martes, 23 de septiembre de 2014

LOS SERVICIOS DE SALUD MENTAL EN CHIAPAS


Publicado en la Pág. 70 del Heraldo de Chiapas del 18/09/2014

Sicólogo Carlos Hiram Culebro Sosa

En los años venideros los padecimientos de salud mental desplazarán a varias enfermedades físicas. En esta conjetura, sigue siendo válida la frase de Cicerón: “Las enfermedades de la mente son mucho más destructivas que las del cuerpo”.

Muchos problemas de la psique tienen su expresión más dramática en las zonas marginadas, donde el desplazamiento de la población del campo a la ciudad ha debilitado las ligas de apoyo de la familia extensa y ha hecho a las personas más vulnerables al estrés que generan sus condiciones de vida, pero no son menos cruciales en los estratos más favorecidos de la sociedad.

En nuestra Entidad, la atención por profesionales de la salud mental inició a finales de la década de los 70, con la instauración de servicios de siquiatría en las instituciones de seguridad social y centros de salud, así como en organismos gubernamentales como el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), que estableció la Casa Hogar para Enfermos Mentales “San Agustín”.

De gran trascendencia fue la conformación, el 5 de julio de 1991 en la ciudad de México, de la Federación de Sociedades Pro-Salud Mental AC, con la participación de 116 delegados de sociedades que operan en el país en el campo de la salud mental. La Asociación Chiapaneca de Profesionales para la Salud Mental AC (achiprosam), formó parte de ese evento a través del doctor Julio Antonio Cortés Manjarrez como vicepresidente de achiprosam y del suscrito como presidente.

En la entidad y todo el país existe escasez de siquiatras y enfermeras siquiátricas. Por el contrario, funcionan diversas escuelas de sicología con distintos planes de estudio, no todas ellas cuentan con reconocimiento de validez oficial de estudios (REVOE), ni todos los aspirantes son sometidos a un examen de selección, de manera que no haya duda de que se descarta a los menos capaces, evitar el ingreso de quienes no están genuinamente interesados en la sicología, incluyendo a los que, aunque competentes e inteligentes, no se percatan que sólo pretenden encontrar la solución a su conflicto personal.

A la vez, algunos profesionistas aparentemente no tienen los grados académicos que dicen tener, según se observó al conformar achiprosam hace ya 21 años. Aspirantes a incorporarse a la Asociación nunca presentaron las constancias de estudios de postgrado que decían tener, y al insistir en esos documentos fue motivo para dejar de tener noticia de ellos.

Quienes se dedican a la sicoterapia en sus diferentes modalidades, no en todos los casos los acredita para la labor que están realizando, desde luego, no todo adiestramiento es de dudosa calidad.

La atención del enfermo mental con daño orgánico cerebral y los crónicos –aunque una categoría y la otra con frecuencia coinciden en un mismo paciente- presenta serios obstáculos por los elevados costos que genera, tanto para las instituciones como sus familias.

También en el campo del tratamiento, el uso de sistemas computacionales ha generado que en algunos casos se pierda la confidencialidad de la información que proporcionan los enfermos y sus parientes.

En todo el país, la enseñanza del tema de la farmacodependencia es pobre en la formación de sicólogos, según se evidenció en estudio coordinado por el prestigiado doctor Jesús Kumate hace pocos años. En el mismo rubro de las adicciones, aunque modesta, merece comentarse la capacitación a distancia que a través de videoconferencias se recibe en la Red Estatal de Universidades para la Prevención de las Adicciones (Reuna/Chiapas) que coordina la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas. La señal es emitida desde la Universidad Nacional Autónoma de México y congrega a casi 500 universidades que conforman esa red. 

Las actividades desarrolladas en grupos indígenas son de manera ocasional, que se minimizan más si se considera que esta región es pluriétnica, y otras más se llevan a cabo en zonas rurales.

En materia de capacitación a profesionales en servicio, destaca las que desarrolla la Unidad de Salud Mental y Adicciones del Instituto de Salud.

En cuanto a la investigación, con la observación de que quienes atienden la enfermedad mental configuran una imagen borrosa por la diversidad del perfil profesional, áreas de formación y especialización, es indiscutible que destacan las universidades públicas y privadas que promueven estudios y posteriores publicaciones sobre las conclusiones a que se llegan. En este sentido, cabe mencionar el 41 Congreso Nacional del Consejo Nacional para la Enseñanza e Investigación en Psicología que se llevó a cabo en la Capital de Chiapas, en abril del 2014, en el que se presentaron investigaciones llevadas a cabo en el entorno estatal.

Cabe citar a Saptel, iniciales del Servicio de Atención Psicológica por Teléfono, que años atrás se estableció en Achiprosam y estuvo brindando ayuda desde la Presidencia Municipal de esta Capital, y se dejó de ofrecer por falta de personal voluntario que cubriera las guardias que se necesitaban las 24 horas de los 7 días de la semana. La incidencia de suicidios y adicciones, entre otros trastornos sicológicos, amerita el restablecimiento de un servicio de esa naturaleza.

En materia de rehabilitación es significativa la atención que en el retraso mental, dificultades del aprendizaje y otras alteraciones mentales, realizan agrupaciones de la sociedad civil.

Las instituciones de seguridad social participan en las áreas de tratamiento y rehabilitación, y con menor intensidad en las de prevención, formación de recursos humanos e investigación.

Todavía hay mucho por hacer para que del énfasis de la curación se pase a la prevención primaria, del hospital al centro de salud, del tercer nivel al primer nivel de atención, de la centralización a la descentralización.

Asimismo, en Chiapas y en casi en todo el planeta, deben vencerse los obstáculos que representan la apatía, ignorancia y prejuicios, por los que la sociedad se resiste a la reinserción en su seno de personas severamente dañadas en su equilibrio emocional, y muchas familias no están debidamente preparadas para asumir la carga que representa su cuidado. Por lo mismo, es claro que la salud mental habrá alcanzado su verdadera dimensión social hasta que legisladores, docentes, responsables de la seguridad y medios de comunicación masiva –entre otros- consideren que el fundamento de nuestra salud mental se encuentra en el ambiente sociocultural en que transcurren nuestras vidas. Esta intención se entorpece ante la carestía de recursos, por lo tanto, en el caso de Chiapas es evidente que de lo realizado es mucho más lo que falta por hacer.

Primer presidente de Achiprosam

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