viernes, 2 de enero de 2015

CARREREANDO LA CHULETA


INICIANDO EL AÑO

Por Ronay González
Es difícil describir la emoción que me da el que esté estrenando un año nuevecito y pueda seguir platicando con ustedes.

Como suele suceder en los inicios de cualquier cosa, creo que las posibilidades para este 2015 son infinitas, veo un futuro próspero, de paz, armonía y quisiera conservar este espíritu durante el mayor tiempo posible, ya vendrán los tiempos en los que tenga que aceptar que a veces sucede todo lo contrario.

Pero al menos por hoy decidí no hacer mucho caso de lo que publicaron los diarios, no pensar mucho acerca de lo que hacen o dejan de hacer los políticos, no ahondar en las carencias y retos de este México, preferí tomar mucha fuerza, buenas vibras ahora que hay por montones, hacer míos realmente todos y cada uno de los buenos deseos aunque los haya recibido a través de alguna cadena de la buena suerte.

Las cosas no cambian por arte de magia sólo porque estamos en otro año, estoy consciente de ello, de echo hoy amanecimos con guerras, conflictos, hambre, asesinatos; mi alrededor tampoco había cambiado mucho, bastó ir a cargar gasolina para darme un sentón en la realidad, ver toda la basura que quedó de las festividades en las calles, vaciar la cartera para sacar las moneditas perdidas para completar las compras en el mercado; en realidad no había nada nuevo; todo estaba igual o peor que como quedó el último día del 2014.

Sólo había algo diferente: yo. Tan optimista estaba que hasta pensé en la posibilidad de que no fuera el único loco, que hubiera más que quisieran que el amanecer del 2016 fuera diferente, que tenemos todo un año para lograrlo, claro que esto requiere de constancia, interés, trabajo ¿realmente estaríamos dispuestos?

¿Le pido un favor ocioso? Pregúntese qué estaría dispuesto a hacer para que la realidad de este país cambiara, en serio, conteste, dé una respuesta, piénselo, no sé si le tome cinco minutos o una hora, de lo que sí estoy seguro es que puede valer la pena intentarlo por lo menos.

Recordé que dije al inicio de esta columna que no iba a pensar en lo que le duele a este país, pero no lo puedo evitar, hay tanto que podemos hacer, y ahora que todos tenemos ganas de emprender, mejorar, superar, hacer, es el tiempo perfecto para que todos nos pongamos de acuerdo ¿no cree?

Lo dejo por hoy con esta sonrisa que no se me borra de la cara, deseo de todo corazón que usted tenga una igual, y si no es así, dibújese una, a fuerza de tanto usarla verá que se irá acostumbrando a sonreír, a salir adelante, a ser mejor cada día, no para los demás, a sólo para usted mismo.

El ánimo, la alegría, las ganas de hacer las cosas se contagian, pero no olvide que las malas vibras también.

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