Por. Romeo Ortega
La corrupción es un mal endémico en el país, reconoció el presidente Felipe Calderón al recibir los premios que la ONU entregó a su gobierno-cuatro en total-y uno de ellos, el más significativo, es el que se refiera a la Prevención y Combate a la Corrupción.
Son las medidas que ha tomado la Secretaría de la Función Pública con sus proyectos: Nueva Estructura y Orientación de la Auditoría de la Obra Pública y Sistema Nacional de Contrataciones Públicas.
Lo que dijo Calderón de que la corrupción es el mal endémico que azota a la nación, es una verdad que se ha venido repitiendo hace más de medio siglo, un mal que lejos de amainar se ha extendido tanto que parece haber alcanzado carta de impunidad por lo que, combatirlo con éxito, representa toda una proeza.
Ese órgano de la función pública se creó desde el gobierno del presidente Miguel de Lamadrid, inspirado en el lema de su campaña política: por la renovación moral de la sociedad.
Mucha esperanza despertó ese lema y se creyó que sería muy efectiva la decisión del presidente de combatir a la corrupción más cuando su antecesor la había tolerado de manera escandalosa. Se gastó demasiado en frivolidades, tanto que en los viajes al extranjero había que llevar a bordo de un avión especial un piano de cola para que la primera dama pudiera tocar el piano en sus horas de solaz. Para introducir el piano a la habitación del hotel, era necesario hacer acondicionamientos especiales, todo con cargo al erario. Estos dispendios también entran en la esfera de la corrupción.
Los mexicanos no sienten que el gobierno de Calderón haya hecho mucho en el combate a la corrupción, la ONU otorga el premio por las intenciones no por los resultados. Se han elaborado leyes que buscan frenar arbitrariedades y abusos en la asignación de la obra pública y en la supervisión de esta a través de las auditorías.
Allí en la asignación de la obra pública, efectivamente, es donde pone sus huevos y brota la podredumbre de la corrupción en distintas modalidades como el cobro de determinado porcentaje por la asignación y los acuerdos soterrados para utilizar material de baja calidad o adquirirlo con determinados proveedores. La corrupción es toda una cadena de complicidades entre los beneficiarios del contrato y los funcionarios públicos.
Siempre han existido leyes para combatir estas prácticas lesivas a la moral pública, se han ajustado, se han introducido severos refuerzos que terminan cediendo a la astucia de los corruptos. No hay que reformar leyes, hay que aplicar las que ya existen, de manera práctica y contundente tan siquiera para atrapar algunos peces en ese río revuelto de la corrupción.
Menos leyes y más actividad práctica es lo que se requiere en el combate a la corrupción la que definitivamente existe en esa obra fastuosa e inútil denominada estela de luz y no hay para cuando caigan los corruptos, la ley los condena y está presta a enjuiciarlos, pero los protege la red de poder.
Frenando la corrupción, incluso confiscando tantos bienes y riquezas obtenidos por medios ilícitos, se recuperarían múltiples millones de pesos para la causa social del país y se sentaría el verdadero precedente que reclama la nación.
Es cierto que la "mordida" al agente de tránsito o al policía es una forma de corrupción, pero es corrupción barata e inofensiva que a nadie enriquece de manera extravagante como ocurre con los grandes negociantes del poder público en todos sus niveles que, por el hecho de autorizar con su firma alguna concesión o negocio, perciben sumas escandalosas que los pone en los dominios de la concupiscencia.
Calderón se fue por el lado de la insignificante mordida y así lo mencionó, sin advertir que eso no es el meollo ni la raíz de la corrupción en gran escala, vio el árbol sin advertir el bosque.
COLOFON.- Don Onésimo Cepeda ex obispo de Ecatepec es un hombre muy ligado a Chiapas pues aquí ha participado en torneos de golf en el Club Campestre y como excelente jugador que es, ha ganado diversos premios. Es amigo personal de don Domingo Muguira, precisamente en los torneos de golf Kashinka organizados por este empresario, don Onésimo siempre participaba con éxito. Es un hombre polifacético, de gran paladar para disfrutar de suculentas comidas y exquisitas bebidas como el champagne, es rico de abolengo y además es licenciado en derecho egresado de la UNAM, pertenece a la Generación 56 de abogados de la que es presidente el licenciado Humberto Romero Cándano. Antes de ser obispo fue bohemio, hombre de mundo que supo vivir a sus anchas rodeado de todos los placeres. Pero cuando tomó los hábitos lo hizo con profunda vocación y se dedicó a su ministerio entregado en cuerpo y alma a la causa de Cristo. Dejó el obispado de Ecatepec porque llegó a la edad límite de 75 años, hora de retirarse y Onésimo se retira pleno de satisfacción y con la convicción del deber cumplido.
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