Por Rosalino Ortiz
Iniciaron sus ejercicios los nuevos ayuntamientos municipales de Chiapas. Son escasos 20 meses los que tienen para hacer obras, un tiempo muy corto, dijeron o dicen unos, en tanto otros, muy valientes o ilusos, manifiestan que harán lo mismo o más que quienes han estado por un trienio en el trono, una aseveración riesgosa porque no va a tardar mucho la gente en conocer el resultado.
Iniciaron sus ejercicios los nuevos ayuntamientos municipales de Chiapas. Son escasos 20 meses los que tienen para hacer obras, un tiempo muy corto, dijeron o dicen unos, en tanto otros, muy valientes o ilusos, manifiestan que harán lo mismo o más que quienes han estado por un trienio en el trono, una aseveración riesgosa porque no va a tardar mucho la gente en conocer el resultado.
En el papel se ve muy corto el tiempo. Primero, porque van a planear cada una de las acciones, luego la elaboración de los expedientes técnicos, la autorización respectiva y finalmente, a construir si es que ya hay presupuesto para ello porque de lo contrario, a esperar un tiempo más. Todo parece fácil, pero no lo es tanto.
En cuanto a lo que dijeron unos, que procurarán hacer lo mismo o más que sus antecesores, está en chino el propósito. El principal muro es ver si habrá dinero suficiente para ello, más aquellos alcaldes que, como el Cheque Orduña, llegaron a la alcaldía contra la voluntad de quien les va a dar el dinero. En esa situación, me temo que les llegará muy poco.
Por otro lado, hay una limitante de trascendental importancia: ¿Va a haber transparencia en el manejo de los recursos, o será igual a como ha sido? Digo esto porque sin necesidad de encontrar el hilo negro, todo el mundo sabe que, precisamente en la construcción de obras, es donde está el principal robo (bien disimulado) en los ayuntamientos.
Y si no lo creen, que se lo pregunten a cualquiera que haya sido alcalde, a cualquier contratista que haya trabajado con ellos, incluso, a cualquier albañil que haya participado en las obras ¡Todos lo saben! Es una repartición tremenda de recursos en cuyo negocio, por supuesto, los alcaldes y los contratistas de obras, son los grandes “ganones”.
Bueno, para que el amable lector tenga una idea de cuánto se llevan en la repartición, una obra que puede costar en la realidad unos 500 mil pesos, a la hora de presupuestarla el contratista pone en el papel ¡dos millones de pesos y hasta más! Antes, la repartición se llamaba “diezmo”, pero ahora es simplemente un descaro de quienes manejan esos asuntos.
Desde luego, no faltará un alcalde que quiera ser transparente, que quiera pasar sobre el pantano y que no se ensucie el plumaje. Hay quienes desean demostrar que pueden y principalmente, habrá por allí alguno que realmente desee pagarle a su pueblo, con obras, el haberlo elegido.
Pero puede haber otro problema: resulta que los alcaldes deben ser tranquilos, o un tanto sumisos, porque las órdenes las dictan desde más arriba. Y si de obras se trata, bueno, por allí empiezan las recomendaciones o las meras instrucciones para que “el trabajo” lo haga el amigo de quien está más arriba de las alcaldías, y cueste lo que cueste la obra.
Porque ahora así es. Incluso, muchas de las “obritas” llegan a los municipios ya etiquetadas. Es decir, los alcaldes no mueven nada, porque todo llega bien delineado, en serie, o en cadena, como usted quiera llamarle. Y no solo las obras, sino también toda clase de apoyos. Es decir, es cuestión de “formarse en primera fila”.
Entre todo ese montón de ideas, no faltará quien diga que hay otras formas para atraer obras a su municipio. En efecto, allí entran en juego las amistades o relaciones que tienen los alcaldes con gente que está más hasta arriba, más encumbrada y que a lo mejor, también quiere llevar agua a su molino para futuras competencias o posicionamientos.
Es cuestión nada más de la buena voluntad que tengan los alcaldes veintemecinos. Si quieren trascender, allí está la oportunidad. De lo contrario, van a ser uno más en la historia de los pueblos, aunque estos de año y 8 meses, tendrán precisamente eso como justificante, el corto tiempo en el poder. Pero como se dijo al principio, no se esperará mucho para conocer resultados y para que la gente vea “cómo mashcó la iguana”.
Por cierto, quien entró con demasiadas ganas y entusiasmo fue Emmanuel Nivón González, el alcalde joven de Tapachula. Un problema grave en esta ciudad lo ha sido la basura, y en eso trabajó el ayuntamiento tapachulteco 2011 – 2012 en sus primeros días, porque la limpieza y saneamiento de la ciudad es muy importante para las nuevas autoridades huacaleras.
Pero no se trata solamente de levantar los desperdicios a tiempo, sino de encontrar las fórmulas para que esos amontonamientos no vuelvan a ocurrir. Aquí habría que echarle una pensadita porque aún cuando no se ha privatizado oficialmente este servicio, en la práctica ya lo es, porque la basura la están levantando los tricicleros, y éstos les dan su mochada a los encargados de los camiones recolectores con el mismo dinero que cobran a las amas de casa. Un círculo vicioso que hay que atender (rosalino_ortiz@yahoo.com.mx)
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