martes, 9 de octubre de 2012

Crónica de un domingo

Por supuesto, a Samuel y Gil Lázaro,
Por. Carlos Morán

Amigo Samuel, hermano Gil, como sabrán y espero que no se haya notado, no pude estar en la toma de protesta del pasado 30 de septiembre debido Al tremendo y hermoso putazo de agua que cayó en nuestro terruño querido. Intuí que no era más que una bendición sobre esta tierra huacalera y lo que ocurriría ese día, ya ven que entender los mensajes divinos y fenómenos naturales, no siempre ofrecen una buena lectura pero en mi caso, que trato de ver sino todo, sí, los mayores aspectos de la vida con optimismo, quiero certificar que simplemente se trató de abundante agua para lavar la ciudad de la maldad evidente de tus antecesores y la bendición para iniciar una nueva jornada laboral.

Eso sí. Acudí el domingo 7 de octubre al primer acto público en la Rotonda de Don Belisario Domínguez (por cierto, que rotonda tan fea). Llegué 5 minutos antes de las 9 de la mañana y pude ver mucha sangre fresca de tu gabinete, sobre todo de buenos mozos que espero hagan bien su papel y otros viejos que ya se han encariñado con la chamba municipal y que no tuvieron empacho en volverse a enchufar de nuevo. Alcancé a percatarme y escuchar sin asombro los sonoros abrazos con golpes en la espalda de los enguayaberados (una variedad de guayaberas que solo en Barranquilla se ven desfilar cotidianamente), observé a las señoritas, algunas todavía con poses de “chamacas” que hoy se estrenan en el ayuntamiento como servidoras, quienes tratando de arreglarse lo mejor posible, despertaban risitas y miradas chuscas por los pazos torpes de sus piececitos no acostumbrados a enormes zapatillas con plataforma, pero que según ellas las hace verse elegantes cuando los pasos tambaleantes y cruzados evidenciaban otra cosa, en fin, pecadillos del poder y escases cultural al no saber distinguir entre la elegancia y lo ridículo o fuera del lugar para arreglarse…

Qué pena que no hayas podido asistir por tu estado de salud, la temperatura y tu malestar en la garganta anuncia que el presidente municipal, tiene su estado inmunológico a la baja. Te recomiendo, y espero no te ofendas, que te pongas en manos de un buen especialista (todo presidente municipal debe tenerlo y debe ser de confianza y leal), sino lo encuentras en la ciudad, date un tiempo y acude el Distrito Federal, por tu bien y de todos los que esperamos en breve, que esta perla realmente brille con excelente iluminación, calles libres de basura y barrancos, con una vendimia ambulante regulada y un Palacio Municipal digno de esta capital económica. Todo el pueblo sabe que quienes estuvieron sentados en el ayuntamiento por 18 meses, cortaron perversamente cables de luz, atascaron de toallas sanitarias las tazas de baño, acarrearon muebles y todo lo que pudieron para sus hogares. No se los robaron, no podemos pensar mal, simplemente demostraron quiénes son y qué bueno, para que el pueblo los conozca mejor, pero dejaré las trivialidades a un lado para concentrarme en lo que nos importa, el homenaje a Don Belisario.

Generalmente no acudo a actos públicos pero como en esta ocasión había una invitación de por medio, cumplí cabalmente como lo marcan las reglas de etiqueta y protocolo. Debo reconocer que me sorprendió ver que mucha gente desempleada ya encontró trabajo. Con exagerado cinismo vi a dos o tres que hicieron todo lo posible porque el candidato del partido al que pertenecen no te ganara en las elecciones pero ellos sí, ellos si trabajaron e hicieron una labor por enchufarse en la nómina municipal. Gente perversa a la vista que solita se presenta para que tengas cuidado. Finalmente a las 9:30 de la mañana decidieron iniciar el evento cuando el regidor que te representaría bajó de su limusina abrochándose los botones de la camisa a tiempo que el maestro de ceremonia, con profesional voz y énfasis comenzaba con una frase famosa del finado que en Comitán reúne a miles mientras que en Tapachula, fueron más funcionarios municipales que afines al finado quienes lograron llenar la pequeña explanada de este parquecito que horas antes albergó a no sé cuántas cuadrillas de hombres afligidos por dejar aquello decentemente para la ocasión.

