martes, 2 de octubre de 2012

Sin límite

* El pánico por el desempleo

Por. Alberto González Martínez

Por razones que hasta ahora nadie ha querido revelar, diversos funcionarios del moribundo ayuntamiento tapachulteco anterior comenzaron a ingresar –con el mayor sigilo– a un domicilio situado sobre la Calle Central Oriente, justo al lado de una trasnacional que se dedica a la venta de pizzas. 

Era el último sábado de septiembre y el penúltimo día de la pésima administración que dejó en ruinas a nuestro municipio. El domicilio seleccionado, en donde habitualmente exhiben automóviles seminuevos, permitiría realizar una postrera jugada de pizarrón de los sinvergüenzas que despacharon en la caja de cristal durante los últimos 21 meses. 

La gran sorpresa vendría cuando un enorme conejo saltó de la chistera: como si se tratara de volantes para anunciar una función de cine a beneficio de un centro escolar, un montón de cheques de diversas denominaciones comenzaron a pasar de mano en mano. 

Los más emocionados eran los plumíferos a sueldo que mucho se beneficiaron de la administración saliente a cambio de vender su dignidad periodística por un plato de lentejas. 

Conocidos personajes, vinculados con diarios, revistas, semanarios, periódicos católicos, estaciones de radio, televisión abierta y de cable, programas de presunta crítica, entre otros, saltaban de felicidad porque justo en los últimos minutos de su administración el presunto alcalde sustituto de Tapachula, Heriberto Mendoza, se ponía a mano con sus aplaudidores y les pagaba daños y perjuicios en esa alegre reunión sabatina. 

Por doquier, brotaron proveedores del ayuntamiento huacalero, dispuestos a dar el último zarpazo al dinero municipal. El último rescoldo del erario tapachulteco fue dilapidado de la forma más irresponsable en ese lugar. 

Fue una memorable fiesta para agradecer lealtades y complicidades a lo largo de esos 21 meses en que Tapachula fue hundida en la mugre, las deudas millonarias, el abandono, la inseguridad, las sombras y todo lo que jamás se había visto en nuestro municipio. 

Y la hacienda pública municipal pudo haberse quedado sin un centavo, porque ese era el plan que, a manera de despedida, habían tramado los sinvergüenzas que ya se fueron. Por fortuna, un enérgico golpe de timón ordenado por la administración entrante impidió que el saqueo se realizara al 100 por ciento. 

Ayer lunes, a temprana hora, la cuenta bancaria municipal fue congelada y los gritos destemplados no se hicieron esperar. Llovían las mentadas y muchas palabras altisonantes e impublicables. Gritos, histeria, impotencia y desconcierto se mezclaron entre los malosos que apenas el último sábado de septiembre habían participado en el plan que aspiraba a darle el tiro de gracia a nuestro vapuleado municipio. 

Ayer mismo, en otro punto de la ciudad, en las alturas de lo que todos conocemos como El Palacio de los Zopilotes, un par de pillines se aferraban, con uñas y dientes a su chambita en Comunicación Social. 

Diego Victorio y Víctor Manuel Palacios, voceros panistas que ya se habían encariñado con esa chambita, pataleaban, hacían berrinches, se tiraban al piso y se negaban a firmar sus renuncias porque no hay nada peor que el terrible desempleo. 

Y es fácilmente comprensible la actitud de estos dos fieles exponentes de los bandidos que desgobernaron a nuestro municipio a lo largo de los últimos 21 meses: cobraban mucho y trabajaban casi nada. Además, pagaban silencios y compraban aplausos efímeros e hipócritas. 

Alumnos aplicados y obedientes, Victorio y Palacios no dejaron títere con cabeza y le dieron vuelo a la hilacha: malgastaron el dinero público a manos llenas y dilapidaron millones de pesos en tareas de divulgación de acciones de gobierno que solo existieron en sus mentes calenturientas. 

