viernes, 19 de diciembre de 2014

CARREREANDO LA CHULETA


HAY QUE PELEAR POR OTRA COSA
Por Ronay González

A mí me da mucha tristeza cuando veo o me entero de las parejas que pelean, se divorcian y se vuelven a divorciar por dinero, sé que en el fondo no sólo es eso, pero que sea parte del principio me molesta porque en la vida hay decenas de cosas más importantes, sólo que este entorno social se ha dedicado a machacarnos desde nuestros primeros años que si no hay dinero no hay nada.

Es por esto que llamaron mi atención estos “consejos” para que al menos no le echen toda la culpa al dinero. Antes de comentarle el artículo, hay algo que no decía pero es primordial: si es usted es caballero, antes de este ejercicio y en caso de que su mujer no trabaje asalariadamente, tenga en cuenta que si pagara por todo lo que ella hace (mucama, maestra, enfermera, costurera…) no le alcanzaría lo que gana, así que tiene el mismo derecho a decidir lo que se hace con el dinero familiar, que no lo gana sólo usted, usted lo recibe gracias a que hay quien le cuide a sus hijos, le dé de comer, le recoja los trajes de la tintorería, etc. Si es usted mujer, sépase con todos los derechos, sea usted asalariada o no.

Pasado el paréntesis, dicen que lo primero que se debe hacer es identificar el tipo de gastador que somos. He de confesarle que me divertí un rato identificando a varios amigos, parientes y políticos con estos rubros: el que “gasta sin parar”, esos a los que el dinero les quema las manos por lo que mejor se deshacen de él, no importa si son cien pesos o tres mil, la cosa es que se les acaban en un abrir y cerrar de ojos (un tipo muy peligrosos cuando el dinero que les cae en las manos no es privado sino público, pero ese es otro cuento); está el que “no gasta en nada”; el que “gasta en todos” (menos en él); el que “vive como millonario” y se la pasa aparentando algo que no corresponde a la realidad de lo que gana, esos que se dicen sultanes aunque en realidad sean sólo parte del proletariado; y finalmente el que “evita el dinero” y prefiere no tener ningún contacto con él.

Amén de divertirse mientras ubica a sus conocidos la idea es que usted ubique qué tipo de gastador es y su pareja haga lo mismo. Después es tan “simple” como ser claros y definir en qué se va a gastar y en que no, aunque se lleven todo un día y dos noches, más vale una desvelada que una vida peleando todos los días por el dinero.

Por alguna mala razón no tenemos educación financiera (entre otras), y cuando empezamos a ganar nuestros primeros pesos poca gente nos orienta, lo que suele ocasionar vicios que será muy difícil quitar después, porque no planeamos ni tenemos definido exactamente a cuánto asciende lo que necesitamos y de cuánto son nuestros ingresos; este es el segundo paso, “definir los gastos e ingresos totales”, hasta los gustos de los domingos, los cigarros y las cervezas; no hay gastos inofensivos.

Encarar las cosas es lo que sigue, es decir, no le demos la vuelta a los asuntos de lana, no por ignorarlos van a disminuir, mucho menos a desaparecer, toooodo lo contrario; lo ideal es buscar soluciones concretas, por ejemplo, si entre los dos manejan cinco tarjetas de crédito y todas están al tope, valdría la pena examinar la situación, tal vez dejar dos, las de mejores condiciones y deshacerse de las demás deudas una a una.

Qué se quiere obtener con el dinero familiar es fundamental, tal vez la prioridad es una casa, o los estudios de los hijos, pero que haya metas claras, no es nomás que se necesite el dinero porque sí; sin una meta fija sólo seguiremos con los mismos problemas financieros.

Sigue el talón de Aquiles de todo mundo (empezando por los presidentes municipales de algunos ayuntamientos): tenemos que aprender a mantener nuestras cuentas claras, mensualmente evaluar cómo estamos manejando los gastos y si hay algo que se pueda mejorar.

Finalmente ya que se logra estar estable con la lana, lo ideal es ampliar nuestro panorama, tal vez buscar opciones para ganar más dinero, puede ser algún negocio, otro tipo de trabajo, en fin, lo importante es no quedarse estático.

En estos días tenemos una mínima lanita extra, podemos respirar un poquito más tranquilos, pensemos que si nos damos tiempo de planear nuestras finanzas en pareja nos evitaremos muchos dolores de cabeza, muchos disgustos, y lo más importante, podremos disfrutar de las demás cosas que nos ofrece la vida toda vez que el tema siempre presente de la lana ya estará resuelto. Nada se pierde con intentar ¿no cree?

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