriotas, que Chiapas levante
una oliva de paz inmortal,
y marchando con paso gigante
a la gloria camine triunfal!
Cesen ya de la angustia y las penas
los momentos de triste sufrir;
que retomen las horas serenas
que prometen feliz porvenir.
Que se olvide la odiosa venganza;
que termine por siempre el rencor;
que una sea nuestra hermosa esperanza
y uno sólo también nuestro amor.
Pese a otros varios intentos, es hasta con “Canto a Chiapas”, poema del escritor popular Enoch Cancino Casahonda que los chiapanecos volvieron a tener un referente común, un canto para reconocerse:
Chiapas es en el cosmos
lo que una flor al viento.
Es célula infinita
que sufre, llora y canta.
Invisible universo
que vibra, ríe y canta
Chiapas, un día lejano,
y serena y tranquila y transparente,
debió brotar del mar ebrio de espuma
o del cósmico vientre de una aurora.
… Y surgió, inadvertida
como un rezo de lluvia entre las hojas,
tenue como la brisa,
tierna como un suspiro;
pero surgió tan honda,
tan real, tan verdadera y tan eterna
como el dolor, que desde siempre riega
su trágica semilla por el mundo.
Desde entonces, Chiapas es en el cosmos
lo que una flor al viento.
La música por nuestro terruño regresó de manera espontánea, quizá por ello tan sentida, de un juglar contemporáneo: César Gandy, con su “De campo, selva y de mar” (Qué bonito Chiapas, señor):
Aquí es donde las mujeres
desvisten a los hijos del río,
que el verde cubrió de brío
y la selva los lloró.
Disfruta campos sembrados
por la esperanza de mis hermanos,
que dejaron piel y manos
para alimentar al sol.
Que bonito Chiapas, señor,
que agradable gente hay aquí,
yo quiero quedarme a vivir,
aquí quiero echar mi raíz.
Porque aquí es más fácil amar,
encontrar hermanos y más,
quiero sentirme nativo
de campo, de selva y de mar…
Recientemente las autoridades del estado reconocieron los beneficios para la economía local de una adecuada promoción de los atractivos turísticos del estado. Es con el ex gobernador Juan Sabines Guerrero que sale a la luz “Yo soy Chiapas”, composición musical del maestro villaflorense Jorge Macías, que aunque evidentemente fue por pedido, no deja de ser una creación cuidada, poética, que suma el talento de varios chiapanecos destacados y que, finalmente, sí generó un sentimiento de orgullo y pertenencia por lo nuestro:
Soy de selva y manantial
Soy de ámbar y coral
Soy el río, la llanura y el jaguar
Soy de bosque y humedal
Soy de caña y de sal
Abanico de colores, pavo real
Soy de riego y temporal
Soy de Barrio La Hermandad
Soy el brillo en el plumaje del quetzal
Soy un canto de manglar, Río Grande que se queda y se va
Yo soy Chiapas, alegría, contraluz y viejo día
y el aroma de mis pueblos al andar
Soy con todos mis hermanos, pueblo libre de un abrazo
Con el nuevo amanecer soy unidad
Soy de riego y temporal
Soy de barrio la hermandad
Soy el brillo en el plumaje del Quetzal
Soy un canto de manglar
Soy grandeza de los mayas, soy tucán
Yo soy Chiapas, al pie del cañón
Yo soy la magia, poeta y cantor…
Pero el reciente intento de repetir la fórmula, con un cantante de moda como Julión Álvarez, nos hace recordar que no cualquier canción que hable de Chiapas será un himno. A la producción “Chiapas nos une su grandeza”, le falta originalidad y corazón. Aunque con envidiable producción, son desagradables los versos forzados y el intento quedito de copiar la letra de Macías. Además, es innegablemente molesto vender al resto del país y el mundo que aquí todos vestimos folclóricamente y jugamos entre ceibas y pirámides mayas, y tenemos a jaguares de mascota:
Como un manantial de tradiciones
como pueblo alegre y de paz
sabe a caña dulce, así sabe Chiapas,
tierra de luz y coral.
Como viento fresco de esperanza
como canto alegre de hermandad
como en cada pueblo
como El Sumidero
mosaico de mi identidad.
Chiapas, nos une su grandeza,
nos unen los colores del plumaje del quetzal
Chiapas nos une su belleza
nos une la marimba orgullosa al sonar.
Sabe así a magia y cafetal,
suena así al guerrero y al jaguar.
Es así
paraíso terrenal
Es mi Chiapas
orgullo mundial…
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