sábado, 19 de julio de 2014

CARREREANDO LA CHULETA


CUANDO SE OLVIDA LA VOCACIÓN
Por Ronay González

El sueño de muchos padres es ver a su hija como la prima ballerina, no es mi caso, prefiero que mi hija sea karateca, pero ese no es el punto. En Tapachula existe una fuerte rivalidad entre las academias de ballet. Una con tradición y prestigio de 30 años, la otra opera de manera “sencilla” pero tiene un buen número de alumnas. Bien por ambas, vivimos en un país en el que tan libres son las dueñas de poner sus academias, como los padres de llevar a sus hijas e hijos, o no, pero ¿no creen que exageran?

Nada en esta vida es gratis, ni los golpes, pero de eso a lo que hacen estas academias al final de cada curso; es una desproporción por decir lo menos. Sus galas o presentaciones obligan a los padres de familia a desembolsar fuertes cantidades de dinero para una sola presentación, eso sí, las costureras de la zona tienen trabajo seguro, pero de ahí en más ¿pagan impuestos de todo lo que sacan? lo dudo, probablemente de la mínima parte, pero del vestuario, las zapatillas, la tiara, las plumas, las alas y todos los etcéteras que se le ocurren, claro que no.

Eso es lucro con los sentimientos, por supuesto los padres de familia están emocionados de ver a sus críos, y con qué cara le dicen que no si ensayaron para ese acto final durante todo el curso, pero la economía queda seriamente dañada, mientras las dueñas de las academias siguen peleando, no por ser quien tenga la mejor técnica, sino por ver quién gasta más en las presentaciones.

Tanta culpa tienen estas avorazadas como los padres que sin decir pío gastan; qué bueno que haya posibilidad de que nuestros hijos aprendan nuevas disciplinas, todo lo que hagamos por ellos en tempranas edades seguro les servirá, pero tampoco hay que dejar que este tipo de academias se vayan por la libre, les aseguro que el mismo gusto le va a dar ver a su hija con una diadema de plumitas en el Lago de los Cisnes, que verla más “adornada” que las del Bolshoi; le va a aplaudir igual, y va a notar de todas formas si la enseñanza fue buena o no; el maquillaje no lo cubre todo.

Pero estas son de las cosas fáciles de resolver: se comenta con los padres de familia, se ponen de acuerdo y nadie inscribe a sus hijas (e hijos) hasta que no se acuerde que el evento final no tendrá un costo extra.

Porque sin quererlo incluso estamos negando a muchos niños la posibilidad de ampliar sus horizontes, imagínense qué pasaría si todas las disciplinas se ponen los mismos “moños” (¡aguas! Para allá van). ¿Se trata de simple elitismo? Creo que con gastos menos escandalosos más niños podrían al menos intentar, qué tal si son buenos, qué tal si es la puerta para que sean personas más completas, y se lo estamos negando al ser cómplices de quienes ya se les olvidó la vocación y todo se volvió negocio.

Porque además hay que pagar la entrada, lo cual sería justo si los niños artistas recibieran un pago por su trabajo, si no, pos’ ya no entendí, insisto, quieren hacernos creer que son la antesala del Bolshoi cuando se trata de pedir, pero no cuando se trata de recibir, porque hasta donde sé, a los bailarines se les paga por presentación ¿qué no? Porque de a 250 por cabeza, haciendo una simple multiplicación es más de un millón de pesos lo que ganan las academias en estas galas, mientras que los padres gastaron el triple.

Lo peor es que esto no sólo ocurre en las escuelas de ballet, ahora resulta que hasta en las escuelas públicas, en donde, casi en todos los niveles educativos, las maestras y maestros no se tientan el alma para organizar clausuras en donde los niños bailan el vals con atuendos pomposos (usados por única ocasión), en donde hay que buscar madrina o padrino, así hayan salido del kínder; algunos realmente se vuelan la barda y les entregan a las inocentes criaturas de seis años un diploma de chiste, anillo y claro van vestidos de toga y birrete; pero insisto, mucha culpa es nuestra, de los papás, que creemos que si salió del kínder es sinónimo de que hará hasta un doctorado, no es así, hay que aplaudir cada logro, pero no con la cartera por delante, porque los beneficiados en todo esto NO son nuestros niños.

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