¿Ombudsman Gay?
Por. Vinicio Portela Hernández
Me cae que hay algunos “que lo que no les huele les apesta”, neta, sus mentes se encuentran en planos retrógradas a la par de la “Santa Inquisición” que no les permiten diferenciar entre los derecho de las personas y su afán de discriminar.
En la anterior entrega de esta columna comenté sobre el libro de los ministros Sergio Valls Hernández y Juan Silva Meza, “Transexualidad y Matrimonios y Adopción por personas del mismo sexo” donde analizan a fondo dos resoluciones de la Suprema Corte de Justicia referente a la comunidad lésbico-gay.
Para ser sincero no me esperaba una reacción tan ofensiva como la que tuve por parte de algunos “ojetes” que escudados en el anonimato despotricaron en mi persona y el de los juristas.
A través de mis correos electrónicos manifestaron su molestia por mis comentarios al grado de clasificarme como el “ombudsman gay”, por lo que parecía un mismo grupo que se volcó en “echarme” ya que argumentaban lo mismo.
Por el momento me voy a reservar los “mails”, no vaya ser de malas y los necesite jurídicamente, lo que no creo ya que los cobardes ignotos no tuvieron los “wuevitos” para mostrar su identidad.
Tampoco le voy a dar más publicidad a esos hijos de su “Provida”, por eso tampoco voy a publicar en estos momentos sus maldiciones.
Hoy no voy hacer caso a la filosofía popular del refrán: “a explicación no pedida, culpa aceptada”, me vale y sí les responderé a mis adversarios tres de sus afirmaciones.
Primero, no me creo el ombudsman de la comunidad lésbico-gay, no soy abogado, me gustan las leyes, pero no soy un experto en derecho, hay muchos especialistas en Chiapas y en el resto del país que pudieran ser nombrados así, yo no.
Yo soy un periodista, con diez años de escribir esta columna y otros más de ser reportero, fotógrafo y camarógrafo, me encanta mi oficio y espero seguir muchos años así.
Pero de ahí de considerarme defensor, no lo creo, lo que sí me interesa es que a las personas no se les considere que haya de primera, segunda y hasta de quinta, todos los ciudadanos tenemos los mismos derechos y obligaciones.
Pero lo que no se vale es que las autoridades puedan exigir que se cumpla con la ley y por otro lado omiten derechos de un grupo ciudadano como es la comunidad lésbico-gay y transexual por el único hecho de su preferencia sexual. Sí esto sucede, es como si se institucionalizara la discriminación.
El artículo 1º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos es muy clara: “todas las personas gozaran de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones que esta Constitución establece.”
La disposición anterior podría tirar cualquier argumentación maliciosa que pretenda que las personas del mismo sexo no puedan tener derecho al matrimonio y a adoptar, porque todos los mexicanos somos iguales.
Segundo, no soy homosexual como afirman. Por supuesto que defiendo y apruebo que los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación se conduzcan en apego al estado de derecho y no por convicciones personales o religiosas.
En qué cabeza cabe que alguien debe ser de uno u otro género para poder defender los derechos de las personas, si ese fuera una regla inviolable los defensores de las ballenas deberían ser cetáceos.
Hay muchos “caritativos ciudadanos” que protegen las “buenas costumbres”, van todos los domingos a misa y hacen donaciones al Teletón, pero no han salido del “closet” y por las noches con dos tragos quieren besar al compadre.
Por último, sí tanto les molesta leer esta columna, pues no la lean, tienen todo el derecho de hacerla a un lado, romperla e ignorarla, pero yo tengo todo el derecho de decir lo que me plazca ya que el género periodístico me lo permite, es mi opinión y eso no va a cambiar porque algunos intolerantes homofóbicos que les gusta discriminar me lo pidan bajo amenaza. Qué risa!
A los que me escribieron tratando que cambiara mi análisis, lo único que puedo decir es que respeto sus argumentos pero no los comparto. Cierro el capítulo.
Plato de Arroz
Un hombre estaba poniendo flores en la tumba de un pariente, cuando ve a un chino poniendo un plato con arroz en la tumba vecina.
El hombre piensa "este chino debe estar medio loco".
De todas maneras se dirige al chino y le pregunta: "Disculpe señor, pero ¿cree usted que de verdad el difunto vendrá a comer el arroz?
"Sí", responde el chino - "cuando el suyo venga a oler sus flores..."
Moraleja: Respetar las opiniones del otro, es una de las mayores virtudes que un ser humano puede tener. Las personas son diferentes, actúan diferente y piensan diferente. No juzguemos, solamente intentemos comprender o mejor, aceptar.
Terminé
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