Creo Samuel que un día, que no teníamos de qué platicar, te conté que todos mis estudios los curse en colegios católicos y aunque mi perfil nunca fue semejante al de Jesús y tampoco mi cuerpo similar al de un gladiador romano, jamás participé en un vía crucis porque temo a las inclemencias del sol. Cosa curiosa. Estuve más de una hora expuesto al sol sintiendo como el sudor me recorría toda la espina dorsal así como los amigos (Herber, Farley y Memo Ochoa que me acompañaban de pie hasta el final de la explanada, sudando sobre sudado mientras me preguntaba ¿Cómo puedo soportar esto?

Tú lo sabes Gil. Tenía once años que no acudía a esa rotonda, y la última vez asistí cuando todavía pertenecía a la APRyTCCH (asociación de la que fui expulsado por no estar a la altura intelectual de mis colegas escritores y comunicadores) La verdad hice el sacrificio, porque no tiene otro calificativo mi asistencia, ya que deseaba escuchar al orador de esa mañana, quien minutos después de la guardia de honor, (una guardia de honores que por cierto ningún mortal como tú y como yo, hacemos alguna vez frente a la tumba de nuestro progenitor o ser amado). Pues bien, el orador se colocó frente al pódium para narrar a estilo propio, las razones que llevaron al senador Domínguez a la muerte, asesinato ordenado por Huerta. Sí, el amigo Gil Lázaro, con su vos de hombre maduro, fue relatando las últimas horas de Domínguez Palencia y en un momento pensé ¿No creo que Gil, vaya a narrar cómo le cortaron la lengua? Y afortunadamente culminó con una de las frases célebres de este médico político que se atrevió a decir la verdad, convirtiéndose en icono de quienes nos dedicamos a este oficio aunque en la mayoría de las veces nunca digamos la “verdad” y lo que mejor se oferta es el silencio.

Fue una hora y minutos Samuel, una hora que bien parecía una penitencia para este servidor porque supongo que para el resto, forma parte de una de las obligaciones al servicio que se deben. Fue un domingo con un sol muy caliente que arrancó calores, sudores y por supuesto, las señoritas, que no eran muchas, aprovecharon para lucir sus trapos domingueros y las zapatillas, esas zapatillas que solo se miran con elegancia sobre un escenario o arriba de una mesa ¿Sí me explico verdad? Y espero no ofender a ninguna que guste de estos zapatos que, lejos de dar elegancia, anuncian otra cosa cuando el resto del vestuario no es adhoc a la finesa o elegancia que toda mujer busca sin verse en un espejo.

A pesar del calor, el sol y las incomodidades del lugar, fue una mañana jugosa. Me nutrí el alma saludando a viejos amigos, felicité a muchos que hoy ya portan la guayabera como uniforme reglamentario y me divertí, admirando a muchos hombrecitos y mujercitas que hoy están a punto de perder el piso por la importancia del cargo sin mirar que esto dura muy poco y que en breve, volverán a ser los mismos desconocidos que eran hace diez días. Esa es la magia Gil, de caminar y forjarse un nombre, Samuel, porque cuando esto se hace con trabajo y trayectoria, podemos vivir siempre y ser reconocidos por nuestro nombre y apellido, no por el puesto que, en muchos casos, nos alumbra temporalmente.

Una mañana sabrosa en donde me deleité admirando a cada uno de tus funcionarios, muchos con la misma sencillez de siempre, otros buscando los reflectores para ser captados, un tanto más bostezando porque era domingo y claro, no faltó aquel que esperó ser saludado sin darse cuenta que solo es conocido entre su tribu y que le costará mucho que su nombre y pellejo gane popularidad y fama.

Estamos pendientes Samuel, seguiré de cerca tu trabajo para ovacionarte o sugerirte, siempre y cuando estés preparado para aprender de la crítica. Por cierto Gil, como orador puedo darte un 8 de calificación, no es tu fuerte, pero tampoco lo hiciste mal para ser Ingeniero, ya vez que los ingenieros son un poco cuadrados y poco apasionados para el discurso, pero sí para otros menesteres que salvan el pellejo. Amén

Para comentarios escríbeme amorancarlos.escobar@gmail.com

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