viernes, 28 de noviembre de 2014

CARREREANDO LA CHULETA


“MI ABUELITO”
Por Ronay González

Yo no tuve abuelos (algunos aseguran que ni abuela), pero hoy adopté uno, ese a quien recordar, a quien admirar, de quien seguir su ejemplo.

Me refiero al presidente de Uruguay, al “presidente más pobre del mundo”, José “Pepe” Mujica. Una persona que ha causado revuelo por varias cosas, todas buenas creo yo, desde la forma en la que vive, pues siendo el presidente del país no vive como los emperadores que tenemos nosotros, todo lo contrario, vive en su casa, que dista mucho de ser como la “casa blanca” (la de acá y la de E.U.), una pequeña finca a las afueras de la ciudad y cuyo mayor tesoro son los libros; hasta el alcalde del municipio más pequeño en México se hubiera construido su casota a la semana de tomar protesta.

Su vehículo no es una camioneta blindada rodeada de otras camionetas blindadas llenas de guaruras, no, es simplemente un Volkswagen, un vocho como les decimos aquí, en el que va y viene sin problema alguno.

Además de eso ha hecho varias declaraciones en importantes foros internacionales sin temor, sin pelos en la lengua a pesar de que toca temas que por razones lógicas incomodan sobre todo a las naciones más desarrolladas, pero no le ha temblado la mano para señalar las injusticias, la forma en la que estas naciones han abusado de los más pobres y como los malos políticos le han ido dando al traste a sus países.

Todo ello había llamado mi atención, sin embargo, lo que vi hoy fue la que me hizo querer que fuera mi abuelito (claro que no se qué opine la filósofa de Xochiltepec): estaba el señor en una entrevista de esas que les llamamos callejeras, porque literalmente se hacen en la calle, a punto de contestar algunas preguntas, no había guaruras con cara de prepotentes alrededor de él, o si los había ni siquiera los notabas y tan fue así que un mendigo de la calle logró acercarse y llegar hasta él (igualito que aquí).

Le pidió unas monedas, petición que el presidente no ignoró, incluso cruzó algunas palabras con él y le dio un billete porque “no traía monedas”. Ante tal gesto, el sorprendido y agradecido hombre respondió “quiero que seas presidente siempre”. Todos rieron, principalmente mi ahora adoptado abuelito, pero después de eso hay una imagen que no puedo borrar: señoras, señores, ciudadanos abrazándolo, dándole sus buenos deseos.

No eran de esos abrazos maquillados que muestran en la tele con los gobernantes y sus beneficiarios, gente pobre por lo regular que a cambio de “algo” tienen que aguantar asoleadas, coloridas camisetas y la foto, claro; no, estos eran ciudadanos comunes y corrientes, gente que se dio cuenta de lo que hizo, o que iba pasando y no quiso desaprovechar la ocasión, hasta a mí me dieron ganas de ir a abrazarlo.

Para mí fue como una señal, ante tanto discurso, tantas mentiras, tantas poses, tantas promesas, en medio del hartazgo me pregunto quién podría ser el menos malo para ocupar los cargos que se jugarán en las próximas elecciones. Cómo creerles si ya sabemos que todos tienen amnesia (selectiva porque cobrar nunca se les olvida), y entonces descubrí el hilo negro: habrá qué fijarse muy bien en cómo trata la gente común, el ciudadano de a pie a los candidatos.

No su tía, su primo, los que ya se hacen con un huesito aunque sea chiquito o los que llevan a la fuerza a donde se puede, no, la gente de su colonia, sus compañeros de escuela, de trabajos anteriores, de los círculos donde se han desenvuelto, eso nos puede decir mucho de cualquier persona, de cualquier político.

Si son déspotas con sus vecinos, si son los únicos de la cuadra a los que nada les importa y que dicen poder hacer lo que quieran por ser influyentes, ¡cuidado!; si son de los que no reconocen el trabajo de sus colaboradores, que suelen pasar encima de los derechos de quien sea simplemente porque están “arriba”, ¡cuidado!; si fueron de un origen humilde y de repente presumen lana cual líder sindical, ¡cuidado!

En fin, creo que es un buen parámetro, ojalá hubiera muchos Pepe Mujica regados en el mundo y ojalá uno viva por aquí, porque si sigue habiendo tanta diferencia entre la clase política y los “gobernados”, un día no muy lejano esto ya no va a funcionar.

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