Por Carlos Morán
Hay de suegras a suegras, pero todas tienen un lugar especial. Hace varios años una señora no del todo virtuosa y que por supuesto no se considera una suegra malvada, se atrevió a decirle a su propia nuera, la esposa de su hijito querido que, “su mamá era una señora de cascos ligeros”. No hay necesidad de narrar lo que ocurrió, es suficiente con decirle que desde ese día, la nuera no pone un pie en casa de su suegra y claro, espera con absoluta paciencia verla pronto tendida en cama para llevarle una sopita caliente.
La sabiduría popular señala que cuando te casas, te comprometes no sólo con tu novia o novio, sino con toooda la familia... Y, muy en especial, con la suegra, la madre de éste quien suele ser la malvada y bruja de todas las historias, porque se considera la dueña del gallo.
Es decir, la mamá de tu enamorado viene incluida en el "paquete" porque la convivencia con ella es permanente y vitalicia. Sí, las suegras son un obsequio de boda que se adquiere en automático aunque no esté incluido en la mesa de regalos.
Bueno, lo anterior aplica en los matrimonios plebeyos, ¿será lo mismo en enlaces de sangre azul? Habría que preguntarle al Príncipe Guillermo si está consciente de esto, ya que el próximo 29 de abril se casará con Kate Middleton, eso ya se sabe, pero, ¿quién es la suegra del futuro Rey de Inglaterra? Eso no nos importa así que sigamos con lo nuestro.
Los sociólogos y otros profesionistas que han estudiado el caso de las suegras, aseguran que muchas madres, no todas, por supuesto, al enterarse que el hijo formará una nueva familia con su enamorada en turno, de inmediato consideran a la nuera una rival porque le arrancará a su hijo de su lado, por lo que le declaran la guerra de sopetón, a veces silenciosa y en mayores ocasiones de forma cínica.
Pero NO todas las suegras son tan malvadas, existen aquellas cariñosas que saben hacer su papel con inteligencia “echándose a la bolsa a la nuera”, porque saben que es mejor tenerla de amiga que como enemiga, sabiendo de antemano que, cuando el hijo se casa, ella como madre no pasa precisamente a segundo termino, sino a ser una figura de ornato a quien solo se le permitirá ver, más no opinar porque en un hogar no pueden haber dos hembras al frente del nido.
La suegra típica es la que incluso desea darle a la nuera como si fuese un secreto de estado, la receta de la sopita de fideos que a su Luisito le encanta. Por supuesto que la suegra, a quien se le cauteriza la conciencia con los años, se le olvida que ella una vez estuvo en esa mismísima situación y que con su talento natural creó su propia receta y supo darle de comer, incluso en la cama a su esposo. Sí las suegras se mantuvieran al margen y esperaran hasta que la nuera pidiera ayuda, ésta sería vista de otra manera y no como una metiche.
Y es que una futura suegra me confió algunos sentimientos en donde me asegura que “no puede perder a su hijo en manos de una desconocida”, fue entonces cuando le sugerí que hubiera casado a su Luisito con algún familiar suyo, como lo acostumbran algunos árabes en donde se casan entre parientes aunque tengan hijos idiotas…
Desgraciadamente pocas mujeres tienen la oportunidad de casarse con un huérfano, ya que la mayoría tiene que lidiar con esta mujer que por edad y supuesto derecho, se atreve incluso a vivir en la casa de su hijo en donde la nuera deberá de actuar sumisa ante las dos figuras, la del esposo y la suegra que vocifera palabras dulces y que no pierde la oportunidad para apapachar a su hijito frente a la nuera.
¿Qué sucedería si en una familia no hubiera cierto código de respeto público, si las suegras se enteraran de lo que dicen sus nueras, si las hermanas conocieran lo que afirman en privado sus cuñadas o cuñados? Recordemos que en privado las lenguas son muy sueltas y la de la suegra no conoce ese sitio íntimo. La condición humana es muy compleja, de allí que surjan "reglas del juego" que permiten la convivencia. La tajante división entre lo público y lo privado es un principio civilizado. El día que cedamos en ese empeño estaremos todos en peligro. TODOS SOMOS TODOS.
Por eso pongo este ejemplo: Primera escena, una mujer joven y guapa intenta cambiar una llanta de su auto, es noche de lluvia. Se ha torcido el tobillo. Un hombre se detiene a ayudarla, la carga en sus brazos hasta la primera luz que ve. Es un hotel de paso. No lo sabe. Un fotógrafo reconoce al varón, es un prominente empresario, les toma una fotografía. Todo los incrimina. El director del periódico decide por el escándalo, le da primera plana. La mujer es su hija. Le arruina la vida. La historia se llama “En carne propia”. Todos somos todos.
Existe un caso en Facebook, por cierto, un sitio en donde todos nos enteramos de la vida de todos e incluso de algunas intimidades como la que leí hace algunos días y que decía así: “anoche no llegué al orgasmo” (y lo escribía una señora muy conocida). En fin, este caso ha alertado a muchas mujeres que tienen como objetivo el matrimonio, se trata del caso de una mujer que no soportó la intromisión de su suegra, así como la guerra declarada por sus cuñadas quienes se dedicaron a lo largo de 20 años a ponerla en mal ante su esposo.
La esposa, tolerante, soportó 20 años de matrimonio teniendo a la suegra adentro de su casa, 20 años en los que su suegra no solo se encargó de estar cerca de su hijito, sino que se adueñó de su hogar, 20 años en los que la suegra ha ordenando hasta la comida diaria y vigilando de carca con mucha intriga la conducta de la nuera.
20 años después la esposa le exige, y con sobrada razón, al marido para que mande su madre a vivir a otro lado o que la lleve a ella a otro sitio en donde pueda manejar su hogar sin que tenga que tolerar las intromisiones de su suegra. El hijo que aún no se ha cortado el cordón umbilical y con sobrado complejo de Edipo, decidió que su madre no se iba a otra casa por lo que ella decidió abandonar el hogar, rentar un departamento y decirle a su esposo –Allá te espero-, junto con los hijos, por supuesto.
Este caso, en donde el esposo elige a su madre y no a su esposa, la madre de sus hijos, circula en Facebook con nombres propios y ha provocado en una mujer que se casará en mayo, a tomar las debidas precauciones. Le ha sugerido a su futuro esposo que antes de firmar ante el juez del Registro Civil, ella desea que firmen ante un Notario Público de común acuerdo que, ni su progenitoras y mucho menos sus respectivos “cuñados o cuñadas”, no deberán vivir con ellos y mucho menos opinar en el próximo hogar.
La idea no es mala, siento que uno de los grandes problemas que tienen todos los matrimonios es que existen personas ajenas, y cuando me refiero a ajenas, me refiero por su puesto a la terrible familia, quienes generalmente son los principales responsables de tantos problemas y chismes en muchos hogares.
Para comentarios escríbeme a morancarlos.escobar@gmail.com
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