domingo, 26 de octubre de 2014

CARREREANDO LA CHULETA


¿QUÉ NOS ESTARÁ PASANDO?

Por Ronay González

Desde que tengo uso de memoria, en este país siempre nos han caracterizado las ganas de salir adelante, a pesar de que nos esté llevando la desgracia como individuos o como nación la felicidad es una constante en las actividades diarias, nos da risa prácticamente lo que sea, lo que debería como la música de la marimba, o lo que no como las críticas a nuestra vida cotidiana, o la muerte.

Ridiculizamos prácticamente todo y a todos, los políticos son de nuestros favoritos, no sé si porque no nos queda más que reírnos de su cinismo, de saber que mienten y no poder hacer nada, de cómo han diversificado el arte de robar, y en lugar de hacer algo mejor lo convertimos en chiste o broma y ahí si agarramos parejo, ni el presidente se salva.

Lo que me preocupa es que cada vez más esta parte obscura se traduce en muertos y eso no lo podemos permitir, Tlatelolco marcó este país por muchos años, la sociedad se reveló y penalizó lo ocurrido, claro que fue algo así como las recomendaciones de Derechos Humanos porque a fin de cuentas nadie pagó por ello, no hubo responsables y por tanto y como era de esperarse volvió a suceder.

Al igual que en el 68 sólo los verdaderos dueños de este país, los poderosos sin rostro, saben dónde están o qué les pasó a esos muchachos, todos suponemos pero no hay respuestas concretas, sensatas, creíbles, sólo hay largas, una semana, dos, ya va un mes.


No quiero pensar que los 43 normalistas desaparecidos de la escuela Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, sean sólo un pasaje trágico en nuestra historia, que sean sólo la causa de una lucha, de marchas, de levantamientos, preferiría, desearía con toda el alma creer que es la última vez, que sean un parteaguas para que nunca haya padres desconsolados que tengan que llorar a sus hijos masacrados como en el 68, o que no tengan siquiera un cuerpo qué velar si sigue pasando el tiempo y no aparecen.

Lo ocurrido a los normalistas removió heridas muy profundas de muchas familias mexicanas, recordó dolores de gente que tiene años buscando a sus desaparecidos, a otros muchos simplemente les recordó la rabia que tienen contra el gobierno. Todas son razones válidas para comenzar de una vez por todas con ese cambio que definitivamente no va a venir de los políticos, ellos son los menos interesados, están muy a gusto con todo lo que les hemos dado, no hay razón alguna para hacer a un lado todo eso.

Hoy más que nunca tenemos que poner más empeño en educarnos, a nosotros y a nuestros hijos, incluso a los amigos y vecinos, la vía de la protesta es una y muy válida, a veces la única salida que le dejan a la gente las autoridades sordas y ciegas, pero también hay otros caminos, el de la organización, el de la lucha a través del trabajo conjunto.

Algo se tendrá que hacer con esta furia contenida porque más allá de la condena de organismos internacionales, la vergüenza de autoridades coludidas o que son parte del crimen organizado, partidos políticos que en su infinita ambición de poder se convierten en cómplices de criminales, se trata de un pueblo que en su intento de hacer entender a las autoridades también está afectando a otra parte que también sufre como ellos, de forma diferente, tienen otras preocupaciones, pero igual de importantes; ahí está el reto, el enemigo es uno, es común, no comencemos a dañarnos entre nosotros.

Es que a tal grado llega ya la falta de credibilidad que los avancesse desvanecen, en realidad poco nos ha importado que hayan detenido al "último" Beltrán Leyva, Héctor "El H", con quien ligarían a la pareja municipal de Iguala: María de los Ángeles Pineda Villa y José Luis Abarca; se detectó que fue "El Chucky" el que ordenó atacar al los jóvenes; luego detuvieron al "Sapo Guapo", después a quien comandaba una de la células de los Beltrán Leyva, Salomón Pineda Villa, "El Molón"; más tarde agarraron a otro capo de Guerreros Unidos, Sidronio Casarrubias Salgado, y así, ya hay varios líderes caídos, pero mientras sigan sin saber nada de los muchachos, honestamente poco importa. No hay respuestas, no hay un para qué, ni un por qué.

Ya no podemos seguir aguantando el que se condene a alguien por el color de piel, que se castigue al humilde por ser humilde, que se sigan violando los derechos humanos de los que menos tienen.

Merecemos otro país, ese en donde te puedas quedar dormido en la calle si quieres y nadie te asalte, que puedas viajar y no encuentres al regreso la casa vacía o que no te secuestren mientras viajas, pero también en donde el campesino la certeza que le darán el precio justo por su milpa, en donde el campo sea autosustentable, donde haya la correcta utilización de los recursos, que los jóvenes vayan a las escuelas a aprender cómo ser mejores y cómo construir un mejor país.

En esta sociedad esta la gente quenos puede dar ese cambio, aprendamos a elegirlas bien, digo al fin y al cabo no todo puede ser malo ya hay ejemplos que nos lo demuestran.

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