Y aunque en la etapa electoral abandonaron por completo la presunta encomienda por la que tanto dinero cobraron, por andar cubriendo la campaña del derrotado candidato panista a la alcaldía tapachulteca, hoy sabemos que tanto se han encariñado con la oficina de Comunicación Social que se niegan rotundamente a suscribir sus respectivas renuncias. 

Más patético resulta saber que la ex regidora plurinominal por el Movimiento Ciudadano –que antes se denominaba Convergencia– fue cómplice consuetudinaria del titular de Servicios Públicos Municipales en la venta de espacios callejeros para instalar vendimia ambulante. 

Treinta mil pesos cobraron estos depredadores por un par de metros de calles y banquetas en el primer cuadro de la ciudad. Y mucho más dinero se embolsaron al revender locales del Mercado San Juan y que, en breve, provocará un conflicto de impredecibles consecuencias cuando se den cuenta que sobran comerciantes y faltan locales para expender los productos. 

Y mucho más dramático resulta descubrir que, en el servicio médico que cada ayuntamiento está obligado a brindar a sus trabajadores, el negocio de las medicinas era un ingresito extra del tesorero que, aparte de sus 100 mil pesos mensuales que percibía mes con mes, todavía se daba el lujo de ser el vendedor y auto comprador de los medicamentos. 

Hazañas nunca antes vistas pensará usted, agudo y respetable lector. Y no le faltará razón porque nuestro heroico ex tesorero prefirió no pagar un adeudo a la Comisión Federal de Electricidad, por la nada despreciable cantidad de ¡12 millones de pesos!, con tal de mantener el flujo de efectivo conectado directamente a su farmacia particular. 

Y cuando sintió el agua en el cuello, porque ya la paraestatal había amenazado que cortaría el suministro de energía eléctrica si el ayuntamiento tapachulteco no cubría el adeudo, al genial ex tesorero se le ocurrió la brillantísima idea de abonar dos milloncejos de pesos a la CFE mediante un cheque de hule. 

¿Será posible tanta belleza? se preguntará usted. Pues debo decirle que esto y más ocurrió durante esos 21 meses de corrupción, saqueo inmisericorde e ineptitud. Aunque cueste trabajo creerlo, los agravios a Tapachula no tienen parangón. 

Como tampoco puede creerse que cientos de facturas de proveedores diversos permanecieron engavetadas a lo largo de esos 21 meses nomás porque a los juncionarios de medio pelo no se les pegó la gana enviarlos a la tesorería para que los prestadores de bienes y servicios pudieran cobrar en forma oportuna. 

Esos delitos de omisión no pueden quedar impunes. En los próximos días, centenares de proveedores burlados acudirán a las instancias del Poder Judicial para actuar en consecuencia. Porque esos delitos no pueden –ni deben– ser simplemente parte del anecdotario municipal de las pillerías perpetradas por el ayuntamiento que padecimos. 

Pero si alguna duda le quedara, respetable y agudo lector, de que no hay nada más terrible que el desempleo, baste tomar un solo botón de muestra: Jorge Fernando Ordaz Ruiz, que apenas hace algunos meses juraba y perjuraba ser perredista de hueso colorado, hoy se ha vuelto a enchufar en el cabildo tapachulteco en calidad de regidor plurinominal por el nefasto Partido Acción Nacional. 

Maestro universitario, ex director de la Facultad de Contaduría del Campus IV de la UNACH y aún miembro de la “h” junta de gobierno de la mínima casa de estudios del estado de Chiapas, Ordaz Ruiz es bello ejemplo de lo que no deben aprender los jóvenes que se matriculan en la UNACH. 

Y mientras usted disfruta con estos montajes teatrales de los engañifas unachos, esta columna les dice… ¡Hasta mañana! mientras se carcajea del cinismo de tantos oportunistas que hasta dan clases en la Universidad en sus ratos de ocio…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog