viernes, 28 de enero de 2011

Una historia para aprender…

Por Carlos Morán 
No importa en qué lugar de la casa se celebre la reunión, al final todos acabamos en la cocina. Finalmente el amor no conoce otra cosa que no sea amor…

Tengo amigas “muy viejas” (no le haga caso al tono porque no es despectivo), así se autocalifican ellas mismas, quienes cada vez que me encuentro con una me instruye, me alimenta y me da alas para volar por la santa sabiduría que posee; por cultura de lo vivido y por los años, por su puesto.

Y ahora que recuerdo a mis amigas viejas o grandes, viene a mí aquel ejemplo que sacudió a una universidad entera y a mucha gente de este mundo que se enteró. Se dice que, el primer día de clase en un salón el profesor se presentó a los alumnos y les enseñó a que se presentaran con los demás compañeros.

Uno de ellos, quien cuenta la historia, se quedó de pie para mirar cuando una mano suave tocó su hombro. Miró para atrás y vio a una pequeña señora, viejita y arrugada. Sonriéndole radiante, con una sonrisa que iluminaba todo su ser dijo -"he, buen mozo. Mi nombre es Rosa. -Tengo 87 años de edad... ¿Puedo darte un abrazo? El muchacho se rió y respondió: -¡Claro que puede!.. Y ella le dio al joven un gigantesco apretón, -¿Por qué está usted en la facultad a tan tierna e inocente edad?, preguntó obligadamente el universitario… Y respondió juguetonamente: -"Estoy aquí para encontrar un marido rico, casarme, tener un chingo de hijos y entonces jubilarme y viajar".

-Está bromeando, le dijo.- Yo estaba en realidad curioso de saber qué la había motivado a entrar en ese desafío con su edad, y ella dijo: -"Siempre soñé con tener estudios universitarios, y ahora que estoy vieja y viuda, la viudez me ha dado la oportunidad de tener uno-"

Después de clase la anciana y el joven caminaron juntos hasta el edificio de la unión de estudiantes, y compartieron un milkshake de chocolate y desde ese día se hicieron grandes amigos instantáneamente. Todos los días en los siguientes meses la anciana y el joven tenían clase juntos y hablaban sin parar. El siempre se quedaba extasiado oyendo aquella "máquina del tiempo" compartir su experiencia y sabiduría. En el curso de un año, Rosa se volvió un icono en el campus universitario y hacía amigos fácilmente a dondequiera que iba. Adoraba vestirse bien a sus 87 años, y se reflejaba en la atención que le daban los otros estudiantes. Estaba disfrutando la vida... Al fin del semestre el joven amigo y otros universitarios más invitaron a Rosa a hablar en el día de la graduación, sería ella quien haría uso de la palabra a nombre de todos los graduados y así fue presentada y se aproximó al pódium.

Cuando comenzó a leer su carta preparada, se le cayeron tres de las cinco hojas al suelo. Frustrada, tomó el micrófono y dijo simplemente: -"Discúlpenme, ¡estoy tan nerviosa!... Nunca conseguiré colocar mis papeles en orden de nuevo, así que déjenme apenas hablar a ustedes, sobre aquello que sé".

Mientras todos los universitarios reían, ella despejó su garganta y comenzó: -"No, no dejamos de jugar porque envejecemos, envejecemos porque dejamos de jugar". Existen solamente cuatro secretos para que continuemos jóvenes, felices y obteniendo éxito: Se necesita reír y encontrar humor en cada día. Se necesita tener un sueño, pues cuando se pierden, uno muere...

¡Hay tantas personas caminando por ahí que están muertas y ni siquiera sospechan! Hay una enorme diferencia entre envejecer y crecer... Si usted tiene 19 años de edad y se queda tirado en la cama por un año entero, sin hacer nada productivo, terminará con 20 años... -Si yo tengo 87 años y me quedo en la cama por un año y no hago cosa alguna, quedaré con 88 años...

Cualquiera consigue quedar más viejo. Eso no exige talento ni habilidad... La idea es crecer a través de la vida y encontrar siempre oportunidad en la novedad. Los viejos generalmente no se arrepienten por aquello que hicieron, sino por aquellas cosas que dejaron de hacer. Las únicas personas que tienen miedo de la muerte, son aquellas que tienen "remordimientos"...

Al fin de ese año, Rosa terminó el último año de la facultad que comenzó tantos años atrás. Una semana después de recibirse, Rosa murió tranquilamente durante el sueño. Más de 2000 alumnos de la facultad fueron a su funeral en tributo a la maravillosa mujer que enseñó, a través del ejemplo, que "nunca se es demasiado tarde para ser todo aquello que uno puede probablemente ser"

Estas palabras han sido divulgadas por amor y en memoria de Rosa: "Envejecer es obligatorio, Crecer es opcional". "Si alguna vez no te dan una sonrisa esperada, sé generoso y da la tuya, porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa, como aquel que no sabe sonreír a los demás"

Para comentarios escríbeme a morancarlos.escobar@gmail.com

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