Y LUEGO POR QUÉ NOS HACEMOS LOS SORDOS
Por Ronay González
Hace algunos años en una charla con un buen político (sí, si existen, aunque cueste trabajo creerlo), tras una campaña de acopio de víveres para damnificados de ya no me acuerdo que fenómeno meteorológico (con eso de que a cada rato nos pasa), me preguntaba por qué casi siempre los centros de acopio de instituciones gubernamentales eran los que menos respuesta tenían.
Me le quedé viendo exactamente con la misma cara que acaba usted de poner querido lector, como dudando si realmente no sabía, o qué es lo que pretendía que le contestara. ¿De veras no sabe? –Le repliqué como dándole oportunidad a que replanteara su cuestionamiento- No, me dijo secamente. Pues porque la gente en lo último que cree es en la honestidad y organización de los funcionarios; yo mismo, prefiero cien veces donar víveres vía la Cruz Roja o la escuela de mis hijos, que irlos a dejar a los DIF o a las secretarías de desarrollo social (nacional, estatales, municipales, son la misma cosa), porque su mala fama los persigue.
Y es que la burra no era arisca, la hicieron a palos. Cuántas veces nos hemos enterado de que las cosas que se donan sirven como despensa para las campañas, o que acaban en manos de los mismos empleados, o peor aún, en la re venta.
Nada menos uno de tantos ejemplos salió publicado apenas ayer, en donde se denuncia que el gobierno de Guerrero (sí, uno de los estados más pobres del país), tiene almacenadas miles de despensas en una bodega del DIF.
Ayuda alimentaria que proviene de varios estados de la República y que está a la intemperie y expuesta a los estragos de la naturaleza, mientras sigue habiendo personas sin alimentos en muchos rincones de esa entidad.
Pero tal parece que las tienen “regadas” por todos lados, porque apenas el 31 de enero pasado, trabajadores de la subsecretaria de Protección Civil estatal denunciaron y mostraron a los medios de comunicación miles de despensas almacenadas en las instalaciones de esta dependencia, claro que al día siguiente “rodó una cabeza”, y por supuesto que no fue porque esas despensas no se habían repartido, fue porque “su gente” abrió la bocota, porque se supo, no por el hecho en sí.
Durante las pasadas campañas de acopio, organismos de la sociedad civil pedían a quien donara víveres que los marcara con un plumón indeleble, que incluso hasta mensajes positivos podían escribirle a las personas, el objetivo era que estos alimentos no fueran a dar a “las tienditas” o a las campañas.
El deplorable asunto es que seguimos “jugando” con el hambre de las personas; en guerrero hay miles de familias que no tienen una sola comida decente al día, mientras miles de productos se echan a perder bajo los rayos del sol, productos que así como los impuestos, nos costaron a los mismos de siempre, y no es justo.
No hay pretexto que sirva, si no tienen vehículos o gasolina para transportarlos a otro lado que no sea la casa de “los jefes”, pues háblenle a los albergues y asociaciones que hay cerca y que ellos se encarguen, siempre habrá forma, lo que ya no podemos permitir es que se sigan suscitando este tipo de actos, porque lo único que logran es la apatía de las personas, el que nos vayamos haciendo más insensibles ante el dolor ajeno bajo el pretexto de que de todas formas la ayuda nunca va a llegar a quien realmente lo necesita.
¿Qué pretenden? Orillarnos a convertirnos en sordos de peticiones de ayuda, y eso no lo podemos permitir, no cuando nuestra sociedad está sostenida con alfileres, no cuando en los diarios sólo encontramos cifras de muertos y con cada vez más ceros, no cuando los índices de pobreza y desempleo crecen y como consecuencia familias completas no tienen qué comer, no cuando sigue creciendo el negocio de la trata de personas, en su mayoría niños, no cuando ya nadie sabe a ciencia cierta qué es una familia y mucho menos qué es la paz social.
Legisladores, en una de sus siestas y fiestas, a ver si les llega un rayo iluminador y piensan si de alguna forma se puede sancionar esta omisión o mal manejo de ayuda, aunque ya sé que tratándose de políticos y funcionarios, el único castigo que queda es el Divino, porque la justicia humana no se hizo para ellos.
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