lunes, 4 de agosto de 2014

CARREREANDO LA CHULETA


“CABEZAS MEDIANAS”

Por Ronay González
Todos se quejan y se escudan en el: “así les decimos todos”, es más, algunos los tratan con palabras estúpidamente expresadas en diminutivo como si eso hiciera menor el daño: niñito, pobrecito… Cierto es que son diferentes, pero no por eso mejores o peores seres humanos.

El síndrome de Down en México tiene características que son para ponerse a llorar, ni siquiera existen cifras oficiales sobre el número de personas que lo padecen en México; al menos no se especifica no en los censos del 2000 ni en los del 2010.

Yo conozco a varios y todos son seres increíbles, excepcionales, transforman con su magia el entorno donde viven, sin embargo, es la sociedad la que insiste en tenerles lástima, como si hubiera una razón, como si ellos en su “salud” no pudieran ser objeto de la misma lástima.

Pasó hace un par de semanas, un niño con este tipo de enfermedad (que se debe a la triplicación del cromosoma 21, lo que pudo habernos sucedido a cualquiera de nosotros a la hora en que aparecimos en el mapa terrestre), jugaba placenteramente por el parque Los Cerritos, corría y corría tratando de agarrar la pelota que otro niño lanzaba, la risa era increíble, como suele ser la de los niños; yo estaba comprando un raspado en esos negocios que quedaron por ahí, otra señora nada sofisticada esperaba turno ante el lento vende raspados.

La pelota pegó en el carrito y los gritos de la señora no se hicieron esperar, palabras que no reproduciré porque van contra todo lo que pienso y creo, pero con las cuales daba a entender que era culpa del niño con síndrome de Down.

Creo que con lo que le dije le amargué el raspado que ya ni compro (perdón señor vendedor de raspados), pero no lo podía creer, cómo es que en pleno siglo XXI todavía hay personas con esas ideas oscurantistas.

Lo peor es que lo hacemos recurrentemente, la ignorancia y el racismo lo traemos a flor de piel, seguimos diciéndoles “negros” a las personas de color ; utilizamos “indio” o “indígena” de manera despectiva, y por supuesto para las personas con síndrome de Down utilizamos una estúpida palabra que no pienso escribir, aunque que no por eso la dejan de decir.

Se quejan los gays, las lesbianas, los migrantes, los maestros, los pobres, hasta los políticos y las prostitutas por la discriminación, pero las personas con este síndrome no pueden hacerlo, así que va siendo hora de que nosotros lo hagamos por ellos.

Un estudio de opinión realizado por la empresa Parametría en mayo del 2012 reveló que el 87% de los mexicanos ha escuchado hablar sobre el Síndrome de Down; el 56% conoce a una persona con este padecimiento; el 86% de los encuestados está de acuerdo con que las personas con este padecimiento sean integradas a la sociedad, mientras sólo el 5% está en desacuerdo. Finalmente, el 91% de quienes respondieron la encuesta dijeron no tener ningún inconveniente en convivir en la casa o en el trabajo con una persona con dicha condición, mientras un 7% dijo no estar de acuerdo en convivir. Creo que a este porcentaje pertenecía la señora a la que le amargué su raspado.

Esas son las felices cifras ¿la realidad? Las empresas no los contratan y la sociedad los señala.

Hace algunos días un amigo mío con este síndrome me dio un abrazo extraordinario, de esos que te hacen sentir especial, sin hipocresías; un ser de pureza y bondad, yo fui a buscar a su hermano pero mientras salía la plática fue de lo más amena. Él vive en una casa donde hay mucho amor, comprensión, y créanme que no me gustaría que se topara con la atarantada señora de Los Cerritos.

Hay mucho qué hacer, para empezar desde saber cuántos son, en qué condiciones viven y cómo se les puede garantizar una mejor vida.

Afortunadamente hay muchas asociaciones que realizan tareas muy importantes en pro de una verdadera inclusión en la sociedad, de que tengan mejores condiciones de vida, con gusto les ofrezco este espacio para difundir sus acciones, historias, peticiones.

Las personas con síndrome de Down son como niños eternos, por lo que siempre aflora su ternura, su dulzura, las risas y los abrazos, es un desperdicio que no los tomemos en cuenta en una sociedad en donde ya nadie parece tener ninguna de esas características, urge replantearnos muchas de nuestras actitudes porque luego nos preguntamos por qué el mundo está como está, y como dijera el poeta español Antonio Machado: "ES PROPIO DE HOMBRES DE CABEZAS MEDIANAS EMBESTIR CONTRA TODO AQUELLO QUE NO LES CABE EN LA CABEZA".

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