martes, 13 de mayo de 2014

Palestra


Sí, ajá
Por. Rodrigo Ramón Aquino
Esto se trata de empeñar el alma al diablo hacendario. Te toman huellas, leen tu retina, capturan tu firma para que no te puedas hacer pato a la hora de pagar impuestos. Pero ah qué tardado es el trámite.

Por necesidades laborales tuve que hacer el trámite de creación de firma electrónica. No hice cita, así que llegué a las ocho de la mañana a las oficinas locales del Servicio de Administración Tributaria, me dieron el turno 6607 y al momento de ver la pantalla apenas iba el 2500 y tanto.

No hay forma de hacer otra cosa en el día si uno ya se empeñó en esto. Hay que apechugar y esperar sentado el paso de las horas. (Conocí hace tiempo a un amigo mayor que me dio un buen consejo: si puedes pagar para que alguien más haga las cosas por ti, hazlo. Pero justamente ésta es una de esas tres cosas que nadie más puede hacer por ti.

Como por ahí de las 3 de la tarde llegó mi turno. Acudí con todos mis papeles, no hay forma que me digan venga otro día. Capturan mis datos, me mandan a esperar otro rato a la sala, me llaman a la captura de huella y más, vuelvo a la sala, me vuelven a llamar con la primera, me da unos archivos, me regresan a la sala y por fin me llevan a un centro de cómputo (por si fuera poco, aun debo reanudar mis actividades, acá me dirán cómo).

Y ahí me tienen capture y capture datos: uno, dos, tres, cuatro pasos. Esto es aburrido, pero ya casi termino. No obstante, así como dice Murphy, si algo puede salir mal, saldrá. Al momento de ingresar mi firma electrónica y otro archivo aparece la terrible leyenda: “Existe inconsistencia en su firma. Favor de pedir ayuda a un asesor.”

A eso voy pero me dicen que ya van a cerrar, pero que no me apure, que puedo concluir el trámite en mi casa siguiendo una sencilla guía. Así lo hice y la misma leyenda. Supongo que hoy tendré que repetir toooodo el proceso.

En fin, todo sea por pagar impuestos y por el bien del país. Sí, ajá.

Ágora

El reportaje presentado ayer por el periódico Reforma sobre el aumento de cultivo de sembradíos de amapola en toda la franja de la Frontera Sur nos hace pensar que algo similar podría estar ocurriendo en las comunidades indígenas, en los Altos, donde resultaría más útil la reconversión productiva dadas las condiciones de poca accesibilidad.

El tapachulteco Édgar Hernández nos cuenta que en el municipio serrano de Sibinal, San Marcos, ubicado sobre las faldas del volcán Tacaná, a una hora de la frontera mexicana, "Eleazar" comenzó a cultivar la planta ilegal en aproximadamente 2 mil 100 metros cuadrados.

Debido a las ganancias, derribó árboles frutales como naranja y durazno, y aumentó a más de 13 mil metros cuadrados el área de cultivo.

De ese terreno, explica, obtiene en promedio 300 onzas de resina de opio por cosecha, lo que le deja un ingreso de 36 mil quetzales guatemaltecos, el equivalente a 61 mil pesos mexicanos.

En un año, añade, pueden obtener hasta tres cosechas debido a la fertilidad y el clima frío de la zona, condiciones adecuadas para el cultivo de la flor.

"Cuando el terreno es fértil, la amapola sale parejita", comenta el hombre a quien se cambió el nombre por razones de seguridad.

Los campesinos de la sierra guatemalteca reciben 120 quetzales por cada onza de opio. La resina la obtienen rayando el bulbo de la amapola la cual almacenan en bolsas de plástico para su entrega.

El corresponsal nos detalla todo el proceso. Y con ello nos trae a la mente todas aquellas historias de importantes sembradíos en las zonas autónomas, donde las autoridades pocas veces incursionan. Mito o realidad, la historia no parece descabellada.

En el último mes los casos de dengue en Chiapas aumentaron en un 58.9% (232 casos), de acuerdo con el Boletín Epidemiológico de la Secretaría de Salud. El dengue clásico se está presentando ligeramente más en las mujeres (55%) que en los hombres (45%), pero al hablar del dengue hemorrágico (que es el que puede ocasionar la muerte), el 53% se registra en hombres y 47% en mujeres.

Contacto:
9611395592
7B613225

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