lunes, 23 de junio de 2014

CARREREANDO LA CHULETA


CUANDO EL DINERO QUE NO EXISTE SE ACABA

Por Ronay González

Casi todos los domingos son aburridos, a menos que tengas familia lindísima, una esposa pacientísima, hijos comprensivos, o algún un querer que te haga el día. Ayer por ejemplo, pasé un domingo a todo dar, desayuné con la familia, tengo un trabajo que hace que me divierta, y amigos con quienes disfruto la comida, la plática, la vida.

Esto me hizo pensar en lo infelices que a veces somos, provocado por nosotros mismos, nos perdemos de todos lo bueno que tenemos, por estar pensando en las cosas materiales que no tenemos y que lo más seguro es que ni siquiera las necesitemos.

Aclaro que no defiendo las posturas mediocres y conformistas, por supuesto que debemos luchar por ser mejores, por salir adelante, por procurar a los nuestros, pero hay cosas sin sentido que no son más que símbolo de nuestra desesperación por “tener” y no por “ser”.

Dice Maquiavelo “divide y vencerás…” y tal parece ser que esto ocurrió con los ejidatarios del Ejido Tapachula, el amor se les acabó y están como “olla de mole de festejo”, con la panza vacía, boca abajo y con las ... tiznadas. Si los flamantes ejidatarios, los mismos que fueron usados para pelear los terrenos de la FIT, con la ayuda de algunas políticas medias negras, ahora que no hay comprador, pero que siguen esperando los cientos de millones de pesos que les ofrecieron (y que hasta el día de hoy nadie les ha dado y que no sé si alguien se los dará), les está dando rabia en pleno temporal de lluvias.

Ante las múltiples ofertas que les hicieron, todos comenzaron a pelearse como perros de carnicería, inventándose quién se llevó el chorizo más grande. Se dejaron penetrar por la avaricia, por los placeres del señor don dinero que les hizo prometer lo que todavía no tenían, y ahora lo que hay son un montón de historias tristes, de esas que ocurren cuando tu cuenta bancaria no tiene para respaldar tus deseos; fueron cancelados viajes, festejos de 15 años, se han devuelto flamantes camionetas, y no dudo que hasta haya habido uno que otro divorcio, todo porque la lana prometida nunca llegó, al menos no hasta ahorita.

Quienes “ya se habían visto” viviendo cómodamente y sin preocupaciones, han caído como cayó la “T” de la FIT.

La historia es ya conocida, viene un golpe de buena suerte (aunque en este caso sólo llegó el golpe), y se dan vuelo comprando lo que no necesitan: pantallas enormes que no entran en sus casas de asistencia social, ropa de marca, finas lociones, pero el fin de estas historias ya lo sabemos, se repite todo el tiempo, es como los negocios nacidos del dolo, nunca funcionarán ni terminarán en buenos términos.

No sé por qué nos gusta soñar con dinero fácil, si es ley: o se lo acaba muy rápido o nunca rinde. Mis estimados ejidatarios, si ya sabían que a varios de sus compadres les gustaba “la uña”, para qué les dieron la llave de su casa.

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